Aseguran que Emilio Botín, el gran banquero de España y el más genuino símbolo del capitalismo empresarial español, acaba de dar a Zapatero un gran apoyo al pedirle que aplace el debate sucesorio, que no dimita, a pesar de que se lo esté pidiendo a gritos el grueso de la sociedad española, y que continúe al frente del poder hasta 2012 para terminar las reformas que ha emprendido, aunque dos años tarde.
El apoyo a Zapatero del capitalismo descarnado, representado en España por Botín, induce a sospechar que el actual líder del PSOE no es, como algunos afirman, un socialista radical, sino un útil y productivo lacayo del gran capital español, especialmente del sistema bancario, rechazado con especial énfasis por los ciudadanos.
El apoyo a Zapatero del gran capital español es una de las manifestaciones más claras del surrealismo que domina la política española. El apoyo del capitalismo a un dirigente socialista es, en realidad, una apuesta de conveniencia porque, ciertamente, nadie como el socialismo es capaz de implantar en la sociedad española las reglas y sueños más duros y salvajes del capitalismo real, como son el desmontaje del Estado de Bienestar, la reducción de los sueldos, la pérdida de derechos sociales y laborales, la productividad descarnada y hacer pagar todo el peso de la crisis a los más desfavorecidos.
Muchos ilusos cren que capitalismo y democracia son dos aliados naturales, pero no es cierto porque, en realidad son incompatibles. La libertad y los derechos democráticos repugnan al capital, que prefiere dictaduras y liderazgos capaces de sojuzgar a los trabajadores y permitir su explotación. La mejor prueba es que el paraiso mundial del capitalismo salvaje en este siglo XXI es China, pais gobernado con mano de hierro por un viejo partido comunista.
Botín apoya a Zapatero porque le conviene a su negocio y porque el político socialista le ayuda a construir una España como la que a él le gusta. Botín, como otros grandes capitalistas que le apoyan, sabe que Zapatero ha destruido casi por completo la prosperidad española y que ahora amenaza también la solvencia del euro, que ha liquidado la confianza de los ciudadanos, la esperanza de los españoles, la alegría de su pueblo y hasta la fe en la democracia. Ha desprestigiado la política y ha hundido la imagen de la "casta" política. A su partido, el PSOE, lo ha desprestigiado y lo arrojará del poder por muchos años. En Cataluña, uno de sus feudos de mayor valor estratégico, el socialismo acaba de ser arrasado. Botín es consciente de que Zapatero y al "Zapaterismo" se han revelado como la más poderosa arma de destrucción masiva "made in Spain".
Es como una bomba de contacto, que destruye todo lo que toca. Es probable que dentro de dos años, el PSOE haya perdido el control de todas y cada una de las autonomías españolas. Miles de candidatos socialistas para las próximas elecciones autonómicas y municipales están aterrados porque saben que el "efecto Zapatero" ya es letal. Muchos de ellos, para evitar la catástrofe que se avecina, hablan ya claramente de "echarlo" del poder "como sea".
Ha destruido el prestigio de España en el mundo y ha hecho trizas el "milagro" económico español, que llegó a cautivar al mundo. Ha destruido a muchos de sus correligionarios y colaboradores, a los que ha quemado en el altar del fracaso: Solbes, Sevilla, Caldera, Maragall, Fernández de la Vega y muchos otros. Montilla ha sido su última víctima, pero hay otros muchos candidatos y barones socialistas en la antesala del exterminio, aterrorizados ante la perspectiva de ser víctimas del "holocausto" del inepto.
Ha mentido y engañado tanto que ha convertido a la "verdad" en un enfermo terminal. Nadie se cree sus promesas y en Europa y en los mercados hasta sospechan que ha falseado las cuentas. Es difícil encontrar en la historia del poder español a un dirigente tan vinculado al truco y a la mentira.
