La verdadera pregunta que España debe responder, pero al margen de los políticos, que no permitirán nunca el debate libre, es si el sistema actual de partidos nos ayuda o nos hunde, si ese sistema mejora la democracia o la aplasta. Para cada día más españoles, el sistema de partidos actual, dominado por formaciones corrompidas que no practican la democracia interna y que han sobrepasado cientos de veces la línea roja, al anteponer sus propios intereses al bien común, desprecia a los ciudadanos, los silencia y gobierna en contra del interés general.
El mejor ejemplo es el sistema autonómico, mantenido por la fuerza por los partidos, mientras que cada día es mayor el rechazo de los ciudadanos.
Los partidos políticos españoles se sienten a gusto con un sistema autonómico que les permite colocar a los familiares y amigos, practicar la corrupción y el clientelismo, otorgar ayudas y subvenciones a los amigos y crear espacios de lujo y bienestar para ellos mismos, sin que el ciudadano reciba a cambio nada, salvo más impuestos para sostener ese tinglado indecente, donde se multiplican por 17 los privilegios, subvenciones, aforamientos, chanchullos y corruptelas.
España necesita un "un nuevo orden", donde los ciudadanos y sus derechos estén por delante de las autonomías, donde todos los españoles sean iguales en derechos y libertades, sea cual sea su lugar de residencia, donde el bien común presida la toma de decisiones, en lugar del interés personal y del partido y donde el dinero de todos se dedique a todos y no a enriquecer a una clase política sobredimensionada y carente de principios.
Francisco Rubiales
El mejor ejemplo es el sistema autonómico, mantenido por la fuerza por los partidos, mientras que cada día es mayor el rechazo de los ciudadanos.
Los partidos políticos españoles se sienten a gusto con un sistema autonómico que les permite colocar a los familiares y amigos, practicar la corrupción y el clientelismo, otorgar ayudas y subvenciones a los amigos y crear espacios de lujo y bienestar para ellos mismos, sin que el ciudadano reciba a cambio nada, salvo más impuestos para sostener ese tinglado indecente, donde se multiplican por 17 los privilegios, subvenciones, aforamientos, chanchullos y corruptelas.
España necesita un "un nuevo orden", donde los ciudadanos y sus derechos estén por delante de las autonomías, donde todos los españoles sean iguales en derechos y libertades, sea cual sea su lugar de residencia, donde el bien común presida la toma de decisiones, en lugar del interés personal y del partido y donde el dinero de todos se dedique a todos y no a enriquecer a una clase política sobredimensionada y carente de principios.
Francisco Rubiales