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Si España es un campo de batalla, como afirma el Papa, entonces hay que combatir



El Papa ha querido poner un dique al laicismo agresivo de Zapatero y ha llamado a los católicos españoles para que despierten y hagan frente a agresiones en la vida española que destruyen la armadura moral de la sociedad y degradan al hombre, como el desempleo masivo, la corrupción, el avance de la pobreza, la injusticia, el desprestigio de la política, la promoción del aborto, el abandono de la familia y otras muchas. El pontífice ha definido a España como el campo de batalla donde se libra una lucha crucial entre la fe y el laicismo más agresivo y ha pedido a los católicos que marchen a las trincheras.
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Benedicto XVI ha dejado estupefacto al gobierno socialista y a la misma jerarquía católica española al expresar su preocupación por el "laicismo agresivo" que existe en España, vinculando el laicismo de la España de Zapatero con el anticlericalismo de la II República.

El Papa Ratzinger, camino de Santiago de Compostela, en pleno vuelo y en respuesta preparada a preguntas de la prensa, consideró a España como el campo de batalla donde se libra una lucha decisiva entre el laicismo y la fe, lo que, en términos religiosos, equivale a una lucha entre el bien y el mal. En el avión, el pontífice marcó el objetivo y la finalidad primordial de su viaje a España: poner un dique al laicismo agresivo de Zapatero.

Sin papeles ni corsés diplomáticos, hablando muy rápido, en italiano y de forma espontánea, el Papa explicó que el "problema del secularismo y la laicidad del mundo occidental" tiene en España uno de sus epicentros.

"España siempre fue un país generador de fe; el renacimiento del catolicismo en la época moderna se produce sobre todo gracias a España, donde figuras como San Ignacio, Santa Teresa o San Juan de la Cruz dan forma a la fisionomía del catolicismo moderno. Pero es también verdad que en España nació una laicidad, un secularismo fuerte y agresivo, como vimos en los años treinta", afirmó Benedicto XVI, quien agrego: "Esa disputa, o mejor este choque entre fe y modernidad, ambas muy vivaces, tiene lugar de nuevo hoy en España. Por eso, el futuro de la fe y el encuentro -¡y no el desencuentro!- entre fe y laicismo tienen su punto central en la cultura española".

Hemos conversado con algunos vaticanistas cercanos al Papa y podemos afirmar que los especialistas en asuntos vaticanos han interpretado las inesperadamente duras palabras del Papa como un grito de ¡Basta ya! a un Zapatero que es considerado mundialmente como la punta de lanza del laicismo más radical y agresivo.

Pero el verdadero significado de las palabras del pontífice es todavía más decisivo y rotundo. El papa está cansado de la pasividad de los católicos españoles, en especial de la jurarquía, ante la injusticia, los abusos, la corrupción y la agresividad laicista contra los valores y los principios. Según los expertos, no dirigía tanto su análisis a los enemigos de la fe, ni al mismo Zapatero, como a la jerarquía eclesiástica española y a los católicos en general, a los que anima explicitamente para que abandonen la pasividad y participen con todas sus fuerzas en ese combate, que es decisivo no sólo para España, sino también para la persistencia de los valores en el mundo, el futuro de la fe, la cultura europea y la misma religiosidad.

Benedicto XVI quiso decir que el combate que se libra en España no es únicamente entre los intereses del gobierno y los de la Iglesia, ni entre el laicismo radical y la fe, sino entre dos conceptos antagónicos: la prevalencia del Estado sobre el individuo, por un lado, y la opresión contra la dignidad del ser humano, por otro. Y, ante el combate, el papa Ratzinger dijo algo así como "Si España es un campo de batalla, entonces tienen ustedes que combatir".

Y combatir, para un cristiano, no consiste en emplear la violencia, ni siquiera en luchar abiertamente contra las ideas contrarias, sino en utilizar una mezcla de amor tolerante y de razón consistente para aplicar la doctrina de Cristo y hacer frente a los que propagan el mal.

Combatir, para los católicos, no consiste solo en no votar jamás a los partidos políticos que defienden un laicismo agresivo, sino en hacer proselitismo cada día en favor de los grandes valores, en proclamar la verdad cada vez que el poder miente, en alzar la voz cada vez que el hombre es humillado por los poderosos, en defender al débil frente al fuerte y en intentar impedir los muchos abusos, injusticias e irregularidades que se están dando en la vida diaria española.

Los que conocen al papa saben que está muy enfadado con el comportamiento de cierta jerarquía católica española, demasiado cerca de los asuntos políticos y alejada del mensaje de Cristo, especialmente con los que conviven con el nacionalismo violento, los que amparan la violencia y los que conviven fácilmente con la corrupción y las mentiras del poder.

El papa no cree que el gobierno español actual sea "laicista", sino "hostil" al crstianismo, lo que es muy diferente. Solo desde ese sentimiento pueden entenderse las durísimas palabras del Papa en el avión.

El cierre a cal y canto del Valle de los Caídos, coincidente, curiosamente, con la visita del Papa, es una prueba fehaciente de que el gobierno de Zapatero, más que laicista es claramente anticatólico.



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Lunes, 8 de Noviembre 2010
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