Si una fábrica o una tienda pierde dinero cuando abre sus puertas, es señal de que el negocio está enfermo y debe desaparecer. Aunque parezca increíble, existen muchas empresas en España que van tan mal que pierden dinero cuando abren y lo ganan cuando cierran.
Lo peor de todos es que, probablemente, España entera es ya uno de esos negocios ruinosos que ganan más dinero cuando cierran que cuando abren.
La Semana Santa ha sido, para Sevilla, la mejor semana del año, con 240 millones de euros de ingresos, nada menos que 1.22 por ciento del PIB. El éxito de Sevilla ha sido haber cerrado y haberse dedicado a la fiesta. Dentro de pocos días, Sevilla cerrará otra semana entera porque celebra su feria de abril, otra semana gloriosa, plena de riqueza, en la que la crisis desaparecerá casi por arte de magia. La ciudad acumulará más del 2 por ciento de su PIB anual en esa hermosa y brillante semana festiva, con casi trabajo pleno para hoteleros, camareros, toreros, circos, feriantes, caballistas, cocheros, taxistas, folclóricas y toda la fauna del "tipical spanish".
Si España cerrara, muchas cosas se arreglarían: los políticos se irían de vacaciones, dejarían de consumir dietas y de tirar de la Visa Oro y no perjudicarían a España con sus insensateces y mal gobierno; los telediarios, sin políticos descerebrados dándose caña y escandalizando a los ciudadanos, serían un remanso de paz; los legisladores dejarían de decir insensateces en el Parlamento y dejarían de producir leyes inútiles para justificar su escaso trabajo; la gente se lanzaría a las carreteras y llenaría sus depósitos de combustibles, los restaurantes, los bares y los hoteles, con lo que España entera comenzaría a resurgir, empujada por el consumo.
Las fabricas, cerradas, tendrían un respiro porque todas producen más de lo que venden y así conseguirían bajar los stocks. Los obreros seguirían cobrando, pero al menos no producirían, lo que representa un respiro, tal como está de deprimido el mercado. Las tiendas que quieran vender, podrán hacerlo, como hacen las de los ejemplares chinos, y cerrarían los que no tienen demasiado interés en las ventas. Los funcionarios, que son más del doble de los que realmente necesita el país, al no trabajar, tendrían más tiempo para consumir y al menos serán útiles gastando. Los gastos en sanidad, muy importantes para el erario público, está demostrado que descienden durante los días de fiesta y hasta la gente se pone menos enferma. Los colegios y universidades, cerrados, quizás estén mejor porque muchos aprenden en esos centros a ser indisciplinados, pendencieros y hasta delincuentes futuros.
Con una España en fiesta permanente, Zapatero y los suyos serían felices porque cobrarán más impuestos indirectos y demostrarán que con el socialismo en el poder, ni siquiera es necesario el trabajo para vivir.
Habría que estudiar detenidamente el asunto y analizar las ventajas económicas y posibles daños, porque el cierre definitivo de España podría ser, por ahora, perjudicial. El país, por ahora, parece que no está preparado para cerrar durante todo el año, aunque pronto quizás lo esté. En estos momentos, lo ideal quizás sea cerrar una semana sí y la otra no.
El único capítulo para el que el cierre sería perjudicial es el de la violencia doméstica porque está demostrado que la gente se odia más cuando está de vacaciones y está obligada a convivir. Es casi seguro que aumentarían las muertes por violencia de género.
Tal vez esa sea la razón principal que impide a Zapatero darnos la gran noticia de que España cierra. Si no fuera por eso, es casi seguro que el gran timonel habría ya cerrado este infernal garito.
Lo peor de todos es que, probablemente, España entera es ya uno de esos negocios ruinosos que ganan más dinero cuando cierran que cuando abren.
La Semana Santa ha sido, para Sevilla, la mejor semana del año, con 240 millones de euros de ingresos, nada menos que 1.22 por ciento del PIB. El éxito de Sevilla ha sido haber cerrado y haberse dedicado a la fiesta. Dentro de pocos días, Sevilla cerrará otra semana entera porque celebra su feria de abril, otra semana gloriosa, plena de riqueza, en la que la crisis desaparecerá casi por arte de magia. La ciudad acumulará más del 2 por ciento de su PIB anual en esa hermosa y brillante semana festiva, con casi trabajo pleno para hoteleros, camareros, toreros, circos, feriantes, caballistas, cocheros, taxistas, folclóricas y toda la fauna del "tipical spanish".
Si España cerrara, muchas cosas se arreglarían: los políticos se irían de vacaciones, dejarían de consumir dietas y de tirar de la Visa Oro y no perjudicarían a España con sus insensateces y mal gobierno; los telediarios, sin políticos descerebrados dándose caña y escandalizando a los ciudadanos, serían un remanso de paz; los legisladores dejarían de decir insensateces en el Parlamento y dejarían de producir leyes inútiles para justificar su escaso trabajo; la gente se lanzaría a las carreteras y llenaría sus depósitos de combustibles, los restaurantes, los bares y los hoteles, con lo que España entera comenzaría a resurgir, empujada por el consumo.
Las fabricas, cerradas, tendrían un respiro porque todas producen más de lo que venden y así conseguirían bajar los stocks. Los obreros seguirían cobrando, pero al menos no producirían, lo que representa un respiro, tal como está de deprimido el mercado. Las tiendas que quieran vender, podrán hacerlo, como hacen las de los ejemplares chinos, y cerrarían los que no tienen demasiado interés en las ventas. Los funcionarios, que son más del doble de los que realmente necesita el país, al no trabajar, tendrían más tiempo para consumir y al menos serán útiles gastando. Los gastos en sanidad, muy importantes para el erario público, está demostrado que descienden durante los días de fiesta y hasta la gente se pone menos enferma. Los colegios y universidades, cerrados, quizás estén mejor porque muchos aprenden en esos centros a ser indisciplinados, pendencieros y hasta delincuentes futuros.
Con una España en fiesta permanente, Zapatero y los suyos serían felices porque cobrarán más impuestos indirectos y demostrarán que con el socialismo en el poder, ni siquiera es necesario el trabajo para vivir.
Habría que estudiar detenidamente el asunto y analizar las ventajas económicas y posibles daños, porque el cierre definitivo de España podría ser, por ahora, perjudicial. El país, por ahora, parece que no está preparado para cerrar durante todo el año, aunque pronto quizás lo esté. En estos momentos, lo ideal quizás sea cerrar una semana sí y la otra no.
El único capítulo para el que el cierre sería perjudicial es el de la violencia doméstica porque está demostrado que la gente se odia más cuando está de vacaciones y está obligada a convivir. Es casi seguro que aumentarían las muertes por violencia de género.
Tal vez esa sea la razón principal que impide a Zapatero darnos la gran noticia de que España cierra. Si no fuera por eso, es casi seguro que el gran timonel habría ya cerrado este infernal garito.