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Soportar la conjura de Pedro Sánchez hace de España un país de cobardes y vasallos



Las facturas que Pedro Sánchez está pagando a los partidos que le apoyaron para alcanzar la presidencia del gobierno, facturas que incluyen insensateces, traiciones, silencios cómplices, abusos de poder, gastos innecesarios en un país medio arruinado y medidas que perjudican claramente a España y acentúan dramas como la desigualdad y la justicia, deberían ser insoportables y suficientes para que un pueblo de hombres y mujeres libres se rebelara y exigiera elecciones anticipadas a quien le tiene pánico al voto del pueblo porque puede desalojarle del poder.

Pero al soportarlas sin rechistas, los españoles demuestran que son un país de cobardes y de vasallos, dispuestos a tragar con injusticias y abusos que deberían provocar un estallido de libertad y protesta.
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La reunión secreta de Sanchez con Soros, claro enemigo de España, eleva el nivel de vileza del gobierno
Al nazi catalán Gim Torrá, que ejerce como enemigo declarado de España, país que denigra y desacredita con impunidad en todos los foros internacionales, Sánchez lo trata con extrema delicadeza, para no provocar a la bestia totalitaria del nacionalismo extremo catalán, permitiéndole desafíos a la nación y hasta ofensas y desprecios al rey, máximo representante de todos los españoles.

Algunos expertos y comentaristas creen que la eliminación de la monarquia podría ser otra de las facturas que Sánchez tiene que pagar a cambio de ser mantenido en el poder por la cofradía de los que odian a España.

Ha pactado con Podemos entregarle el control de la radio y la televisión públicas, sin tener en cuenta que ese regalo a un partido totalitario tiene a más del 80 por ciento de los españoles en contra.

Para pagar sus deudas con Bildu y el PNV, dos partidos que claramente aspiran a la destrucción de España, Sánchez ha decidido regar con dinero al país Vasco y beneficiar a los asesinos de ETA encarcelados acercándolos a prisiones vascas, sin exigirles nada a cambio y sin hacer caso a la indignación y las lágrimas de las víctimas del terrorismo.

Hay otras muchas facturas ocultas que Sánchez deberá pagar a los partidos que le han apoyado para convertirse en un presidente sin votos y sin apoyo popular. Algunas podrían ser tan terribles como hablar abiertamente con Cataluña de independencia y una reforma de la Constitución que responda a los intereses de los más desleales y enemigos de España, los que gobiernan en las instituciones vascas y catalanas.

No hay duda alguna de que la mayoría de los españoles piensa en estos momentos que Sánchez es un felón que merece ser expulsado de la Moncloa.

Pero lo realmente grave y peligroso es que millones de españoles, empujados por la bajeza de sus políticos, creen ya que la democracia, como sistema, es una basura y tienen el corazón predispuesto a acoger con entusiasmo la llegada al poder de cualquier dictadura.

El día que llegue el tirano habrá que señalar como culpables a los actuales partidos políticos, sobre todo a los dos grandes, los que han gobernado y construido la pocilga actual con el apoyo de los nacionalistas.

Los españoles están desconcertados ante tanta vileza concentrada en la política. Es un país que ha sido gobernado por partidos sin decencia prácticamente desde la transición, desde González a Pedro Sánchez, pasando por Aznar, Zapatero y Rajoy, cada uno más miserable que el anterior y con especímenes de especial estupidez y fracaso, como fue el caso del socialista Zapatero, padre de casi todos los males de la España actual, al que inexplicablemente admira el actual presidente socialista, Pedro Sánchez.

La semilla de la tiranía ya está bien sembrada en España y los jardineros que la han sembrado y cuidado han sido los políticos y sus partidos, sobre todo aquellos dos partidos hegemónicos en la derecha y la izquierda, PP y PSOE, que han realizado todo tipo de abusos y suciedades, apoyados, cuando fue necesario, por un nacionalismo mercenaria y sin principios que vendió sus votos a cambio de impunidad, dinero, desigualdad y odio a España esparcido en sus territorios.

La Historia demuestra que la solución nunca puede surgir del mismo problema, lo que significa que la salvación de España no puede estar en los partidos políticos, sino en la ciudadanía, que ha sido y es la víctima de los desalmado con poder.

Francisco Rubiales


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Sábado, 14 de Julio 2018
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