Cuando Pablo Iglesias fue nombrado ayer secretario general de Podemos, se puso punto final a esa democracia interna ejemplar y de alta intensidad que distinguía a Podemos y lo situaba por encima del resto de los partidos políticos españoles y quizás mundiales, todos ellos enfermos de verticalismo, autoritarismo, escasez de libertad, ausencia de debate y sumisión a los líderes.
El acto cerró el proceso constituyente que inició la formación hace justo dos meses, denominado 'Asamblea Ciudadana Sí Se Puede', que ha servido para fijar los principios organizativos, políticos y éticos de la formación y para elegir a las personas encargadas de liderar el proyecto a partir de ahora. En sus primeros meses de exitosa existencia, Podemos sorprendió al mundo por su democracia interna y por el peso de sus miembros y círculos ciudadanos en sus decisiones.
Ante sí tenía el reto difícil de lograr que un partido político pudiera funcionar de manera democrática y con decisiones colectivas, pero Podemos ha tirado la toalla y se ha unido al modelo generalizado de partidos liderados por una persona y un equipo que le arropa, una fórmula vertical que, según datos fácilmente comprobables, ha generado elitismo, distancia con respecto a los ciudadanos, falta de libertad, de democracia y de verdadero debate interno, amiguismo, arbitrariedad y otros muchos vicios que están convirtiendo a los partidos políticos en organizaciones peligrosas, mas adversarias que aliadas de la ciudadanía.
El paso dado por Podemos no indica que vaya a caer en esos mismos vicios, pero si que ha emprendido el camino que conduce a esos dramas y carencias.
Podemos tenía una "deuda" muy importante con la democracia interna, pues en su gestación, nacimiento y sonado triunfo electoral tuvieron mucho protagonismo los centenares de asambleas populares que funcionaban en muchas ciudades españolas, donde se habían refugiado los activistas del 15 M y los muchos decepcionados e indignados ante la falta de democracia y la injusticia reinantes en España. Esas asambleas, donde hay miles de activistas bien curtidos que auparon a Podemos, le tienen pánico al verticalismo de los viejos partidos y exigen una horizontalidad a la que Podemos acaba de dar la espalda.
Muchos de esos grupos y activistas ya se han descolgado de Podemos, aunque la inmensa mayoría sigue dentro, electrizados por el éxito del nuevo partido y esperanzados en que no se deslice hacia los vicios que han hecho del PSOE, el PP, IU y otros partidos agrupaciones plagadas de corruptos y asociaciones alejadas del bien común, de la democracia y de los ciudadanos.
El acto cerró el proceso constituyente que inició la formación hace justo dos meses, denominado 'Asamblea Ciudadana Sí Se Puede', que ha servido para fijar los principios organizativos, políticos y éticos de la formación y para elegir a las personas encargadas de liderar el proyecto a partir de ahora. En sus primeros meses de exitosa existencia, Podemos sorprendió al mundo por su democracia interna y por el peso de sus miembros y círculos ciudadanos en sus decisiones.
Ante sí tenía el reto difícil de lograr que un partido político pudiera funcionar de manera democrática y con decisiones colectivas, pero Podemos ha tirado la toalla y se ha unido al modelo generalizado de partidos liderados por una persona y un equipo que le arropa, una fórmula vertical que, según datos fácilmente comprobables, ha generado elitismo, distancia con respecto a los ciudadanos, falta de libertad, de democracia y de verdadero debate interno, amiguismo, arbitrariedad y otros muchos vicios que están convirtiendo a los partidos políticos en organizaciones peligrosas, mas adversarias que aliadas de la ciudadanía.
El paso dado por Podemos no indica que vaya a caer en esos mismos vicios, pero si que ha emprendido el camino que conduce a esos dramas y carencias.
Podemos tenía una "deuda" muy importante con la democracia interna, pues en su gestación, nacimiento y sonado triunfo electoral tuvieron mucho protagonismo los centenares de asambleas populares que funcionaban en muchas ciudades españolas, donde se habían refugiado los activistas del 15 M y los muchos decepcionados e indignados ante la falta de democracia y la injusticia reinantes en España. Esas asambleas, donde hay miles de activistas bien curtidos que auparon a Podemos, le tienen pánico al verticalismo de los viejos partidos y exigen una horizontalidad a la que Podemos acaba de dar la espalda.
Muchos de esos grupos y activistas ya se han descolgado de Podemos, aunque la inmensa mayoría sigue dentro, electrizados por el éxito del nuevo partido y esperanzados en que no se deslice hacia los vicios que han hecho del PSOE, el PP, IU y otros partidos agrupaciones plagadas de corruptos y asociaciones alejadas del bien común, de la democracia y de los ciudadanos.