Sí; dilecta abuela, excelsa patrona tudelana (no obstante la Justicia deberá seguir sus caminos, cauces o procedimientos), apiádate más de quien más lo necesita, que, en el caso que nos ocupa aquí y ahora, es el de M. Á. S., o sea, el de Miguel Ángel Santano.
Aunque la intuición es reputada, desde tiempos inmemoriales, quiero decir, proverbialmente, bien, don, facultad o virtud femenina (si no marro ni recuerdo mal, fue el premio Nobel Rudyard Kipling quien primero esgrimió la idea –y poco después la escribió en un papel- de que “la intuición de una mujer es más exacta que la certeza de un hombre”), vaya por delante que tengo para mí por apodíctico que ETA no tiene absolutamente nada que ver con el macro o pluriatentado matritense del 11-M.
Vaya inmediatamente, a continuación, que, si algunos militantes del PP, los “zaplanistas”, sobre todo, están obsesionados con hallar algún dato que pueda relacionar el 11-M con ETA, a algunos afiliados al PSOE les lleva de cabeza, por la calle de la amargura, que algún día pueda encontrarse un solo lazo que los una. He aquí, monda y lironda, la razón por la que en la Comisaría General de la Policía Científica o donde fuere, dentro o fuera de ella, se hizo la chapuza que ha trascendido del doble informe (eso sí, con idéntico número de referencia, el 48-Q3-05), el burdo “cambiazo” (nada de “borrador” –a menos que todos lo sean o merezcan tal, dicha consideración, mientras quienes tengan potestad para hacerlo, no estampen sobre el ellos los preceptivos plácet y/o níhil óbstat-) que, en lugar de contribuir a aclarar las cosas (acallando los sacos repletos de gárrulas hesitaciones que aquéllas acarreaban), han venido a sembrar más y más sombras de dudas, a enturbiar aún más el cotarro.
Así que, en este punto concreto, discrepo de la roda al codaste, en el fondo y en la forma, con mi amigo “Txema”. Aunque ambos nos confesemos socialistas (pero el menda lerenda, “Otramotro” –te sonará, amable, atento, dilecto, discreto y selecto lector de estos renglones torcidos, seguramente, de otras oportunidades-, ya lo ha reconocido otras veces en otros tantos “cronotopos”, con síncopa, esto es, sin la sílaba “cia”, abreviatura de compañía, mas sin tilde, ergo solista) y participemos de buena parte o el grueso del ideario de dicha formación política, no estamos de acuerdo en cómo se gestionaron y aun llevan las cosas en este caso, el del ácido bórico.
En resumen, que, según mi criterio, el bululú del affaire susomentado tiene su origen en un punto en el que se juntaron la ausencia de hambre (tal vez por empacho de despacho) de los “hunos” con las ávidas y voraces ganas de comer de los “hotros”, o viceversa.
No sé por qué diantres me tiene que venir ahora al pesquis, al tiempo y (quizás también) objeto de clausurar este texto, el chiste del “cuesco”. En Andalucía, en el interior de una farmacia atestada de gente, un tipo, tras tirarse un pedo ruidoso y pestilente, se pone a leer en voz alta las etiquetas de los tarros de un anaquel: “Ácido acético, ácido bórico, ácido sulfúrico…”. Un amigo del tipo en cuestión, que le ha acompañado a la botica, le corta: “Compare, no dizimule; no te molezte; puez me da a la narí que to er mundo zabe que ha zido tú er der peo”.
Ángel Sáez García
Aunque la intuición es reputada, desde tiempos inmemoriales, quiero decir, proverbialmente, bien, don, facultad o virtud femenina (si no marro ni recuerdo mal, fue el premio Nobel Rudyard Kipling quien primero esgrimió la idea –y poco después la escribió en un papel- de que “la intuición de una mujer es más exacta que la certeza de un hombre”), vaya por delante que tengo para mí por apodíctico que ETA no tiene absolutamente nada que ver con el macro o pluriatentado matritense del 11-M.
Vaya inmediatamente, a continuación, que, si algunos militantes del PP, los “zaplanistas”, sobre todo, están obsesionados con hallar algún dato que pueda relacionar el 11-M con ETA, a algunos afiliados al PSOE les lleva de cabeza, por la calle de la amargura, que algún día pueda encontrarse un solo lazo que los una. He aquí, monda y lironda, la razón por la que en la Comisaría General de la Policía Científica o donde fuere, dentro o fuera de ella, se hizo la chapuza que ha trascendido del doble informe (eso sí, con idéntico número de referencia, el 48-Q3-05), el burdo “cambiazo” (nada de “borrador” –a menos que todos lo sean o merezcan tal, dicha consideración, mientras quienes tengan potestad para hacerlo, no estampen sobre el ellos los preceptivos plácet y/o níhil óbstat-) que, en lugar de contribuir a aclarar las cosas (acallando los sacos repletos de gárrulas hesitaciones que aquéllas acarreaban), han venido a sembrar más y más sombras de dudas, a enturbiar aún más el cotarro.
Así que, en este punto concreto, discrepo de la roda al codaste, en el fondo y en la forma, con mi amigo “Txema”. Aunque ambos nos confesemos socialistas (pero el menda lerenda, “Otramotro” –te sonará, amable, atento, dilecto, discreto y selecto lector de estos renglones torcidos, seguramente, de otras oportunidades-, ya lo ha reconocido otras veces en otros tantos “cronotopos”, con síncopa, esto es, sin la sílaba “cia”, abreviatura de compañía, mas sin tilde, ergo solista) y participemos de buena parte o el grueso del ideario de dicha formación política, no estamos de acuerdo en cómo se gestionaron y aun llevan las cosas en este caso, el del ácido bórico.
En resumen, que, según mi criterio, el bululú del affaire susomentado tiene su origen en un punto en el que se juntaron la ausencia de hambre (tal vez por empacho de despacho) de los “hunos” con las ávidas y voraces ganas de comer de los “hotros”, o viceversa.
No sé por qué diantres me tiene que venir ahora al pesquis, al tiempo y (quizás también) objeto de clausurar este texto, el chiste del “cuesco”. En Andalucía, en el interior de una farmacia atestada de gente, un tipo, tras tirarse un pedo ruidoso y pestilente, se pone a leer en voz alta las etiquetas de los tarros de un anaquel: “Ácido acético, ácido bórico, ácido sulfúrico…”. Un amigo del tipo en cuestión, que le ha acompañado a la botica, le corta: “Compare, no dizimule; no te molezte; puez me da a la narí que to er mundo zabe que ha zido tú er der peo”.
Ángel Sáez García