Ayer me encontré con un ex altísimo cargo de una caja de ahorros ya desaparecidas, incrustada, como otras muchas, en uno de esos nuevos conglomerados, creados bajo presión del Banco de España para diluir las pérdidas y las ruinas. Le pedí que me explicara, por favor, por qué los directivos y consejeros que han arruinado y saqueado las cajas, dañando gravemente el sistema financiero español, no lo han pagado, ni han sido investigados, ni siquiera se les ha reclamado que devuelvan lo robado. Tras decirme que él está limpio y que su jubilación fue ejemplar, me dijo que la clave de la impunidad de los saqueadores está en que "sabemos demasiado".
"Sabemos demasiados secretos y suciedades que implican a muchos poderosos. Sabemos quienes han pedido créditos y no los han devuelto, los que nos obligaron a condonarlos, los que nos exigieron que financiasemos operaciones insolventes y los que cometieron otras muchas tropelías de las que ni siquiera debemos hablar", dijo.
Y explicó que si ahora se acosa a los que se retiraron con un chorro de millones de indemnización, ellos van a defenderse hablando y revelando secretos desestabilizadores. Entonces, la lluvia de excrementos haría insoportable la vida en España.
Por eso, quizás lo mejor sea dejar las cosas como están y empezar de nuevo a construir nuestro sistema financiero, esta vez con ética y decencia, concluyó.
Lo cuento tal como lo escuché, sin que haya podido todavía superar mi estupor e indignación ante esa explicación.
"Sabemos demasiados secretos y suciedades que implican a muchos poderosos. Sabemos quienes han pedido créditos y no los han devuelto, los que nos obligaron a condonarlos, los que nos exigieron que financiasemos operaciones insolventes y los que cometieron otras muchas tropelías de las que ni siquiera debemos hablar", dijo.
Y explicó que si ahora se acosa a los que se retiraron con un chorro de millones de indemnización, ellos van a defenderse hablando y revelando secretos desestabilizadores. Entonces, la lluvia de excrementos haría insoportable la vida en España.
Por eso, quizás lo mejor sea dejar las cosas como están y empezar de nuevo a construir nuestro sistema financiero, esta vez con ética y decencia, concluyó.
Lo cuento tal como lo escuché, sin que haya podido todavía superar mi estupor e indignación ante esa explicación.