Pero su mayor víctima, sin duda, ha sido España, país al que ha arruinado, desmoralizado y llenado de tristeza. Su obra visible es sobrecogedora: cinco millones de parados, diez millones de pobres y millones de españoles aterrorizados ante el futuro, todo ello adobado con una inmigración sin control, bandas extranjeras que delinquen, violencia de género, fracaso escolar, baja calidad de la enseñanza, dinero sucio internacional, drogas, prostitución y una arrogancia imprudente y ofensiva que ha desatado el odio popular hacia el poder y los poderosos. Ha destruido más tejido productivo que la Guerra Civil de 1936 y ha hecho retroceder el Estado de Bienestar varias décadas.
Políticamente, ha convertido España en un desierto donde nadie cree en los políticos, ni en los sindicalistas, ni en los jueces, ni en los fiscales, ni en los periodistas, ni en cualquier persona o grupo que haya tenido contacto con él. A los sindicatos, torpes porque se vendieron a sus dineros y engaños, los ha desprestigiado y hundido, quizás para siempre. La democracia es otra de sus víctimas. España, que hace pocos años atrás era el país europeo que más creía en ese sistema, es hoy el menos entusiasta y el más decepcionado. La destrucción moral ha sido demoledora y será visible con toda su crudeza en el futuro, cuando se descubran los miles de casos de corrupción ocultos, cuantos valores han caído y cuantas indecencias se han beneficiado de su liderazgo.
Bajo su mandato ha perecido el "boom" inmobiliario y se ha disparado la corrupción hasta niveles insospechados. Casi ha acabado hasta con el Estado, al que ha llenado de enchufados y paniaguados, amigos del partido, engordándolo tanto que lo ha convertido en un enfermo demasiado grueso y seboso, imposible de ser mantenido, necesitado de una cura dramática y dolorosa de adelgazamiento.
Se ha cargado el prestigio histórico de la izquierda, que en España, hasta que él llegó, conservaba la preferencia del electorado. También ha acabado con el orgullo de ser español, como nuestras alianzas internacionales tradicionales, con la cohesión, con la igualdad y con otros muchos principios y valores consagrados por la Constitución.
Botín sabe que es urgente para España desactivar esta arma letal de destrucción masiva, que, si continúa armada, puede destruirnos a todos... menos a la banca y al gran capital.
Para concluir, un VÍDEO estimulante.
El apoyo a Zapatero del capitalismo descarnado, representado en España por Botín, induce a sospechar que el actual líder del PSOE no es, como algunos afirman, un socialista radical, sino un útil y productivo lacayo del gran capital español, especialmente del sistema bancario, rechazado con especial énfasis por los ciudadanos.
El apoyo a Zapatero del gran capital español es una de las manifestaciones más claras del surrealismo que domina la política española. El apoyo del capitalismo a un dirigente socialista es, en realidad, una apuesta de conveniencia porque, ciertamente, nadie como el socialismo es capaz de implantar en la sociedad española las reglas y sueños más duros y salvajes del capitalismo real, como son el desmontaje del Estado de Bienestar, la reducción de los sueldos, la pérdida de derechos sociales y laborales, la productividad descarnada y hacer pagar todo el peso de la crisis a los más desfavorecidos.
Muchos ilusos cren que capitalismo y democracia son dos aliados naturales, pero no es cierto porque, en realidad son incompatibles. La libertad y los derechos democráticos repugnan al capital, que prefiere dictaduras y liderazgos capaces de sojuzgar a los trabajadores y permitir su explotación. La mejor prueba es que el paraiso mundial del capitalismo salvaje en este siglo XXI es China, pais gobernado con mano de hierro por un viejo partido comunista.
Botín apoya a Zapatero porque le conviene a su negocio y porque el político socialista le ayuda a construir una España como la que a él le gusta. Botín, como otros grandes capitalistas que le apoyan, sabe que Zapatero ha destruido casi por completo la prosperidad española y que ahora amenaza también la solvencia del euro, que ha liquidado la confianza de los ciudadanos, la esperanza de los españoles, la alegría de su pueblo y hasta la fe en la democracia. Ha desprestigiado la política y ha hundido la imagen de la "casta" política. A su partido, el PSOE, lo ha desprestigiado y lo arrojará del poder por muchos años. En Cataluña, uno de sus feudos de mayor valor estratégico, el socialismo acaba de ser arrasado. Botín es consciente de que Zapatero y al "Zapaterismo" se han revelado como la más poderosa arma de destrucción masiva "made in Spain".
