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Sánchez y el PSOE han hecho de España una letrina



El futbolista Dani Carvajal lo dice con claridad; “Me daría vergüenza votar al PSOE”. Eso mismo piensa la mayoría de los españoles, unos contra la derecha y otros contra la izquierda, todos asqueados de tanta corrupción, abuso de poder, codicia, injusticia y tiranía socialista.

Los delitos sexuales se multiplican por doce en apenas ocho años: "No hay un juzgado donde no haya aumentado". La delincuencia inunda las calles y sus protagonistas principales son extranjeros, sobre todo argelinos y marroquíes. La corrupción acosa al socialismo español y, de una manera especial, al entorno del presidente Sánchez, cuya esposa y hermano están siendo investigados por comportamientos corruptos.

A esos dramas de la España socialista se añaden otros como el asalto del sanchismo al poder judicial, el deterioro que empieza a sufrir el turismo, principal riqueza de España, como consecuencia de la delincuencia desatada y el enfrentamiento entre el gobierno y los empresarios, con actitudes del poder propias de sociedades comunistas y bolivarianas.

A pesar de que una parte importante de los medios de comunicación están comprados y al servicio del gobierno, la verdad de una España injusta, corrompida y decadente se impone y se traslada al mundo.

La sospecha y la duda se han convertido en los protagonistas de la actualidad diaria en España: se sospecha de todo lo que el gobierno maneja: el uso de los fondos europeos, el destino de los inmensos impuestos que el gobierno cobra, el resultado de las elecciones, con millones de españoles creyendo que existe el fraude, el verdadero alcance de la corrupción, el por qué no se combate con rigor la delincuencia y el futuro de la nación, que muchos ven cargado de nubes negras.

No hay duda alguna de que el sanchismo, que es un socialismo español todavía más pervertido y fracasado que el habitual, el gobierno y sus aliados desleales y antiespañoles están convirtiendo el país en una gran letrina.
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España, con el éxito de su selección de futbol en la Eurocopa, cuya final disputará con Inglaterra el domingo próximo, vive cierta euforia ficticia que, al menos por el momento, hace olvidar el gran desastre de un país gobernado por personas sin ética y sin honor.

Pase lo que pase en España, el daño causado por Pedro Sánchez y sus seguidores es ya irreparable. El mal de la inmoralidad, la codicia y la falta de escrúpulos es cancerígeno, pues todos somos culpables. Por estúpidos, por indiferentes, por cobardes. Por soportar en la cumbre del Estado a corruptos con las riendas en la mano.

Del actual drama español es responsable un país que permite que miserables silben a su himno nacional y a su rey, escupan sobre nuestra bandera, que simboliza la unidad, y que corruptos encaramados al poder dividan la sociedad y la llenen de desconfianza, odio y pesimismo.

La tradicional alegría española se diluye en la baba ácida del socialismo corrupto sanchista.

España es cada día manos un país de gente alegre y brava y se transforma, empujada por una de las peores clases dirigentes del planeta, en una pocilga que parece diseñada para que vivan bien los ladrones de viviendas, los saqueadores y esquilmadores con impuestos injustos, los carteristas, los especuladores, los políticos desalmados y los inmigrantes ilegales que llegan cargados de odio y sin ánimo de integrarse.

Los jueces desconfían de los políticos, los periodistas tienen imagen de mercenarios, los policías actúan a veces como la cruel y famosa Stasi de la Alemania comunista, y los políticos, con la peor imagen del país, ya no gozan de la confianza y el respeto de los ciudadanos.

Esta es, por desgracia, la nueva imagen de España, que se abre paso cada día con más fuerza, impulsada por un gobierno corrupto e ineficaz y por una oposición de derecha moderada cada día más contaminada de cultura marxista y globalismo traidor.

La letrina española ya no se arregla con cambios de gobierno porque requiere un profundo y drástico reseteo y una refundación de su política, hasta que florezca algo que España desconece: una democracia de ciudadanos libres, guiados por políticos decentes.

Francisco Rubiales

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Jueves, 11 de Julio 2024
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