España, acosadda por la tormenta y el fracaso, va a la deriva
Nunca, desde la muerte de Franco, la imagen de un gobierno español fue tan débil como es la del actual de Pedro Sánchez, un ejecutivo rodeado de desobediencia, disensión, torpeza, mediocridad y fracaso.
Las encuestan reflejan un constante descenso de la izquierda en intención de votos y una insólita subida de la derecha, a pesar de sus miserias y carencias, que son casi tan intensas como las de la izquierda. El resultado es el caos y la desesperación de los ciudadanos, que se sienten faltos de liderazgo y en manos del desconcierto.
En este ambiente, las palabras de Isabel Díaz Ayuso, la estrella ascendente de la política española, resuenan con fuerza: "Conmigo que no cuenten para arruinar más empresas", toda una acusación a Pedro Sánchez, incapaz de lograr que la economía española se recupere, a pesar de que la pandemia está retrocediendo gracias a las vacunas.
Todo empuja hacia la recuperación, salvo el gobierno y sus decisiones, que empujan en sentido contrario, hacia la ruina y el retroceso de una economía lastrada por impuestos abusivos, desprestigio internacional, aranceles de castigo, los problemas del turismo, rebelión de las comunidades autónomas y la inmensa mediocridad y falta de solvencia moral que rodean a Pedro Sánchez, un tipo que tenía que haber dimitido y convocado nuevas elecciones hace muchos meses, pero que se resiste a perder el poder, a pesar de su estruendoso fracaso como gobernante.
Algunos observadores y expertos creen que la situación de caos y de desprestigio del gobierno de izquierdas y de la derecha tradicional del PP, cuya antigua secretaria general, María Dolores de Cospedal, acaba de ser imputada y se enfrenta a posibles condenas de los tribunales por corrupción, sólo puede beneficiar a VOX, que representa una opción nueva y distinta, una entrega del poder a un partido que es nuevo y que no tiene su mochila cargada de basura, corrupciones y fracasos, como las del PSOE y PP.
En los socios europeos hay preocupación con España, donde dominan la "deslealtad", la "división" y el "caos" ante situaciones muy difíciles, como el estado de la economía y la crisis con Marruecos, que podría hasta terminar en un conflicto abierto.
Para colmo de males, ahora se agrega la renovada presión independentista del nuevo gobierno catalán y el incremento del enfrentamiento entre el PP y el PSOE, dos partidos que deberían ponerse de acuerdo para afrontar con eficacia y consenso los graves problemas de España.
Las instituciones defensivas del país parecen heridas y paralizadas. Ni la monarquía, ni las fuerzas armadas, ni los altos órganos judiciales parecen capaces de influir en los políticos para que dejen de destruir la nación, ante el estupor de una ciudadanía que contempla el espectáculo con indignación y rabia, hartos de contemplar como sus políticos, atiborrados de dinero y de privilegios, no sólo son incapaces de solucionar problemas, sino que se han convertido, como clase política, en el principal problema de la nación.
Francisco Rubiales
Las encuestan reflejan un constante descenso de la izquierda en intención de votos y una insólita subida de la derecha, a pesar de sus miserias y carencias, que son casi tan intensas como las de la izquierda. El resultado es el caos y la desesperación de los ciudadanos, que se sienten faltos de liderazgo y en manos del desconcierto.
En este ambiente, las palabras de Isabel Díaz Ayuso, la estrella ascendente de la política española, resuenan con fuerza: "Conmigo que no cuenten para arruinar más empresas", toda una acusación a Pedro Sánchez, incapaz de lograr que la economía española se recupere, a pesar de que la pandemia está retrocediendo gracias a las vacunas.
Todo empuja hacia la recuperación, salvo el gobierno y sus decisiones, que empujan en sentido contrario, hacia la ruina y el retroceso de una economía lastrada por impuestos abusivos, desprestigio internacional, aranceles de castigo, los problemas del turismo, rebelión de las comunidades autónomas y la inmensa mediocridad y falta de solvencia moral que rodean a Pedro Sánchez, un tipo que tenía que haber dimitido y convocado nuevas elecciones hace muchos meses, pero que se resiste a perder el poder, a pesar de su estruendoso fracaso como gobernante.
Algunos observadores y expertos creen que la situación de caos y de desprestigio del gobierno de izquierdas y de la derecha tradicional del PP, cuya antigua secretaria general, María Dolores de Cospedal, acaba de ser imputada y se enfrenta a posibles condenas de los tribunales por corrupción, sólo puede beneficiar a VOX, que representa una opción nueva y distinta, una entrega del poder a un partido que es nuevo y que no tiene su mochila cargada de basura, corrupciones y fracasos, como las del PSOE y PP.
En los socios europeos hay preocupación con España, donde dominan la "deslealtad", la "división" y el "caos" ante situaciones muy difíciles, como el estado de la economía y la crisis con Marruecos, que podría hasta terminar en un conflicto abierto.
Para colmo de males, ahora se agrega la renovada presión independentista del nuevo gobierno catalán y el incremento del enfrentamiento entre el PP y el PSOE, dos partidos que deberían ponerse de acuerdo para afrontar con eficacia y consenso los graves problemas de España.
Las instituciones defensivas del país parecen heridas y paralizadas. Ni la monarquía, ni las fuerzas armadas, ni los altos órganos judiciales parecen capaces de influir en los políticos para que dejen de destruir la nación, ante el estupor de una ciudadanía que contempla el espectáculo con indignación y rabia, hartos de contemplar como sus políticos, atiborrados de dinero y de privilegios, no sólo son incapaces de solucionar problemas, sino que se han convertido, como clase política, en el principal problema de la nación.
Francisco Rubiales