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SÓLO EL DIABLO SE NIEGA A DIALOGAR





(A Eusebio -en griego y la realidad, "piadoso"-, mi padre, en el segundo aniversario de su óbito, que conmemoramos hoy sus deudos más allegados y apenados.)

El sábado pasado, en Castelgandolfo, volvieron a cruzarse las miradas, las palabras y los silencios Josef Ratzinger, el Papa Benedicto XVI, y el teólogo disidente vivo por antonomasia, el suizo Hans Küng.

El profesor de la Universidad de Tubinga, que le había solicitado audiencia al obispo de Roma prejuzgando que la susomentada petición caería en saco roto, reconoció estar feliz tras haber dialogado durante dos horas con el Papa y ser invitado más tarde a cenar con y por él, una vez que el pretérito lunes trascendió la buena nueva de que el susodicho encuentro había tenido lugar dos días antes. Asimismo, manifestó que "ha sido una alegría mutua volver a vernos después de tantos años. No nos abrazamos por la sencilla razón de que los germánicos no somos tan extravertidos como los latinos". Otrosí, confesó que "nuestro coloquio me dejó muy satisfecho", que "el Papa está abierto a nuevas ideas", que "no es un Papa que mire al pasado, encerrado en sí mismo" y que "es capaz de escuchar y de mantener la actitud del estudioso o el investigador".

La interviú del Sumo Pontífice con el teólogo crítico, cuya disidencia provocó que éste se rebelara y distanciara del Vaticano (y la jerarquía católica le retirara la missio canonica, la licencia para poder impartir clases de Teología) hace casi un tercio de siglo, revela la sensatez, serenidad y seriedad del Santo Padre, no obstante su elección fue recibida con bastante prevención, excesivo recelo y mucha severidad. Josef Ratzinger vigila el canon dogmático para preservarlo y/o mantenerlo alejado del relativismo demonológico, virulento, pero se acerca a los linderos de una Iglesia cuyos ribazos trata de desbrozar para que cada día quepan cuantos más creyentes y practicantes, mejor.

(Y lo urdido queda como está, a pesar de que hace la tira el menda lerenda entiende que dio de lleno en el blanco, centro de la diana o clavo, quiero decir que acertó, al cambiar soberbia por redundancia, tema por auditorio, pues pasó de querer hablar de Dios a los hombres a hablar de los hombres a Dios.)

Ángel Sáez García


Franky  
Jueves, 29 de Septiembre 2005
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