Cuando el país está atenazado por la crisis y miles de españoles engrosan cada día las filas del desempleo y la pobreza, resulta que Emilio Pérez Touriño, político profesional que preside Galicia representando al PSOE, se compra un coche blindado de lujo por 480.000 euros. Es el cuarto que adquiere y su gesto ha provocado en los ciudadanos escándalo e indignación. La Xunta de Galicia predica la austeridad en el gasto aunque es la propia administración la primera que incumple lo que exige a los ciudadanos gallegos.
Ese gesto, tan elocuente como reprochable, es revelador y sintomático de la naturaleza corrupta e indecente de la actual política española.
Comprar ese coche no es ilegal, pero es indecente. Mientras que lo iindecente y lo ilegal no sean sinónimos, la política será un basurero y los que vivan a gusto en esa pocilga no merecerán respeto alguno del ciudadano.
Zapatero, desde Pekín, a donde ha ido para buscar apoyos y poder estar presente en la cumbre de Washington del 15 de noviembre, afirma que España tiene mucho que decir en esa reunión mundial para contribuir en la tarea de cambiar el mundo y asegura que "ya está bien de tanta avaricia". Para que sea creíble y demostrar que lo suyo es algo más que palabrería hueca, podría comenzar condenando el comportamiento de su compañero de partido Touriño, simbolo de derroche, arrogancia, avaricia y de otras actitudes inmorales y odiosas en ese liderazgo político que ha conducido a nuestro mundo hasta el caos. Frente a fenómenos tan tristes como el de Touriño, Zapatero debería comprender que el mundo que ellos gobiernan necesita más inyecciones de ética y decencia que de dinero.
Si quiere ir a Washington para proponer decencia en el liderazgo político mundial y cambios éticos, que siga luchando por un asiento en la cumbre, pero si sólo va a apoyar nuevas inyecciones de dinero y más declaraciones arrogantes de los poderosos, en busca de una confianza ya perdida, que se ahorre los esfuerzos y el ridículo internacional que está protagonizando.
El principal problema de nuestra sucia vida política consiste, precisamente, en que se realizan demasiadas indecencias amparadas por la legalidad. Y lo peor de todo es que el hecho de que un político compre, con el dinero de los ciudadanos, un coche de medio millón de euros, cuando la sociedad está aterrotizada por una crisis dramática, ni siquiera es la peor de las indecencias, sino una de las más leves. Además de la ostentosa e injusta indecencia de Touriño, hay otras muchas cuya vigencia en la vida diaria de los españoles convierte a la política en un auténtico basurero:
Piden dinero para el partido y nadie va a la cárcel; se autosuben los sueldo sin sentir vergüenza y sin control ciudadano alguno; acumulan riqueza y patrimonio que no pueden explicarse; colocan a los amigos en puestos públicos; otorgan concursos públicos y subvenciones a empresas amigas, mientras marginan a todo el que milita en el bando contrario; benefician a los pueblos donde mandan ellos y marginan a los que tienen alcaldes del bando contrario; recalifican terrenos a cambio de corrupción; gastan como manirrotos se rodean de servidores inútiles cargando al Estado con costos insostenibles; incumplen la ley cuando les conviene y violan a diario los principios de equidad, justicia e igualdad de oportunidades; dejan a la ciudadanía desprotegida frente a la delincuencia; se burlan de las reglas de la democracia en cientos de ocasiones y se sienten miembros de una casta superior y con derecho al privilegio.
Lamentablemente, toda nuestra clase política tiene algo de Touriño y la mejor demostración es la actitud (también legal aunque indecente) de nuestros diputados en el Congreso y el Senado. Hipócritamente, dicen haber congelado sus sueldos ante la crisis que empobrece a los españoles, pero sus gastos de representación, más sustanciosos que el mismo sueldo,siguen subiendo.
Ojalá descubran pronto los políticos, sean del color que sean, que ya han perdido todo el crédito ante los ciudadanos y que ellos jamás podrán solucionar los problemas de nuestro mundo porque el principal problema son ellos mismos. Ellos son los principales agentes de la indecencia, una lacra que, estimulada desde el poder, desciende hasta la sociedad y todo lo convierte en agua de cloacas.
Detrás de la crisis económica que tiene al mundo de rodillas, está la indecencia del poder y el enorme déficit ético de la política y del liderazgo.
Por desgracia, ya es demasiado tarde para corregir el error y para que los ciudadanos asumamos que los políticos no son la solución, sino el problema.
