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Sinvergüenzas y mediocres copan la política española



La oferta política es tan pobre y miserable que los españoles tendrán que votar el 26 de julio con asco y con la nariz tapada porque no hay partidos ni propuestas ilusionantes con opciones de gobernar. Millones de españoles tendrán que abstenerse si quieren evitar que su voto entregue el poder a gente indeseable.

Ser político debería ser una distinción y un honor, pero en España es una vergüenza. El mal comportamiento de la clase política ha despojado a esa profesión de toda su grandeza y la ha convertido en un oficio de gente rechazada por una parte cada vez más grande del pueblo. Y, sin embargo, ese desprecio profundo al político no es una buena noticia para nadie. Ni para los políticos, ni para los ciudadanos, ni para España.

El desempeño del poder político conlleva altas responsabilidades y requiere preparación y habilidades espaciales porque las decisiones que se toman afectan a millones de personas y puedan causar felicidad, dolor, prosperidad o ruina, según sean acertadas o erróneas. Sin embargo, la degradación de lo público en España es tan intensa que los buenos huyen de la política, mientras que los peores, los mediocres y los sinvergüenzas se apoderan del poder.

Afirmar que los sinvergüenzas y los mediocres están copando los partidos políticos no es una opinión aventurada, sino algo que se constata a diario con los datos y los acontecimientos. Los partidos políticos españoles son, junto con ETA, las asociaciones con mayor densidad de acusados, investigados, sospechosos, presuntos, delincuentes y maleantes sometidos a centenares de causas judiciales y procesos, actividades más propias de bandas de malhechores que de partidos que se dicen representantes del ciudadano en democracia.
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La política, en España, se ha convertido en un oficio para los peores y en la ruta más corta para disfrutar de una vida cargada de privilegios y en la que no se rinden cuentas ante nadie ni se paga por los errores. La política, en España, es un auténtico chollo para miserables, mediocres, listillos y sinvergüenza. Las filas de los partidos políticos se nutren de oportunistas dispuestos a todo con tal de hacer carrera como profesionales de la política, sin espíritu de sacrificio ni idea de lo que la política y el liderazgo exigen en el ámbito de la ejemplaridad y el servicio.

El sistema está diseñado para que se enrolen en la política gente sis escrúpulos y sin grandeza. Sólo hay que someterse a los designios del líder, aprender a hablar en público y ser adulador y pelota hasta que los años te permitan llegar a la cima. Entonces, ocupando ya altos puestos en el partido, se espera a ganar las elecciones y ocupar cargos de poder bien remunerados y cargados de privilegios, satisfacciones y oportunidades para enriquecerse.

Mientras que los políticos no paguen por sus errores, sigan teniendo tantos privilegios y ninguna obligación de rendir cuentas a los ciudadanos, intentarán llegar al Congreso y a las alcaldías todos los sinvergüenzas de España. En cualquier otra profesión se les exigirían méritos, valores y eficacia, pero en la política no hay exigencias, sino habilidades, astucias y trucos. La vida política es la mejor manera de vivir del cuento y la única al alcance de los mediocres y miserables, ya que no tienen que pasar unas oposiciones duras, ni alcanzar una preparación especial.

La política debería considerarse como la más noble de las profesiones, ya que implica servicio y sacrificio por la comunidad y los ciudadanos. Esos rasgos de sacrificio y servicio justifican algunos de los privilegios de la clase política. Pero cuando el sacrificio y el servicio se suprimen y se sustituyen por abusos y corrupciones, todos los privilegios deben desaparecer en justicia y la sociedad debe reaccionar con fuerza para impedir que los peores accedan al poder y tomen en sus sucias manos el timón de la nación.

La reforma de la "carrera" política y la entrada de la democracia en la vida interna de los partidos son las dos primeras exigencias para iniciar la ruta de la regeneración. Mientras los partidos sean nidos de mediocres y resentidos, cansados de someterse al líder en espera de su "oportunidad" y mientras que las exigencias al político cierren el paso a los mediocres y a los ladrones y miserables, la política española seguirá siendo la cloaca que conduce al país hacia el desastre y que ha convertido a España en un problema para sus socios de Europa y Occidente.

Francisco Rubiales

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Martes, 7 de Junio 2016
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