Las redes están rebosantes de imágenes que condenan la corrupción, el abuso de poder y la injusticia del gobierno de Pedro Sánchez.
Muchos políticos son corruptos, mentirosos, ineficientes y muchas veces delincuentes porque pueden serlo, porque les sale gratis ser malvados, porque han destruido los controles, barreras y salvaguardas que tiene la democracia para evitar que los canallas y delincuentes accedan al poder.
Los partidos políticos, ansiosos siempre de poder, privilegios y dinero, han convertido la democracia actual en un bodrio donde a ellos les está permitido casi todo, desde mentir y estafar hasta prometer falsedades, gastar el dinero público en prostitutas y cocaína, acumular dinero sucio, aplastar al disidente y beneficiar al bando propio, aunque esté lleno de canallas y corruptos,
Los políticos han convertido la política en una cochinera y han logrado que los estados sean pozos de cieno. Ese deterioro invalida las democracias y convierte en ilegítimos a los gobiernos delincuentes, muchos de los cuales llegan al poder amparados por fraudes electorales.
España es hoy uno de esos estados donde el deterioro alcanza niveles de pestilencia y bajeza casi inéditos en el mundo. Si estás luchando contra el sanchismo, ten la conciencia tranquila porque estás en el lado correcto, combatiendo la desvergüenza y la ignominia, inmoral y antidemocrática.
En su solemne preámbulo, la Declaración Universal de los Derechos Humanos reconoce el derecho a rebelarse contra la tiranía. Cientos de pensadores, juristas y documentos de primer rango mundial, entre ellos la Constitución de los Estados Unidos de América, contemplan el derecho del pueblo a rebelarse contra gobiernos inicuos, aunque hayan sido elegidos en las urnas.
Se equivoca el Rey Felipe VI cuando cree que su deber es someterse al gobierno, como establece la Constitución, porque olvida que su primer deber, por encima de la obediencia al gobierno, también está en la Constitución, con rango superior, y es la defensa de España, que él juró, incluso cuando nuestra nación tenga que ser defendida de sus propios gobernantes.
Algo parecido ocurre con las fuerzas armadas, con el CNI y las fuerzas de seguridad. Su deber no es someterse al gobierno, sino la defensa de España, el sometimiento a las leyes y la defensa del pueblo y del interés general.
La mayor corrupción de los falsos demócratas es haber logrado imponer el criterio de que todos deben obediencia al poder elegido en las urnas, cuando eso es mentira porque la lealtad y la obediencia a un gobierno deben ganársela cada día sus miembros, defendiendo el bien común, siendo justos y decentes, rechazando la corrupción y respetando la soberanía y la voluntad popular, que está por encima de todo en democracia.
En España, el primitivo "caso Koldo" es ya el "caso Ábalos" y pronto será el "caso Sánchez", todo un cúmulo de chorizadas y abusos que puede llevar a sus actores hasta la cárcel y a España a la ignominia y al descrédito por haber encumbrado hasta la cúspide del Estado a una banda corrupta y capaz de delinquir.
Un informe de la Guardia Civil (UCO) señala a Pedro Sánchez como el "número uno" de los escándalos Delcy Rodríguez, Koldo, Ábalos y Air Europa, documento que ha provocado un terremoto en la política española, en el gobierno, el PSOE y sus aliados.
Unidos al anterior rosario de escándalos, latrocinios, abusos y corrupciones de los grandes partidos, estos últimos "escándalos" convierten a España en la pocilga de Europa y en un claro ejemplo mundial de deterioro ético y político repugnante.
Cuando un gobierno incumple sus promesas electorales, se alía con quien prometió no aliarse, miente a diario, incluso en sede parlamentaria, engaña a sus electores, despilfarra, endeuda a su país de manera irresponsable, antepone su interés al bien común, indulta a delincuentes porque necesita sus votos, beneficia a sus amigos y perjudica a sus enemigos, llena el país de delincuentes que entran ilegalmente e impone políticas que conducen a la tiranía, no tiene ni un gramo de legitimidad.
