Cataluña ha sido una de las comunidades que ha recibido más inmigrantes de toda España. En cualquier reunión se pueden detectar hablantes de las comunidades autónomas y de países del entorno. Se podría decir que su conformación tiene dos grandes núcleos: uno, el de una gran integración foránea, concebida como región plural; y otra, la población autóctona catalana. Desde hace años, ha surgido otro más, el independentismo respecto a España y Francia, derivado del viejo nacionalismo.
Allí tengo un viejo y entrañable amigo. Vive en una de las comarcas más emblemáticas del catalanismo, Monserrat, entre el Bajo Llobregat y el Bages. Nos comunicamos con frecuencia e incluso estuve en su casa hace algunos meses. Es andaluz, pero también se siente catalán porque, desde hace más de cuarenta años, allí han trabajado él y su mujer, han nacido sus hijos y sus nietos y allí han hecho su vida. Sin embargo, habla el andaluz más genuino, come comidas andaluzas, sale a disfrutar de la naturaleza catalana como si estuviera en Andalucía, cuida con avaricia su jardín y, en las épocas correspondientes, se va a coger espárragos y setas a las montañas.
La semana pasada me llamó y aproveché para preguntarle qué le había parecido la salida de Artur Mas con el independentismo. Sin ambages de ningún tipo, me contestó: “Me parece una patochada, una tontería. ¿Adónde quiere ir con esta salida de ganso? La mitad de Cataluña es de fuera y para nada le interesa el tema. Es como un acuerdo tácito que ha conseguido una integración modélica. Y eso es así desde hace muchos años. Lo del País Vasco es distinto, totalmente distinto.”
“¿Qué dice la población, al margen de los políticos?” –insistí. “Evadimos hablar del tema, porque no nos interesa, y lo curioso es que, incluso los que son catalanes, no sé porqué lo eluden también. Es un tema político, amasado por los políticos y servido por los políticos. Hasta el deporte lo han politizado. Un gran sector dell pueblo se inhibe, porque sabe que es un idealismo “entre ellos y ellos”. ¿Qué hace un trozo de España desgajado de la península? ¿Cómo nos recibirían los países europeos, como héroes o como traidores?” En Europa se habla de federalismo europeo, no de ruptura de países, porque no es hora de dividir, sino de unir.”
“¿Adónde quieren ir?” –persistí. “No sé –me contestó-, pero hay ultras que hablan de un estado confederado catalán, que no sólo aspiran a la independencia de Cataluña, sino también a la de los llamados “Países Catalanes”:Valencia, Baleares, Rosellón francés o Cataluña Norte, Aragón o Franja de Poniente, el Carche o comarca de Murcia y el Alguer en Cerdeña -Italia-.” “¡Qué tíos!”, ¿no?” –exclamé-. ¡Ufanías y fobias por romper la piel de toro.!”
JUAN LEIVA
Allí tengo un viejo y entrañable amigo. Vive en una de las comarcas más emblemáticas del catalanismo, Monserrat, entre el Bajo Llobregat y el Bages. Nos comunicamos con frecuencia e incluso estuve en su casa hace algunos meses. Es andaluz, pero también se siente catalán porque, desde hace más de cuarenta años, allí han trabajado él y su mujer, han nacido sus hijos y sus nietos y allí han hecho su vida. Sin embargo, habla el andaluz más genuino, come comidas andaluzas, sale a disfrutar de la naturaleza catalana como si estuviera en Andalucía, cuida con avaricia su jardín y, en las épocas correspondientes, se va a coger espárragos y setas a las montañas.
La semana pasada me llamó y aproveché para preguntarle qué le había parecido la salida de Artur Mas con el independentismo. Sin ambages de ningún tipo, me contestó: “Me parece una patochada, una tontería. ¿Adónde quiere ir con esta salida de ganso? La mitad de Cataluña es de fuera y para nada le interesa el tema. Es como un acuerdo tácito que ha conseguido una integración modélica. Y eso es así desde hace muchos años. Lo del País Vasco es distinto, totalmente distinto.”
“¿Qué dice la población, al margen de los políticos?” –insistí. “Evadimos hablar del tema, porque no nos interesa, y lo curioso es que, incluso los que son catalanes, no sé porqué lo eluden también. Es un tema político, amasado por los políticos y servido por los políticos. Hasta el deporte lo han politizado. Un gran sector dell pueblo se inhibe, porque sabe que es un idealismo “entre ellos y ellos”. ¿Qué hace un trozo de España desgajado de la península? ¿Cómo nos recibirían los países europeos, como héroes o como traidores?” En Europa se habla de federalismo europeo, no de ruptura de países, porque no es hora de dividir, sino de unir.”
“¿Adónde quieren ir?” –persistí. “No sé –me contestó-, pero hay ultras que hablan de un estado confederado catalán, que no sólo aspiran a la independencia de Cataluña, sino también a la de los llamados “Países Catalanes”:Valencia, Baleares, Rosellón francés o Cataluña Norte, Aragón o Franja de Poniente, el Carche o comarca de Murcia y el Alguer en Cerdeña -Italia-.” “¡Qué tíos!”, ¿no?” –exclamé-. ¡Ufanías y fobias por romper la piel de toro.!”
JUAN LEIVA