Mantener en la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura a su actual consejero, responsable de las fotos sacrílegas que han herido la sensibilidad de millones de españoles, en contra del deseo de la mayoría de los ciudadanos, es el más evidente signo de que existen rasgos totalitarios en el socialismo que gobierna Extremadura.
La Extremadura socialista del políticamente agotado Rodríguez Ibarra comparte el mismo síndrome de "terror a reconocer el error" con los cientos de dictaduras que han oprimido a los humanos a lo largo de la Historia y que constituyen uno de los capítulos más vergonzosos de la Civilización.
Para los totalitarios, reconocer que han cometido un error es síntoma de debilidad y por eso nunca dimiten. Como no tienen de su parte a la razón, la sustituyen con la fuerza, un rasgo que en política es incompatible con la crítica, con la autocrítica, con la sensibilidad social, con el pedir perdón y con otras costumbres y valores democráticos.
Pero lo peor de la actitud del socialismo extremeño gobernante es que demuestra hasta la evidencia que está cada día más lejos de los ciudadanos a los que gobierna.
Rodríguez Ibarra, que, como presidente del gobierno extremeño, es el responsable máximo de la sucia y cobarde horterada blasfema, sucia porque ofende gratuitamente a los creyentes y cobarde porque quien la consiente sabe que los católicos no ejecutamos a los que ofenden nuestra fe, como hacen muchos seguidores de Mahoma, está causando a Extremadura un terrible daño y retrotrayendo la imagen de la tierra extremaña a los tiempos en que era conocida por Las Hurdes y por su insultante retraso cultural y social.
¿Tan grave es reconocer el error y dimitir? Para un demócrata no lo es y ahí está la prueba de que diariamente dimiten ministros y altos cargos en Holanda, Suecia, Alemania, Dinamarca y otras muchas democracias avanzadas, pero entendemos que en España, donde la democracia carece de calidad, y para un dirigente infectado de totalitarismo, dimitir sea toda una tragedia.
La Extremadura socialista del políticamente agotado Rodríguez Ibarra comparte el mismo síndrome de "terror a reconocer el error" con los cientos de dictaduras que han oprimido a los humanos a lo largo de la Historia y que constituyen uno de los capítulos más vergonzosos de la Civilización.
Para los totalitarios, reconocer que han cometido un error es síntoma de debilidad y por eso nunca dimiten. Como no tienen de su parte a la razón, la sustituyen con la fuerza, un rasgo que en política es incompatible con la crítica, con la autocrítica, con la sensibilidad social, con el pedir perdón y con otras costumbres y valores democráticos.
Pero lo peor de la actitud del socialismo extremeño gobernante es que demuestra hasta la evidencia que está cada día más lejos de los ciudadanos a los que gobierna.
Rodríguez Ibarra, que, como presidente del gobierno extremeño, es el responsable máximo de la sucia y cobarde horterada blasfema, sucia porque ofende gratuitamente a los creyentes y cobarde porque quien la consiente sabe que los católicos no ejecutamos a los que ofenden nuestra fe, como hacen muchos seguidores de Mahoma, está causando a Extremadura un terrible daño y retrotrayendo la imagen de la tierra extremaña a los tiempos en que era conocida por Las Hurdes y por su insultante retraso cultural y social.
¿Tan grave es reconocer el error y dimitir? Para un demócrata no lo es y ahí está la prueba de que diariamente dimiten ministros y altos cargos en Holanda, Suecia, Alemania, Dinamarca y otras muchas democracias avanzadas, pero entendemos que en España, donde la democracia carece de calidad, y para un dirigente infectado de totalitarismo, dimitir sea toda una tragedia.