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Sindicatos y patronal: el silencio de los corderos subvencionados





España, ya con más de 2.5 millones de parados y fabricando desempleados al ritmo de casi 60 por hora, se hunde, víctima de la crisis y de un gobierno nefasto, pero los sindicatos y la patronal, subvencionados, comprados, sometidos y degradados, guardan un silencio cobarde que nos avengüenza a todos. Que nadie se extrañe de lo que está ocurriendo: el mayor éxito del gobierno no es haber sido reelegido por once millones de ciudadanos, parte de los cuales ya deben estar arrepentidos, sino haber comprado, silenciado o controlado a todas las instituciones, gremios y sectores que podían disentir e influir sanamente en la sociedad española, defendiendo la verdad y la eficacia frente a la mentira y al fracaso oficial, desde periodistas a empresarios, sin olvidar a sindicalistas e intelectuales.

En la oposición decente, en el lado de la verdad, apenas quedan algunos medios de poca fuerza, pocos periodistas independientes que se mueven por Internet, el débil reducto de los auténticos demócratas y la Iglesia Católica, que es la única gran institución española que todavía se resiste al dominio del poder político.

Se está destruyendo empleo a un ritmo mayor que en tiempos del desastroso Solchaga, ministro de Economía de Felipe. Más de medio millón de puestos de trabajo se han deshecho en 12 meses, traspasando ya la barrera psicológica de los 2,5 millones de parados, y, en estas circunstancias dramáticas, muchos nos preguntamos: ¿Dónde están los sindicatos? ¿Dónde la Patronal? ¿Por qué no dan la cara después de conocerse los datos? ¿Qué grado de apaleamiento a los obreros sería suficiente para sacar a los sindicatos del regazo del gobierno? ¿Cuantas empresas tienen que cerrar para que los sometidos de la patronal, representantes de los empresarios, se rebelen? Algo huele a podrido en UGT, CCOO y CEOE. ¡Poderoso caballero es don dinero!

Es cierto que en los últimos días han dicho, algo, que "los obreros no deben pagar la crisis", mientras que la patronal presiona para que el gobierno financie la ruina de los promotores inmobiliarios enriquecidos, pero sus protestas son suaves, hechas con la boca chica, mientras sus arcas siguen cobrando del Estado.

España se enfrenta a tres crisis simultáneas: la internacional, la del ladrillo y la del mal gobierno. La última, genuinamente española, es la más grave. A pesar de que casi 20 millones de personas no llegan siquiera a los 1.000 euros al mes, los partidarios del peor gobierno desde Fernando VII no dan su brazo a torcer y el PSOE de Zapatero sigue vivo en las encuestas. ¿Es que España ya no tiene remedio?

Hay una cuarta crisis que nadie menciona, también genuinamente española, pero que todavía puede ser más grave que las tres anteriores. Se trata de un Estado español diseñado para la opulencia, que no es viable en tiempos de austeridad. ¿Está capacitada la España actual, necesitada de austeridad, para mantener 17 gobiernos autonómicos opulentos, más 50 diputaciones provinciales despilfarradoras, además de miles de ayuntamientos la mayoría de cuyos alcaldes ganan más que muchos presidente de gobierno de África o de América Latina, instituciones "ocupadas" por políticos profesionales atiborrados de privilegios, que siguen subiéndose los sueldos y que se rien de la decencia y de la austeridad, mientras ordenan a la policía incrementar las denuncias para recaudar más y llevan la carga fiscal hasta el máximo permitido?

La elefantiasis del Estado es el mayor drama de la España actual. El Estado padece obesidad mórbida y no es capaz de someterse a la operación de reducción de estómago que los expertos le recetan. Tienen tanto poder nuestros políticos y el ciudadano está tan inerme ante ellos que se niegan a adelgazar y hasta son capaces de mantener vivo a ese Estado obeso, grasosos y casposo que nos arrastra hacia la ruina colectiva como pueblo y como sociedad, antes de dar su brazo a torcer.

¡Maldita sea!

   
Jueves, 11 de Septiembre 2008
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