Olvidar eso es desconocer la verdadera democracia y escupir sobre lo que es la primera obligación de la política: la lucha constante por el bien común.
Francisco Rubiales
Los partidos políticos, ansiosos siempre de poder, privilegios y dinero, han convertido la democracia actual en un bodrio donde a ellos les está permitido casi todo, desde mentir y estafar hasta prometer falsedades, gastar el dinero público en prostitutas y cocaína, acumular dinero sucio, aplastar al disidente y beneficiar al bando propio, aunque esté lleno de canallas y corruptos,
Los políticos han convertido la política en una cochinera y han logrado que los estados sean pozos de cieno. Ese deterioro invalida las democracias y convierte en ilegítimos a los gobiernos delincuentes, muchos de los cuales llegan al poder amparados por fraudes electorales.
España es hoy uno de esos estados donde el deterioro alcanza niveles de pestilencia y bajeza casi inéditos en el mundo. Si estás luchando contra el sanchismo, ten la conciencia tranquila porque estás en el lado correcto, combatiendo la desvergüenza y la ignominia, inmoral y antidemocrática.
En su solemne preámbulo, la Declaración Universal de los Derechos Humanos reconoce el derecho a rebelarse contra la tiranía. Cientos de pensadores, juristas y documentos de primer rango mundial, entre ellos la Constitución de los Estados Unidos de América, contemplan el derecho del pueblo a rebelarse contra gobiernos inicuos, aunque hayan sido elegidos en las urnas.
Se equivoca el Rey Felipe VI cuando cree que su deber es someterse al gobierno, como establece la Constitución, porque olvida que su primer deber, por encima de la obediencia al gobierno, también está en la Constitución, con rango superior, y es la defensa de España, que él juró, incluso cuando nuestra nación tenga que ser defendida de sus propios gobernantes.
Algo parecido ocurre con las fuerzas armadas, con el CNI y las fuerzas de seguridad. Su deber no es someterse al gobierno, sino la defensa de España, el sometimiento a las leyes y la defensa del pueblo y del interés general.
La mayor corrupción de los falsos demócratas es haber logrado imponer el criterio de que todos deben obediencia al poder elegido en las urnas, cuando eso es mentira porque la lealtad y la obediencia a un gobierno deben ganársela cada día sus miembros, defendiendo el bien común, siendo justos y decentes, rechazando la corrupción y respetando la soberanía y la voluntad popular, que está por encima de todo en democracia.
En España, el primitivo "caso Koldo" es ya el "caso Ábalos" y pronto será el "caso Sánchez", todo un cúmulo de chorizadas y abusos que puede llevar a sus actores hasta la cárcel y a España a la ignominia y al descrédito por haber encumbrado hasta la cúspide del Estado a una banda corrupta y capaz de delinquir.
Un informe de la Guardia Civil (UCO) señala a Pedro Sánchez como el "número uno" de los escándalos Delcy Rodríguez, Koldo, Ábalos y Air Europa, documento que ha provocado un terremoto en la política española, en el gobierno, el PSOE y sus aliados.
Unidos al anterior rosario de escándalos, latrocinios, abusos y corrupciones de los grandes partidos, estos últimos "escándalos" convierten a España en la pocilga de Europa y en un claro ejemplo mundial de deterioro ético y político repugnante.
Cuando un gobierno incumple sus promesas electorales, se alía con quien prometió no aliarse, miente a diario, incluso en sede parlamentaria, engaña a sus electores, despilfarra, endeuda a su país de manera irresponsable, antepone su interés al bien común, indulta a delincuentes porque necesita sus votos, beneficia a sus amigos y perjudica a sus enemigos, llena el país de delincuentes que entran ilegalmente e impone políticas que conducen a la tiranía, no tiene ni un gramo de legitimidad.
Olvidar eso es desconocer la verdadera democracia y escupir sobre lo que es la primera obligación de la política: la lucha constante por el bien común.
Francisco Rubiales