José Luis Rodríguez Zapatero ha hundido a España en la miseria, ha endeudado al país por décadas, hipotecando el futuro de por lo menos tres generaciones, ha desprestigiado a España en el mundo, ha deteriorado el sistema, ha cobijado la corrupción y, durante su nefasto mandato, España pasó de ser la octava economía del mundo a ser la número 15, descendiendo en barrena.
A pesar de su ominioso balance, al que habría que agregar la ruptura de la igualdad, el estímulo del nacionalisno radical y el independentismo y el haber contribuido poderosamente al descrédito de España, de la política, de los políticos y de lo público, además de haber destruido en gran parte el tejido productivo de la nación, como ex presidente del Gobierno, el Estado le remunerará con un sueldo vitalicio de unos 71.000 euros al año, sueldo al que habrá que añadir otro como miembro del Consejo de Estado, y pondrá a su disposición, hasta su muerte, a dos funcionarios, uno de ellos con categoría de director general.
Recibirá también un cuantioso sueldo como miembro del Consejo de Estado, cargo que asumirá de manera automática como ex presidente del Gobierno. ¿Para qué necesita el Consejo de Estado una mente como la de Zapatero, experta en errores y estragos?
Abrirá un despacho como ex presidente, a partir de diciembre próximo, en la ciudad de León y asistirá a los plenos del Consejo de Estado una vez al mes. Zapatero acaba de anunciar a sus amigos que es el único cargo que quiere asumir porque, según también les ha dicho, no se dedicará a ninguna actividad privada.
El premio a Zapatero, inmerecido por las fechorías y daños causados a España, constituye una terrible lacra para la democracia española y una injusticia de hondo calado que el pueblo español no debería soportar. Es necesario cambiar las leyes y recuperar la decencia democrática para evitar que en el futuro otros sátrapas y malos gobernantes, en lugar de ser castigados, como merecen, sean premiados por un sistema que no duda en encarcelar al pobre diablo que roba un jamón, acuciado por el hambre.
El premio de Zapatero es, además, un obstáculo para la necesaria regeneración de España. No puede haber regeneración mientras se mantenga la impunidad de los políticos y mientras sean premiados los que han llevado al país hasta la ruina, la pobreza y el descrédito internacional.
El balance de Zapatero es sobrecogedor porque, con su gobierno, ha contribuido directamente a que España destaque mundialmente en capítulos y rubros tan deleznables como el alcoholismo, la drogadicción, el tráfico de drogas, la delincuancia internacional, la trata de blancas, la violencia de género, la corrupción institucional, los privilegios inmerecidos para la casta gobernante, el despilfarro, el fracaso escolar, la baja calidad de laenseñanza, el estímulo al odio histórico entre clases e ideologías, el fortalecimiento del nacionalismo radical, la elevación de la mentira y el engaño a políticas de Estado, la pérdida de independencia de los medios de comunicación, el semetimiento de lo jueces, la marginación de los ciudadanos, la compra de votos y apoyos con dinero público, el endeudamiento enloquecido, el desempleo, el avance de la pobreza, el retroceso, social y económico, el odio a los políticos, la pérdida de servicios y ventajas sociales y un sinnumero de lacras y vicios que pueden resumirse con la frase "colapso generalizado del orgullo de ser españoles y de los valores y principios".
Premiar al responsable principal de esos desastres con privilegios de alto nivel es una auténtica vergüenza para un pueblo que, por culpa de abusos e injusticias de ese calado, está aprendiendo rápidamentre a despreciar a sus políticos.
A pesar de su ominioso balance, al que habría que agregar la ruptura de la igualdad, el estímulo del nacionalisno radical y el independentismo y el haber contribuido poderosamente al descrédito de España, de la política, de los políticos y de lo público, además de haber destruido en gran parte el tejido productivo de la nación, como ex presidente del Gobierno, el Estado le remunerará con un sueldo vitalicio de unos 71.000 euros al año, sueldo al que habrá que añadir otro como miembro del Consejo de Estado, y pondrá a su disposición, hasta su muerte, a dos funcionarios, uno de ellos con categoría de director general.
Recibirá también un cuantioso sueldo como miembro del Consejo de Estado, cargo que asumirá de manera automática como ex presidente del Gobierno. ¿Para qué necesita el Consejo de Estado una mente como la de Zapatero, experta en errores y estragos?
Abrirá un despacho como ex presidente, a partir de diciembre próximo, en la ciudad de León y asistirá a los plenos del Consejo de Estado una vez al mes. Zapatero acaba de anunciar a sus amigos que es el único cargo que quiere asumir porque, según también les ha dicho, no se dedicará a ninguna actividad privada.
El premio a Zapatero, inmerecido por las fechorías y daños causados a España, constituye una terrible lacra para la democracia española y una injusticia de hondo calado que el pueblo español no debería soportar. Es necesario cambiar las leyes y recuperar la decencia democrática para evitar que en el futuro otros sátrapas y malos gobernantes, en lugar de ser castigados, como merecen, sean premiados por un sistema que no duda en encarcelar al pobre diablo que roba un jamón, acuciado por el hambre.
El premio de Zapatero es, además, un obstáculo para la necesaria regeneración de España. No puede haber regeneración mientras se mantenga la impunidad de los políticos y mientras sean premiados los que han llevado al país hasta la ruina, la pobreza y el descrédito internacional.
El balance de Zapatero es sobrecogedor porque, con su gobierno, ha contribuido directamente a que España destaque mundialmente en capítulos y rubros tan deleznables como el alcoholismo, la drogadicción, el tráfico de drogas, la delincuancia internacional, la trata de blancas, la violencia de género, la corrupción institucional, los privilegios inmerecidos para la casta gobernante, el despilfarro, el fracaso escolar, la baja calidad de laenseñanza, el estímulo al odio histórico entre clases e ideologías, el fortalecimiento del nacionalismo radical, la elevación de la mentira y el engaño a políticas de Estado, la pérdida de independencia de los medios de comunicación, el semetimiento de lo jueces, la marginación de los ciudadanos, la compra de votos y apoyos con dinero público, el endeudamiento enloquecido, el desempleo, el avance de la pobreza, el retroceso, social y económico, el odio a los políticos, la pérdida de servicios y ventajas sociales y un sinnumero de lacras y vicios que pueden resumirse con la frase "colapso generalizado del orgullo de ser españoles y de los valores y principios".
Premiar al responsable principal de esos desastres con privilegios de alto nivel es una auténtica vergüenza para un pueblo que, por culpa de abusos e injusticias de ese calado, está aprendiendo rápidamentre a despreciar a sus políticos.