P.D.:
Ante los comentarios, casi siempre valiosos y acertados, debo agregar a esta nota lo que le faltaba: existen en el PP y también en Izquierda Unida "campeones" de la indecencia que empatan e, incluso, derrotan al socialista Touriño, lo que demuestra que la desvergüenza y la indecencia son "patrimonio" de toda la partitocracia española.
Ese gesto, tan elocuente como reprochable, es revelador y sintomático de la naturaleza corrupta e indecente de la actual política española.
Comprar ese coche no es ilegal, pero es indecente. Mientras que lo iindecente y lo ilegal no sean sinónimos, la política será un basurero y los que vivan a gusto en esa pocilga no merecerán respeto alguno del ciudadano.
Zapatero, desde Pekín, a donde ha ido para buscar apoyos y poder estar presente en la cumbre de Washington del 15 de noviembre, afirma que España tiene mucho que decir en esa reunión mundial para contribuir en la tarea de cambiar el mundo y asegura que "ya está bien de tanta avaricia". Para que sea creíble y demostrar que lo suyo es algo más que palabrería hueca, podría comenzar condenando el comportamiento de su compañero de partido Touriño, simbolo de derroche, arrogancia, avaricia y de otras actitudes inmorales y odiosas en ese liderazgo político que ha conducido a nuestro mundo hasta el caos. Frente a fenómenos tan tristes como el de Touriño, Zapatero debería comprender que el mundo que ellos gobiernan necesita más inyecciones de ética y decencia que de dinero.
Si quiere ir a Washington para proponer decencia en el liderazgo político mundial y cambios éticos, que siga luchando por un asiento en la cumbre, pero si sólo va a apoyar nuevas inyecciones de dinero y más declaraciones arrogantes de los poderosos, en busca de una confianza ya perdida, que se ahorre los esfuerzos y el ridículo internacional que está protagonizando.
El principal problema de nuestra sucia vida política consiste, precisamente, en que se realizan demasiadas indecencias amparadas por la legalidad. Y lo peor de todo es que el hecho de que un político compre, con el dinero de los ciudadanos, un coche de medio millón de euros, cuando la sociedad está aterrotizada por una crisis dramática, ni siquiera es la peor de las indecencias, sino una de las más leves. Además de la ostentosa e injusta indecencia de Touriño, hay otras muchas cuya vigencia en la vida diaria de los españoles convierte a la política en un auténtico basurero:
Piden dinero para el partido y nadie va a la cárcel; se autosuben los sueldo sin sentir vergüenza y sin control ciudadano alguno; acumulan riqueza y patrimonio que no pueden explicarse; colocan a los amigos en puestos públicos; otorgan concursos públicos y subvenciones a empresas amigas, mientras marginan a todo el que milita en el bando contrario; benefician a los pueblos donde mandan ellos y marginan a los que tienen alcaldes del bando contrario; recalifican terrenos a cambio de corrupción; gastan como manirrotos se rodean de servidores inútiles cargando al Estado con costos insostenibles; incumplen la ley cuando les conviene y violan a diario los principios de equidad, justicia e igualdad de oportunidades; dejan a la ciudadanía desprotegida frente a la delincuencia; se burlan de las reglas de la democracia en cientos de ocasiones y se sienten miembros de una casta superior y con derecho al privilegio.
Lamentablemente, toda nuestra clase política tiene algo de Touriño y la mejor demostración es la actitud (también legal aunque indecente) de nuestros diputados en el Congreso y el Senado. Hipócritamente, dicen haber congelado sus sueldos ante la crisis que empobrece a los españoles, pero sus gastos de representación, más sustanciosos que el mismo sueldo,siguen subiendo.
Ojalá descubran pronto los políticos, sean del color que sean, que ya han perdido todo el crédito ante los ciudadanos y que ellos jamás podrán solucionar los problemas de nuestro mundo porque el principal problema son ellos mismos. Ellos son los principales agentes de la indecencia, una lacra que, estimulada desde el poder, desciende hasta la sociedad y todo lo convierte en agua de cloacas.
Detrás de la crisis económica que tiene al mundo de rodillas, está la indecencia del poder y el enorme déficit ético de la política y del liderazgo.
Por desgracia, ya es demasiado tarde para corregir el error y para que los ciudadanos asumamos que los políticos no son la solución, sino el problema.
P.D.:
Ante los comentarios, casi siempre valiosos y acertados, debo agregar a esta nota lo que le faltaba: existen en el PP y también en Izquierda Unida "campeones" de la indecencia que empatan e, incluso, derrotan al socialista Touriño, lo que demuestra que la desvergüenza y la indecencia son "patrimonio" de toda la partitocracia española.
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