Lo que nos viene encima, sin deseos de ser alarmista, me pone en guardia. Los pilares de esta sociedad están resquebrajados, sus cimientos se deslizan porque están montados sobre ineptitud, conveniencias de partido y mentira.
El ciudadano desconfía porque hace 8 meses le vendieron un país en la Champions, con empleo para todos y un sistema bancario envidiado por el mundo. ¿El precio? su voto. Aunque voces, como Voto en Blanco, publicaron que ese país de “Nunca Jamás” era una invención electoral, no fue suficiente, naturalmente, y la gente volvió a votar por aquel que mejor le engaña. Se utilizaron hasta titiriteros que hacían vulgares pantomimas con un dedo en la ceja. ¿Dónde ahora están estos de la ceja, silenciosos ante la catástrofe de España? Once millones de españoles son votantes reincidentes de uno de los peores gobiernos de la Historia de España.
La costumbre española de votar contra algo, fruto de la carencia secular de vivir en una democracia, hizo que 10,4 millones votaran al otro bando. No tenemos más elección con la ley electoral que estamos aguantando. ¿Y qué han elegido los votantes del PP? Un partido sin iniciativas, un jefe cuya oposición es esperar que el adversario de agote y se queme. ¿Qué confianza transmite? Poca o ninguna. Sus huestes libran luchas caciquiles, rasgando sin decoro los harapos de una entidad bancaria como Caja Madrid, comportándose como caricaturas de lo que ya no tiene remedio, olvidando que los políticos, en democracia, no deben meter sus garras en las cajas de ahorro, verdaderos santuarios de la sociedad civil.
Los nacionalismos independentistas, guarida de mediocres que con el timo de vender identidad e historia amañada, se atiborran de dinero y privilegios e inventan lenguas que, fuera de las ferias locales, de poca utilidad son, están al acecho mordisqueando al gobierno, toro herido y cansado que, cabeceando, busca el burladero más cercano para humillar definitivamente.
Esta es la situación política española, aunque nos pese.
Los bienes del ciudadano español se han desvalorizado un 20% en menos de un año. El paro en regiones como Andalucía y Canarias sobrepasa ya el 21%. Los del paro y la recesión son aterradores. La uvas de fin de año nos auguraron 4 millones de parados para 2009. El 2010 será aún peor. Los ERE se aceptan como si fueran donaciones a una ONG, dentro de un ambiente de claudicación del gobierno de España. Todos sabemos, incluyendo al gobierno, que las grandes empresas, no importa su nacionalidad, aprovechan la ocasión para hacer limpieza general y trasladar la producción a países más baratos y productivos.
España ha perdido su calificación crediticia de AAA y es ya AA+, lo que nos condena a la segunda división y a pagar más por la deuda, siempre que haya alguien que se atreva a prestarnos dinero.
El turismo baja con cifras de dos dígitos, como en diciembre 2008. Se anuncian despidos de más de 100.000 empleados en hostelería. Y todavía el gobierno no se ha lanzado a contrarrestar esta hecatombe y a promocionar España. No olvidemos que sus vergonzantes señorías aún están de vacaciones de Navidad, hasta primero de febrero.
El sistema bancario español, envidia del mundo, según dijo ZP en Washington, se encuentra con problemas de liquidez considerables. Sin tapujos se publica que 12 bancos o cajas están en la cuerda floja y cuatro haciendo agua. Expertos independientes y no políticos declaran que en España deben quedar este año no más de cuatro o cinco bancos. Las Cajas, para evitar el desastre, recurrirán a fusionarse, con lo que los políticos podrán seguir metiendo sus manos en sus recursos y conseguir condonaciones de millones de euros.
El ciudadano se encuentra traicionado y vendido por la prensa, el sector que, en democracia, está obligado a informarle con independencia y verdad. El ciudadano encuentra ante sí un túnel oscuro, estrecho y largo, nada edificante. La prensa, con raras excepciones, ha dejado de servir al ciudadano y vende sus páginas a los partidos políticos. Algunos medios se han degradado tanto que son meros portavoces de un partido que incluyen en sus páginas anuncios de detergentes, marcas de chocolate o viajes de cruceros.
Ante este panorama la sociedad, en un futuro inmediato, tiene que cambiar porque el modelo que hemos vivido está acabado, sin viabilidad. Los partidos políticos, basados en caducas ideologías y métodos del siglo XIX, son los principales obstáculos para regenerar la democracia. Los sindicatos se han puesto al servicio de los partidos políticos, a cambio de dinero y privilegios. El viejo mundo está en agonía y pronto no lo conocerá ni la madre que la parió. Y esta vez será cierto.
Los ciudadanos tenemos dos opciones: ¿Seremos los que definamos la futura sociedad o dejaremos que nos la configuren otros, los mismos que siempre nos han explotado y arrinconado?
Parece lógico y necesario que, si somos nosotros los soberanos de la democracia y los que pagamos los sueldos de esa “casta” de aprovechados que nos ha llevado hasta el precipicio, seamos también nosotros los dueños de nuestro destino y los que tomemos las riendas del futuro.
