Una de las numerosas imágenes contra el socialismo y el comunismo del actual gobierno que circulan por las redes españolas.
Los gobiernos de izquierda son una plaga allí donde colocan sus garras. No es una opinión sino un hecho probado. El que lo dude, que mire hacia Cuba, Venezuela, Nicaragua, Corea del Norte y otros países que han sido esclavizados por el comunismo, o que reflexionen por qué los ciudadanos de los países comunistas del Este de Europa arriesgaban sus vidas y saltaban el Muro de Berlín para escapar del socialismo real o por que cientos de miles de cubanos y latinoamericanos arriesgan sus vidas para emigrar hacia Estados Unidos, atravesando mares hostiles o utilizando rutas terrestres llenas de privaciones y peligros.
El gobierno social-comunista que preside Pedro Sánchez avanza por el mismo camino. Mientras Europa y el resto del mundo desarrollado reduce los impuestos para reactivar la economía, postrada por la pandemia, el gobierno de España los sube, incluso restableciendo impuestos tan injustos, confiscatorios y rastreros como los del Patrimonio y Sucesiones. España es el único país de la Unión Europea que confisca, mediante el impuesto del Patrimonio, parte de las riquezas del ciudadano, mientras que con el de Sucesiones roba herencias con una crueldad que sorprende y escandaliza, embargando bienes, acosando a las víctimas con intereses y embargos y valorando las propiedades de forma mafiosa, muy por encima de su valor real. También es un dato probado que las empresas están huyendo de España por el escaso apoyo socialista a los emprendedores y por miedo a la terrible voracidad fiscal del gobierno.
Todo eso es la obra del socialismo y el comunismo coaligados en el gobierno, que le tienen miedo a la libertad y a la prosperidad y que quieren acabar con ambos valores para poder gobernar sobre pueblos acobardados y empobrecidos, dependientes de las limosnas del Estado, que ellos controlan y en el que viven rodeados de lujos y privilegios, como ocurría en la URSS y ocurre en Cuba, Venezuela y otras repúblicas del terror y el hambre.
En España sobran más de 300.000 políticos, todos ellos cobrando del Estado, y centenares de instituciones, observatorios, asociaciones y otros chiringuitos creados por la izquierda, con la complicidad el PP y el nacionalismo vasco y catalán para beneficiar a los suyos. Todo eso, unido a la locura de las subvenciones que ellos conceden a sus amigos, hacen de España un país desequilibrado y en proceso de ruina. Si ese montaje miserable, superfluo y mafioso se desmontara y si los vicios de los partidos de izquierda fueran erradicados, la renta de los españoles subiría como la espuma y la crisis comenzaría a desaparecer de esta España que hoy es campeona de casi todo lo sucio: desempleo, endeudamiento, despilfarro, blanqueo de dinero, drogas, fracaso escolar, trata de blancas, delincuencia, inmigración ilegal, opacidad, falta de democracia, corrupción y decenas de otros vicios, casi todos ellos emanados o propiciados por una clase política deleznable, amiga de independentistas, golpistas, okupas y violentos, y empeñada en destruir el país.
Sin despilfarros, con un Estado dimensionados y sin corruptos sueltos apoderándose de la riqueza nacional, España podría pagar sus pensiones sin endeudarse, su cuantiosa deuda externa y detendría su veloz avance, conducida por la peor clase política de Europa, hacia la pobreza y la quiebra.
Para colmo de males, las instituciones teóricamente defensivas, creadas por la Constitución para evitar que España sea víctima de mafias y grupos de delincuentes, no han reaccionado y parecen acobardadas, permitiendo la destrucción del país. Muchos españoles no se explican por qué el rey, las fuerzas armadas, la Justicia, el Parlamento, la prensa libre y la sociedad civil so se rebelan contra los depredadores que la están subyugando y empobreciendo.
Francisco Rubiales
El gobierno social-comunista que preside Pedro Sánchez avanza por el mismo camino. Mientras Europa y el resto del mundo desarrollado reduce los impuestos para reactivar la economía, postrada por la pandemia, el gobierno de España los sube, incluso restableciendo impuestos tan injustos, confiscatorios y rastreros como los del Patrimonio y Sucesiones. España es el único país de la Unión Europea que confisca, mediante el impuesto del Patrimonio, parte de las riquezas del ciudadano, mientras que con el de Sucesiones roba herencias con una crueldad que sorprende y escandaliza, embargando bienes, acosando a las víctimas con intereses y embargos y valorando las propiedades de forma mafiosa, muy por encima de su valor real. También es un dato probado que las empresas están huyendo de España por el escaso apoyo socialista a los emprendedores y por miedo a la terrible voracidad fiscal del gobierno.
Todo eso es la obra del socialismo y el comunismo coaligados en el gobierno, que le tienen miedo a la libertad y a la prosperidad y que quieren acabar con ambos valores para poder gobernar sobre pueblos acobardados y empobrecidos, dependientes de las limosnas del Estado, que ellos controlan y en el que viven rodeados de lujos y privilegios, como ocurría en la URSS y ocurre en Cuba, Venezuela y otras repúblicas del terror y el hambre.
En España sobran más de 300.000 políticos, todos ellos cobrando del Estado, y centenares de instituciones, observatorios, asociaciones y otros chiringuitos creados por la izquierda, con la complicidad el PP y el nacionalismo vasco y catalán para beneficiar a los suyos. Todo eso, unido a la locura de las subvenciones que ellos conceden a sus amigos, hacen de España un país desequilibrado y en proceso de ruina. Si ese montaje miserable, superfluo y mafioso se desmontara y si los vicios de los partidos de izquierda fueran erradicados, la renta de los españoles subiría como la espuma y la crisis comenzaría a desaparecer de esta España que hoy es campeona de casi todo lo sucio: desempleo, endeudamiento, despilfarro, blanqueo de dinero, drogas, fracaso escolar, trata de blancas, delincuencia, inmigración ilegal, opacidad, falta de democracia, corrupción y decenas de otros vicios, casi todos ellos emanados o propiciados por una clase política deleznable, amiga de independentistas, golpistas, okupas y violentos, y empeñada en destruir el país.
Sin despilfarros, con un Estado dimensionados y sin corruptos sueltos apoderándose de la riqueza nacional, España podría pagar sus pensiones sin endeudarse, su cuantiosa deuda externa y detendría su veloz avance, conducida por la peor clase política de Europa, hacia la pobreza y la quiebra.
Para colmo de males, las instituciones teóricamente defensivas, creadas por la Constitución para evitar que España sea víctima de mafias y grupos de delincuentes, no han reaccionado y parecen acobardadas, permitiendo la destrucción del país. Muchos españoles no se explican por qué el rey, las fuerzas armadas, la Justicia, el Parlamento, la prensa libre y la sociedad civil so se rebelan contra los depredadores que la están subyugando y empobreciendo.
Francisco Rubiales