Begoña imputada por dos delitos desde hace semanas y su marido, sabiéndolo, lo ha negado y ocultado incluso en sede parlamentaria, donde mentir es delito, engañando a los españoles y sobre todo a los que le votaron en Cataluña.
En cualquier país serio, las elecciones catalanas, celebradas con engaño, serían nulas y Sánchez ya habría dimitido o le habrían echado por cómplice de corrupción.
La izquierda decía que la implicación de Begoña era un bulo, pero la verdad es que Begoña Gómez, esposa del mentiroso y estafador Pedro Sánchez, está imputada desde hace semanas y su marido lo sabía, a pesar de lo cual escribió aquella carta hipócrita en la que decía que meditaba si debía o no dimitir y mintió a todos los españoles, desde la tribuna del Congreso.
Aquel presunto informe de la Guardia Civil (UCO), filtrado desde los espacios corruptos que rodean al sanchismo, era una maniobra de falsedad, una argucia destinada a sembrar dudas y a exculpar a la que ya estaba siendo investigada por la justicia, por dos delitos graves.
Sánchez ha mentido y engañado a su pueblos, ha violado la ley, se ha carcajeado de la democracia y ha estafado a los electores en las elecciones catalanas, que votaron socialista creyendo que su líder y su esposa estaban limpios y no eran basura mafiosa.
Muchos en las redes afirman que ella y su marido merecen la cárcel.
Tan sólo la maniobra hipócrita de la carta amenazante y los cinco días de retiro para pensar si se iba o se quedaba es basura suficiente para que un hombre con dignidad dimita. Pero, al parecer, por Moncloa y sus aledaños, la dignidad y la decencia no existen.
España está en manos de un autócrata de primer nivel, un ser capaz de todo, realmente peligroso y dañino.
Francisco Rubiales
En cualquier país serio, las elecciones catalanas, celebradas con engaño, serían nulas y Sánchez ya habría dimitido o le habrían echado por cómplice de corrupción.
La izquierda decía que la implicación de Begoña era un bulo, pero la verdad es que Begoña Gómez, esposa del mentiroso y estafador Pedro Sánchez, está imputada desde hace semanas y su marido lo sabía, a pesar de lo cual escribió aquella carta hipócrita en la que decía que meditaba si debía o no dimitir y mintió a todos los españoles, desde la tribuna del Congreso.
Aquel presunto informe de la Guardia Civil (UCO), filtrado desde los espacios corruptos que rodean al sanchismo, era una maniobra de falsedad, una argucia destinada a sembrar dudas y a exculpar a la que ya estaba siendo investigada por la justicia, por dos delitos graves.
Sánchez ha mentido y engañado a su pueblos, ha violado la ley, se ha carcajeado de la democracia y ha estafado a los electores en las elecciones catalanas, que votaron socialista creyendo que su líder y su esposa estaban limpios y no eran basura mafiosa.
Muchos en las redes afirman que ella y su marido merecen la cárcel.
Tan sólo la maniobra hipócrita de la carta amenazante y los cinco días de retiro para pensar si se iba o se quedaba es basura suficiente para que un hombre con dignidad dimita. Pero, al parecer, por Moncloa y sus aledaños, la dignidad y la decencia no existen.
España está en manos de un autócrata de primer nivel, un ser capaz de todo, realmente peligroso y dañino.
Francisco Rubiales