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Spain First (España Primero)



El "América Primero" (America First) escuece en medio mundo y provoca rechazo en la vieja política, en la socialdemocracia y en los que creen en la globalización y el multiculturalismo, pero ha catapultado hasta la Casa Blanca a Donald Trump porque era el eslogan lúcido y apropiado del momento, como lo fue el "Yes, We can" de Obama, hace ocho años. Trump supo ver que millones de norteamericanos se sentían abandonados por el poder político, que siempre prospera, pero sin tener en cuenta los intereses y los deseos del ciudadano. En sentido riguroso, la victoria de Trump ha representado la venganza de los marginados contra esa clase política que gobierna sin tácto, sin valores y que nos está construyendo un mundo repugnante de injusticias, guerras, corrupción, inseguridad, miedo y desequilibrios hirientes entre ricos y pobres, entre poderosos y humildes, entre políticos y ciudadanos.

Los políticos del resto del mundo, preocupados por el creciente rechazo de sus ciudadanos, deberían aprender de la lección gratuita que les ha enviado Trump, en lugar de criticar el "América Primero", como ha hecho el PSOE en España, que lo ha interpretado como un lamentable ataque al multiculturalismo y la colaboración entre los pueblos.
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Pocas cosas pueden ser tan democráticas como el "América Primero" porque cumplir ese eslogan significa satisfacer los deseos del pueblo y responder a aquello que ha movilizado a tus votantes, algo imprescindible en democracia, aunque la socialdemocracia, contaminada siempre de leninismo elitista, autoritario y antipopular, piense que la victoria da derecho a gobernar como si se tuviera un cheque en blanco firmado por los ciudadanos, incluso olvidando las promesas electorales y tomando medidas contrarias a los deseos y sueños de la ciudadanía.

La victoria de Trump representa una patada en la boca a esa forma de gobernar, la que beneficia a las electricas más que al propio pueblo, la que sube los impuestos cuando prometió que los bajaría, la que se niega vergonzosamente a adelgazar un Estado hipertrofiado y tan obeso y absurdo que es imposible de financiar, salvo que el gobierno se comporte como un bandolero y esquilme los bolsillos de los ciudadanos.

Es inexplicable tanta crítica a Trump y tan poca a gente como Hillary y Obama, que han llenado el mundo de conflictos armados, que han creado rios de refugiados invadiendo Europa y que nos han legado un mundo lleno de paraísos fiscales, donde los 80 ciudadanos mas ricos poseen mas riqueza que los 7.000 millones de humanos más pobres. La única explicación de que no criticaran a los que han sido derrotados en Washington es porque ellos pertenecen a la misma cofradía de Hillary y de Obama, la de los que en lugar de luchar por sus propios ciudadanos (America First), luchan por el establishment mundial, por las grandes empresas, por sus partidos, por sus propios intereses y por poderes ocultos de los que ni siquiera conocemos el nombre.

Si los políticos españoles hubieran creído en el "Spain First" (España Primero), Felipe González no habría desmontado las industrias españolas tras la muerte de Franco, sólo para contentar a sus amigos alemanes, que querían una España de camareros y bailarines. Ni los políticos españoles habrían llenado el país de inmigrantes con tendencias delictivas, llegados con arrogancia y ánimo de conquista, turbando y creando inquietud en la ciudadanía. Si los políticos españoles hubieran sido files al España Primero no habrían violado tantas veces la Constitución controlando poderes, como la Justicia, que siempre debieron ser independientes, ni hubieran impuesto, contra la voluntad popular, la financiación con dinero del contribuyente, de los partidos políticos y sindicatos, ni habrían tolerado corrupciones, abusos y una educación malévola de los niños y jóvenes en una Cataluña que construía su independentismo a base de paladas de odio, sin que los políticos del PSOE y del PP hicieran nada por impedirlo, ni habían robado tanto, ni habrían asesinado la democracia, sustituyéndola por una especie de dictadura de partidos camuflada que nos avergüenza a todos y que en el resto del mundo causa estupor. Si la deplorable clase política española hubiera antepuesto los intereses de España a sus intereses particulares y a los de sus partidos, mediocres como los inquilinos de la Moncloa que hemos padecido, en especial tipos como Zapatero y Rajoy, nunca habrían podido llegar al poder.

Así que lo correcto y razonable, para el PSOE, el PP y los partidos que se alinean en una "Nueva Política" que tiene poco de nueva porque se parece demasiado a la vieja, no es criticar a Trump, acosarlo y recriminarle su "América Primero", sino imitarle, pedir perdón a los españoles por sus traiciones, corregir el rumbo y empezar a construir una España que haga sentir orgullo a los españoles y evitar la vergüenza de gobernar sobre unos ciudadanos que en las encuestas, cuando expresan su opinión con libertad, les rechazan y consideran a la clase política como uno de los peores dramas del país.

Francisco Rubiales


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Domingo, 12 de Febrero 2017
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