Transparencia Internacional, una organización internacional independiente y sin ánimo de lucro creada para vigilar la corrupción pública, acaba de presentar en Berlín su pesimista informe del 2007, según el cual la corrupción ha crecido nada menos que un 54 por ciente desde la última encuesta.
Una de cada diez personas en el mundo ha pagado el año pasado un soborno. En España sólo tres de cada cien declararon haberse enfrentado a un soborno, un índice de corrupción muy por debajo de la media mundial y también inferior al de la media de la Unión Europea (5%), pero más alto que el de la mayoría de los paises democráticos avanzados.
La policía y los políticos son las instituciones más corruptas, en opinión de los ciudadanos de todo el mundo. Aunque la policía sea la institución pública más afectada por ese mal, los ciudadanos creen que los más infectados por esa lacra son los partidos políticos y el poder legislativo. La práctica del soborno es también un problema de alcance en los ámbitos de la justicia, servicios de registro y permisos, educativo, salud y los proveedores de electricidad.
Los datos del estudio señalan que el 13% de los encuestados en más de 60 países han declarado que se les ha pedido y han pagado un soborno para obtener servicios públicos, desde permisos a prestaciones jurídicas y sanitarias.
El estudio precisa que la corrupción ha crecido hasta un 54% desde la última encuesta, y que el costo económico de la corrupción supera el billón de dólares al año, de los que 25.000 millones corresponderían a África, la región del mundo más necesitada.
Este informe sobre el barómetro global de la corrupción complementa el índice difundido el pasado mes de mayo y constata un año más que la corrupción no sólo sigue formando parte de la vida diaria, sino que ha aumentado en Asía, Pacífico y sureste de Europa, afectando sobre todo a los jóvenes y las personas con menos ingresos. Los pobres, también en los países más industrializados, son los más perjudicados por la corrupción.
En la Unión Europea, el 5% de los encuestados para este informe pagó un soborno a cambio de una prestación, práctica que en Rumania, Grecia y Lituania confesó haber seguido entre el 27 y el 33% de los consultados.
Una de cada diez personas en el mundo ha pagado el año pasado un soborno. En España sólo tres de cada cien declararon haberse enfrentado a un soborno, un índice de corrupción muy por debajo de la media mundial y también inferior al de la media de la Unión Europea (5%), pero más alto que el de la mayoría de los paises democráticos avanzados.
La policía y los políticos son las instituciones más corruptas, en opinión de los ciudadanos de todo el mundo. Aunque la policía sea la institución pública más afectada por ese mal, los ciudadanos creen que los más infectados por esa lacra son los partidos políticos y el poder legislativo. La práctica del soborno es también un problema de alcance en los ámbitos de la justicia, servicios de registro y permisos, educativo, salud y los proveedores de electricidad.
Los datos del estudio señalan que el 13% de los encuestados en más de 60 países han declarado que se les ha pedido y han pagado un soborno para obtener servicios públicos, desde permisos a prestaciones jurídicas y sanitarias.
El estudio precisa que la corrupción ha crecido hasta un 54% desde la última encuesta, y que el costo económico de la corrupción supera el billón de dólares al año, de los que 25.000 millones corresponderían a África, la región del mundo más necesitada.
Este informe sobre el barómetro global de la corrupción complementa el índice difundido el pasado mes de mayo y constata un año más que la corrupción no sólo sigue formando parte de la vida diaria, sino que ha aumentado en Asía, Pacífico y sureste de Europa, afectando sobre todo a los jóvenes y las personas con menos ingresos. Los pobres, también en los países más industrializados, son los más perjudicados por la corrupción.
En la Unión Europea, el 5% de los encuestados para este informe pagó un soborno a cambio de una prestación, práctica que en Rumania, Grecia y Lituania confesó haber seguido entre el 27 y el 33% de los consultados.