Una de las miles de imágenes antisanchistas que circulan en España
Torpedos
Sánchez no es el ganador sino el gran perdedor
Hoy, en el Congreso, se va a escenificar la impotencia de Feijóo para ser investido presidente. Aparentemente, será un perdedor, pero esa no será la realidad porque el gran perdedor será Pedro Sánchez, que surgirá de esta contienda marcado como un rufián mentiroso, sin escrúpulos, sin conciencia y sin un gramo de honor. que, para ganar la presidencia del gobierno, ha tenido que encamarse con golpistas y delincuentes como Puigdemont, retozar con catalanes que odian a España y quieren romperla y coquetear con vascos salpicados de la sangre derramada por ETA.
Nos quieren vender la idea de que Pedro Sánchez, al lograr la investidura, se convertirá en el "ganador" de las elecciones y en el triunfador de la contienda electoral frente a la derecha, pero eso no es así porque Pedro Sánchez, con gran diferencia, es el gran perdedor, y por goleada.
Disimula y exhibe sonrisa de ganador, pero no tardará mucho en helarse esa sonrisa cuando Sánchez recuerde, en las noches de la Moncloa, todo lo que ha tenido que ensuciar, envilecer y traicionar para llegar a la presidencia y todo el desprecio que ha despertado sólo para disfrutar un poco más del poder.
Creíamos que no existían en el mundo personas como tú, pero las hay.
¿De que le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma? Cuando haya culminado su estafa y su traición y sea investido presidente de España, el alma de Pedro, que ya flota en el lago pestilente de los miserables, se hundirá un poco más y se tornará más negra.
Ocurre que cuando se carece de ética y de principios es posible hacer pasar por ganador al perdedor, por decente al canalla y por legítimo al estafador tramposo.
Sánchez será, probablemente, presidente del gobierno, pero ¿a qué precio?
Para conseguirlo se habrá convertido en violador de la Constitución, en enemigo de España, en estafador de sus votantes, en traidor a su nación y a su pueblo, en generador de odio, en aniquilador de la unidad de España, en verdugo de su propio partido y en un ser deleznable que pasará a la Historia como el peor político español desde Fernando VII.
Cualquier persona decente del mundo preferiría perder la presidencia a ganarla sin dignidad ni honor, engañando, estafando a los votantes y demostrando, a diestro y siniestro, que se carece de ética, decencia y vergüenza. Hay que tener un estómago de buitre y un alma demoníaca para ser presidente a cambio de tanta bajeza y suciedad, de engañar al pueblo, de mentirle, de asegurar con falsedad de serpiente que no habría amnistía, ni referendo.
Si Pedro Sánchez cree que para ser presidente vale la pena pagar un precio tan alto, convirtiéndose en el político más odiado de la Historia moderna de España y, en el plano internacional, en el más despreciable y antidemócrata de los actuales líderes europeos, entonces es que el tal Sánchez es un enfermo digno de ser internado.
Feijóo no será presidente, pero no saldrá podrido de la contienda. Habrá perdido la presidencia, pero Pedro habrá perdido mucho más: la estima, la decencia, el respeto, la moral, el honor y muchas otras cosas, hasta convertirte en una alimaña con poder. Feijóo, al final, habrá sido el ganador porque no ha tenido que destrozar su conciencia y su prestigio, ni convertirse en la prostituta de Puigdemont y en el traidor de España y de sus conciudadanos.
El precio que paga Sánchez es demasiado alto para un hombre decente, aunque un indecente sin honor sí puede pagarlo.
¿Tanto anhelas ser presidente para haber tenido que prostituirte y desnudarte, permitiendo que tus compañeros de partido y los ciudadanos de España y el mundo vean la repugnancia que ocultabas?
Francisco Rubiales
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Martes, 26 de Septiembre 2023
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