El PP anda revuelto insulsamente; tensión suicida lo corroe en su estructura y entresijos. Atorado en vana inutilidad, se destruye y hace dejación de su primordial cometido que es fundamentar la Oposición. Ha cerrado la crisis en falso, sin encararla con decisión; la solución no reside en cortar las discrepancias, mandar callar e invitar a marcarse a colectivos del partido que lo conforman y constituyen su identidad; ni en suscitar conspiraciones soterradas y cenáculos sombríos de intereses particulares. La cuestión estriba en entablar un debate abierto, sincero y libre sobre ideas y estrategias y, con toda claridad y libertad, hallar el candidato más idóneo, para regir el partido, hacer una oposición efectiva y ganar las próximas elecciones; en dejar intervenir y elegir, mediante una metodología democrática, a militantes y a la voz del voto.
El PP es cierto que conserva el arsenal de sus votos fieles, pero anda cabizbajo, arrinconado y en la ambigüedad; si los idus de Junio lo ratifican o abren las puertas a nuevos impulsos y emprende la renovación total, podrá levantar el vuelo. No encuentra el espacio y la tonalidad convincente y renovadora de Centro. No se ha rodeado de una amplia gama de Medios y emisoras que, con semejante tableteo al del adversario, desdigan las falacias y propaguen la ilusión, la moderación y modernidad, para llevar un mensaje claro, coherente e ilusionante de Centro Democrático, que movilice al elector. El PP es visto con desconfianza y rechazo por las gentes, que fácilmente manipuladas, lo tildan de rancio, inmovilista y hosco; por lo que muchos, que deseaban la defenestración de ZP, no lo han votado. El no haber sabido borrar esa imagen y vender confianza, le costó la victoria.
Desde que Rajoy, puesto irregularmente por un dedo arrogante que se atribuyó esa función impertinente y ajena a su cometido, perdió de modo trágico en el 2004 y, ahora, en marzo. La carga aznarista le ha pesado demasiado. Anda revestido de incomodidad y desasosiego. Si la noche del 9-M dimite, hubiera acertado; ahora estaría en pedestal honorable y deferente. No supo, no logra romper el cerco, sacar puños y salir del rincón; no sabe o no puede zafarse de las ominosas artimañas y mentiras que, con gran habilidad, le ha colgado la algazara contrincante. No tiene arrastre, ni capacidad de réplica, para destruir la caga negativa endosada, pierde toda oportunidad, incluso los gestos y amagos son débiles, falto de fuerza y osadía retadoras. Parece pedir perdón, anonadado deja que el otro se crezca. Parece no darse cuenta de las trabas y del rumor, que le acosan, dentro y fuera, en público y en privado. Las aguas mansas fluyen revueltas. Puede que sólo él y su niña sean los únicos que no se han enterado de los ruidosos movimientos contra su jefatura. El "No me resigno" de E. Aguirre, representa la apertura de la crítica explícita. ZP, desde que entró, se propuso arrinconarlo y, hoy, lo tiene noqueado y casi en la lona, ya lo conoce; por eso, la socialdemocracia ríe y prefiere que siga.
Es conveniente para el partido el debate estratégico, programático e ideológico. Necesita reflexión y valoración seria, sin paliativos, de la situación, para cimentar un proyecto real de futuro; precisa sentarse a opinar, proponer, debatir y hablar a las claras, sin tantos miedos y luchas intestinas; permitir que se presente quien lo desee y elegir al mejor. Tal vez, la coyuntura exija una atractiva figura femenina, competente y preparada, que coloque al PP en el espacio de la luminosa esperanza y la estimulante seguridad.
Camilo Valverde
El PP es cierto que conserva el arsenal de sus votos fieles, pero anda cabizbajo, arrinconado y en la ambigüedad; si los idus de Junio lo ratifican o abren las puertas a nuevos impulsos y emprende la renovación total, podrá levantar el vuelo. No encuentra el espacio y la tonalidad convincente y renovadora de Centro. No se ha rodeado de una amplia gama de Medios y emisoras que, con semejante tableteo al del adversario, desdigan las falacias y propaguen la ilusión, la moderación y modernidad, para llevar un mensaje claro, coherente e ilusionante de Centro Democrático, que movilice al elector. El PP es visto con desconfianza y rechazo por las gentes, que fácilmente manipuladas, lo tildan de rancio, inmovilista y hosco; por lo que muchos, que deseaban la defenestración de ZP, no lo han votado. El no haber sabido borrar esa imagen y vender confianza, le costó la victoria.
Desde que Rajoy, puesto irregularmente por un dedo arrogante que se atribuyó esa función impertinente y ajena a su cometido, perdió de modo trágico en el 2004 y, ahora, en marzo. La carga aznarista le ha pesado demasiado. Anda revestido de incomodidad y desasosiego. Si la noche del 9-M dimite, hubiera acertado; ahora estaría en pedestal honorable y deferente. No supo, no logra romper el cerco, sacar puños y salir del rincón; no sabe o no puede zafarse de las ominosas artimañas y mentiras que, con gran habilidad, le ha colgado la algazara contrincante. No tiene arrastre, ni capacidad de réplica, para destruir la caga negativa endosada, pierde toda oportunidad, incluso los gestos y amagos son débiles, falto de fuerza y osadía retadoras. Parece pedir perdón, anonadado deja que el otro se crezca. Parece no darse cuenta de las trabas y del rumor, que le acosan, dentro y fuera, en público y en privado. Las aguas mansas fluyen revueltas. Puede que sólo él y su niña sean los únicos que no se han enterado de los ruidosos movimientos contra su jefatura. El "No me resigno" de E. Aguirre, representa la apertura de la crítica explícita. ZP, desde que entró, se propuso arrinconarlo y, hoy, lo tiene noqueado y casi en la lona, ya lo conoce; por eso, la socialdemocracia ríe y prefiere que siga.
Es conveniente para el partido el debate estratégico, programático e ideológico. Necesita reflexión y valoración seria, sin paliativos, de la situación, para cimentar un proyecto real de futuro; precisa sentarse a opinar, proponer, debatir y hablar a las claras, sin tantos miedos y luchas intestinas; permitir que se presente quien lo desee y elegir al mejor. Tal vez, la coyuntura exija una atractiva figura femenina, competente y preparada, que coloque al PP en el espacio de la luminosa esperanza y la estimulante seguridad.
Camilo Valverde