Colaboraciones

SOBRE EL FRACASO ESCOLAR





Hace unos días, viajando en el autobús, escuché una conversación entre tres mujeres que comentaban algunos aspectos relativos a la escolarización del hijo de una de ellas.

La mujer comentaba que su hijo, que había ido bien en primaria y al que gustaba ir a clase, al llegar a secundaria abandonó completamente y no hubo forma de hacerle entrar en el instituto. Contaba que su hijo no era malo, que no iba con niños conflictivos ni se acercaba a las drogas, simplemente que le resultaba demasiado pesado el horario del instituto.

Ante los requerimientos de la Administración les dijo que no podía hacer nada pues ella tenía que trabajar y no podía llevar al niño al instituto, además, ya habían tenido esa conversación otras tres veces con respecto a otros tres hijos y que ya habían visitado su hogar y habían analizado todo y habían comprobado que era una familia normal y sin problemas.

Entonces bajaron, supongo que para trabajar en alguna casa y ahí quedó mi conocimiento de lo que pensaban esas mujeres.

El resto del trayecto medité en lo escuchado y durante varios días seguí con mis meditaciones ya que es algo que he vivido durante muchos años como profesional de la enseñanza (que no de la educación ya que nunca pretendí educar a nadie pues entiendo que eso corresponde a la familia. Si bien dentro de la enseñanza incluí normas de comportamiento y actitudes ante la vida).

Lo cierto es que tenemos unas cifras de fracaso escolar apabullantes y en eso está de acuerdo todo el mundo. Y si existiera una mínima evaluación independiente, los porcentajes se dispararían.

La situación actual del sistema es más o menos la siguiente:

En primaria no se suspende (no sé si existe el término suspenso) y por tanto se pasa de curso. No hay fracaso escolar, pero los objetivos de la etapa, que son saber leer y escribir y las cuatro operaciones matemáticas básicas, no los cumple más de la mitad de los alumnos.

En secundaria, se encuentran con el problema de un alto porcentaje de alumnos que no saben leer (entendiendo por leer, comprender el mensaje), con lo que las explicaciones no se entienden, los alumnos se aburren y vienen los problemas. Y encima le sumamos la cantidad de horas tan enorme que tienen que estar los niños, porque son niños, en el aula.

Y aquí llega entonces una de las trampas del sistema. Además de mezclar alumnos con diversas capacidades, resulta que ya vienen con deficiencias de primaria, pero no puede haber fracaso escolar. Los suspensos suponen un montón de papeles, por un lado justificando el suspenso y por otro dando material al alumno para que recupere en el verano. ¿Y como va a resolver esos papeles alguien que no sabe leer? Resultado, los profesores ajustan las notas para que no haya fracaso escolar y de paso, no tener que hacer tantos papeles inútiles.

Al final, terminan la secundaria los que tenían que terminar más un cierto número que han llegado hasta allí porque había que maquillar los porcentajes. Y a pesar de todos los maquillajes, el porcentaje de fracaso escolar es muy grande.

Cuando se puso la jornada continua y desaparecieron las clases por la tarde yo dije que me parecía mal, pero todos pontificaron sobre las bondades pedagógicas de ese tipo de jornada. Sin embargo nadie comprendió que la Administración la establecía, no por criterios pedagógicos, sino para que las familias pudieran trabajar de ocho a tres sin problemas. Habían convertido los centros de enseñanza en guarderías.

No importaba que los alumnos madrugaran, que se cansaran, que malcomieran, que por las tardes estuvieran cansados y no les apeteciera hacer deberes. Eso se solucionó en parte, no se ponen deberes. Y además, ponemos actividades deportivas y de otro tipo para que los niños se entretengan. Y no digo que hacer deporte o realizar otras actividades sea malo, simplemente me pregunto si eso les impide el estudio.

Las mujeres también dijeron algo muy desmoralizador pero muy verdadero. Si quieres un trabajo en lo público o en lo privado, tienes que conocer a alguien. En lo privado tiene su lógica, pero en lo público no debería pues las oposiciones son imparciales, pero como lo que se hace es contratar para asegurar votos, estamos en que si no eres amigo de alguien no trabajas. Y eso lo saben los niños y por tanto saben las posibilidades que tienen. Y en ciertos barrios esas posibilidades son nulas para la mayoría. Entonces ¿para que estudiar? Y a un niño de doce o catorce años, medio analfabeto que ve en su entorno lo difícil que es encontrar trabajo no le puedes decir que con estudio se consigue mejorar.

Resumiendo, a los problemas que señalan los estudiosos del tema hay que sumar algunos más que nunca se mencionan por aquello de la corrección política, entre los que están estos indicados más arriba.

Pero esto lo saben los que mandan pero por la razón que sea no ponen remedio. Ignoro si es tan complicado el remedio o simplemente es que ese remedio choca con sus planes políticos. Lo cierto es que el fracaso escolar continúa y va a seguir, aunque dicen que con la nueva ley ha disminuido o va a disminuir. En cualquier caso se mantiene muy por encima del correspondiente a los países de Europa y tampoco se hace mucho por analizar como funcionan en esos países y copiar sus métodos.

Vanlop

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Viernes, 12 de Diciembre 2014
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