Torpedos

Sanchez empuja al PSOE hacia el estalinismo



Pedro Sánchez le teme más a su partido que a la oposición y quiere someterlo todavía más, hacerlo estalinista, convertirlo en un coro de aplausos del tipo Corea del Norte o China, con toda la nación, todos los recursos y todas las personas al servicio del líder.

Por eso ha convocado el Congreso Federal, para convertir el PSOE en un gran establo con su poder personal blindado.

Sánchez sabe que su mayor riesgo es la rebelión de su partido, donde cuenta cada día con más críticos y resistentes, dispuestos a no cerrar los ojos y oídos ante barbaridades contrarias a España y su Constitución como el concierto fiscal con Cataluña, que es el fin de la igualdad entre españoles, de la justicia y de la decencia política.

Tiene críticos y resistencia en Aragón, Canarias, Castilla la Mancha y, aunque más débiles y silenciosos, en todas las demás autonomías y en las filas de los históricos, encabezados por Felipe González y Alfonso Guerra, dos cobardes que no se atreven a afrontar una rebelión abierta contra el sátrapa.

El Comité Federal, adelantado a noviembre próximo, un año antes de lo previsto, revela la creciente debilidad de Sánchez y las grietas que comienzan a abrirse en su partido. La última la ha abierto el desesperado presidente de Canarias, con su territorio hecho un infierno infectado de inmigrantes ilegales, que amenaza con denunciar al gobierno socialista ante la Justicia por dejación de funciones.

Sánchez le tiene tomada la medida al blandengue PP de Feijóo, que amaga pero jamás golpea, y cree tener sometido a VOX, en torno al cual ha construido un antidemocrático y sucio cordón sanitario para impedirle crecer y gobernar, condenándolo como un partido de "extremistas de derecha", cuando ni lo son ni pretenden serlo.

El Congreso Federal socialista de noviembre próximo demostrará que el único extremismo existente en España es el del "loco Sánchez", un tipo sin escrúpulos, sin ética y tan brutal que es capaz de aprobar leyes inicuas, indultar a delincuentes, dar martillazos de destrucción a la igualdad y destrozar España para mantenerse en el poder.

El Congreso de Noviembre acabará con lo poco que queda del viejo PSOE y lo convertirá, prácticamente, en un partido comunista como el chino o el coreano del norte, experto en doblar la cerviz ante el líder y otorgar largos y babosos aplausos a las suciedades y canalladas que proponga el "amado líder".

Sánchez sabe que tiene que seguir avanzando para no perecer y que el próximo paso es el decisivo porque intentará cambiar la España libre y pensante del presente por un país de borregos sometidos a su poder. Sabe también que para lograr esa transformación necesita un partido sin voz ni voto, sólo de aplausos y de espaldas dobladas.

Para lograrlo con éxito necesita que el PSOE se doblegue todavía más.

Los españoles sabemos que estamos solos en el mundo y que los países que se consideran democráticos nunca vendrán a ayudarnos para liberarnos del peor dirigente que España ha padecido en muchos siglos. La pasividad del mundo libre ante el criminal Maduro demuestra que el mundo está en manos de políticos sin alma ni sensibilidad, puros monstruos acaparadores de privilegios, poder y dinero.

También sabemos que no podemos confiar en que el rey o los militares nos salven, a pesar de que ellos juraron defender España de enemigos "externos e internos".

Sólo nosotros podemos acabar con la bestia totalitaria.

Los pocos socialistas con conciencia que quedan son los mejor situados para ejercer la defensa de la nación y apuntillar al verraco que quiere someternos a la tiranía.

Francisco Rubiales




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Martes, 3 de Septiembre 2024
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