Es como una bomba de contacto, que destruye todo lo que toca. Es probable que dentro de dos años, el PSOE haya perdido el control de todas y cada una de las autonomías españolas. Miles de candidatos socialistas para las próximas elecciones autonómicas y municipales están aterrados porque saben que el "efecto Zapatero" ya es letal. Muchos de ellos, para evitar la catástrofe que se avecina, hablan ya claramente de "echarlo" del poder "como sea".
Ha destruido el prestigio de España en el mundo y ha hecho trizas el "milagro" económico español, que llegó a cautivar al mundo. Ha destruido a muchos de sus correligionarios y colaboradores, a los que ha quemado en el altar del fracaso: Solbes, Sevilla, Caldera, Maragall, Fernández de la Vega y muchos otros. Montilla ha sido su última víctima, pero hay otros muchos candidatos y barones socialistas en la antesala del exterminio, aterrorizados ante la perspectiva de ser víctimas del "holocausto" del inepto.
Ha mentido y engañado tanto que ha convertido a la "verdad" en un enfermo terminal. Nadie se cree sus promesas y en Europa y en los mercados hasta sospechan que ha falseado las cuentas. Es difícil encontrar en la historia del poder español a un dirigente tan vinculado al truco y a la mentira.
Pero su mayor víctima, sin duda, ha sido España, país al que ha arruinado, desmoralizado y llenado de tristeza. Su obra visible es sobrecogedora: cinco millones de parados, diez millones de pobres y millones de españoles aterrorizados ante el futuro, todo ello adobado con una inmigración sin control, bandas extranjeras que delinquen, violencia de género, fracaso escolar, baja calidad de la enseñanza, dinero sucio internacional, drogas, prostitución y una arrogancia imprudente y ofensiva que ha desatado el odio popular hacia el poder y los poderosos. Ha destruido más tejido productivo que la Guerra Civil de 1936 y ha hecho retroceder el Estado de Bienestar varias décadas.
Políticamente, ha convertido España en un desierto donde nadie cree en los políticos, ni en los sindicalistas, ni en los jueces, ni en los fiscales, ni en los periodistas, ni en cualquier persona o grupo que haya tenido contacto con él. A los sindicatos, torpes porque se vendieron a sus dineros y engaños, los ha desprestigiado y hundido, quizás para siempre. La democracia es otra de sus víctimas. España, que hace pocos años atrás era el país europeo que más creía en ese sistema, es hoy el menos entusiasta y el más decepcionado. La destrucción moral ha sido demoledora y será visible con toda su crudeza en el futuro, cuando se descubran los miles de casos de corrupción ocultos, cuantos valores han caído y cuantas indecencias se han beneficiado de su liderazgo.
Bajo su mandato ha perecido el "boom" inmobiliario y se ha disparado la corrupción hasta niveles insospechados. Casi ha acabado hasta con el Estado, al que ha llenado de enchufados y paniaguados, amigos del partido, engordándolo tanto que lo ha convertido en un enfermo demasiado grueso y seboso, imposible de ser mantenido, necesitado de una cura dramática y dolorosa de adelgazamiento.
Se ha cargado el prestigio histórico de la izquierda, que en España, hasta que él llegó, conservaba la preferencia del electorado. También ha acabado con el orgullo de ser español, como nuestras alianzas internacionales tradicionales, con la cohesión, con la igualdad y con otros muchos principios y valores consagrados por la Constitución.
Botín sabe que es urgente para España desactivar esta arma letal de destrucción masiva, que, si continúa armada, puede destruirnos a todos... menos a la banca y al gran capital.
Para concluir, un VÍDEO estimulante.