Ligur
El ciudadano desconfía porque hace 8 meses le vendieron un país en la Champions, con empleo para todos y un sistema bancario envidiado por el mundo. ¿El precio? su voto. Aunque voces, como Voto en Blanco, publicaron que ese país de “Nunca Jamás” era una invención electoral, no fue suficiente, naturalmente, y la gente volvió a votar por aquel que mejor le engaña. Se utilizaron hasta titiriteros que hacían vulgares pantomimas con un dedo en la ceja. ¿Dónde ahora están estos de la ceja, silenciosos ante la catástrofe de España? Once millones de españoles son votantes reincidentes de uno de los peores gobiernos de la Historia de España.
La costumbre española de votar contra algo, fruto de la carencia secular de vivir en una democracia, hizo que 10,4 millones votaran al otro bando. No tenemos más elección con la ley electoral que estamos aguantando. ¿Y qué han elegido los votantes del PP? Un partido sin iniciativas, un jefe cuya oposición es esperar que el adversario de agote y se queme. ¿Qué confianza transmite? Poca o ninguna. Sus huestes libran luchas caciquiles, rasgando sin decoro los harapos de una entidad bancaria como Caja Madrid, comportándose como caricaturas de lo que ya no tiene remedio, olvidando que los políticos, en democracia, no deben meter sus garras en las cajas de ahorro, verdaderos santuarios de la sociedad civil.
Los nacionalismos independentistas, guarida de mediocres que con el timo de vender identidad e historia amañada, se atiborran de dinero y privilegios e inventan lenguas que, fuera de las ferias locales, de poca utilidad son, están al acecho mordisqueando al gobierno, toro herido y cansado que, cabeceando, busca el burladero más cercano para humillar definitivamente.
Esta es la situación política española, aunque nos pese.
Los bienes del ciudadano español se han desvalorizado un 20% en menos de un año. El paro en regiones como Andalucía y Canarias sobrepasa ya el 21%. Los del paro y la recesión son aterradores. La uvas de fin de año nos auguraron 4 millones de parados para 2009. El 2010 será aún peor. Los ERE se aceptan como si fueran donaciones a una ONG, dentro de un ambiente de claudicación del gobierno de España. Todos sabemos, incluyendo al gobierno, que las grandes empresas, no importa su nacionalidad, aprovechan la ocasión para hacer limpieza general y trasladar la producción a países más baratos y productivos.
España ha perdido su calificación crediticia de AAA y es ya AA+, lo que nos condena a la segunda división y a pagar más por la deuda, siempre que haya alguien que se atreva a prestarnos dinero.
El turismo baja con cifras de dos dígitos, como en diciembre 2008. Se anuncian despidos de más de 100.000 empleados en hostelería. Y todavía el gobierno no se ha lanzado a contrarrestar esta hecatombe y a promocionar España. No olvidemos que sus vergonzantes señorías aún están de vacaciones de Navidad, hasta primero de febrero.
El sistema bancario español, envidia del mundo, según dijo ZP en Washington, se encuentra con problemas de liquidez considerables. Sin tapujos se publica que 12 bancos o cajas están en la cuerda floja y cuatro haciendo agua. Expertos independientes y no políticos declaran que en España deben quedar este año no más de cuatro o cinco bancos. Las Cajas, para evitar el desastre, recurrirán a fusionarse, con lo que los políticos podrán seguir metiendo sus manos en sus recursos y conseguir condonaciones de millones de euros.
El ciudadano se encuentra traicionado y vendido por la prensa, el sector que, en democracia, está obligado a informarle con independencia y verdad. El ciudadano encuentra ante sí un túnel oscuro, estrecho y largo, nada edificante. La prensa, con raras excepciones, ha dejado de servir al ciudadano y vende sus páginas a los partidos políticos. Algunos medios se han degradado tanto que son meros portavoces de un partido que incluyen en sus páginas anuncios de detergentes, marcas de chocolate o viajes de cruceros.
Ante este panorama la sociedad, en un futuro inmediato, tiene que cambiar porque el modelo que hemos vivido está acabado, sin viabilidad. Los partidos políticos, basados en caducas ideologías y métodos del siglo XIX, son los principales obstáculos para regenerar la democracia. Los sindicatos se han puesto al servicio de los partidos políticos, a cambio de dinero y privilegios. El viejo mundo está en agonía y pronto no lo conocerá ni la madre que la parió. Y esta vez será cierto.
Los ciudadanos tenemos dos opciones: ¿Seremos los que definamos la futura sociedad o dejaremos que nos la configuren otros, los mismos que siempre nos han explotado y arrinconado?
Parece lógico y necesario que, si somos nosotros los soberanos de la democracia y los que pagamos los sueldos de esa “casta” de aprovechados que nos ha llevado hasta el precipicio, seamos también nosotros los dueños de nuestro destino y los que tomemos las riendas del futuro.
Ligur