El anuncio de que Rosa Díez, Fernando Savater y otros muchos socialistas honestos se disponen a crear un nuevo partido que recupere los valores de la izquierda democrática, abandonados y vejados por el PSOE de Zapatero, ha disparado la ilusión y la esperanza en cientos de miles de españoles que, sintiéndose de izquierdas, no pueden comulgar con la arrogancia, el abandono de los valores y la degeneración democrática que está propiciando el PSOE en España.
Algunos políticos, quizás espoleados por la disidencia y el rechazo de sus respectivos partidos, donde ya no tienen sitio, empiezan a entender que la actual división en derechas e izquierdas, basada en ideologías de hace dos siglos, ya amortizadas, es obsotela. La actual división de la sociedad española en derechas que quieren parecer izquierdas y en izquierdas que gobiernan como derechas es tan irracional como ridícula y pide a gritos nuevas plataformas políticas que tengan en cuenta al ciudadano y que recuperen la honradez, la decencia y los valores democráticos que han sido frívolamente dinamitados.
La única división política que tienen sentido en esta era del conocimiento es la que separa a los demócratas de los totalitarios o a la gente de bien de los golfos y corruptos.
La intención de vincular el nuevo partido a "Ciudadanos", una plataforma surgida de la parte sana de la podrida sociedad catalana, también constituye un acierto y una esperanza, ya que Ciutadans ha sabido conectar con los deseos y sueños de buena parte de la sociedad española que permanece libre del virus de la degradación política: recuperar la democracia, devolver el protagonismo al ciudadano, que le ha sido arrebatado por los partidos políticos profesionalizados, hacer retroceder a esos partidos políticos, insaciables y borrachos de poder, eliminar la corrupción y reformar las reglas del juego democrático para que los nacionalismos, generalmente minoritarios y con escaso apoyo en votos, tengan el peso que les corresponde en la democracia, no el desproporcionado que ahora disfrutan como consecuencia de un diseño estúpido de la Ley Elecectoral.
El nuevo partido, surgido en el País Vasco, un territorio que, como Cataluña, está dominado por el nacionalismo extremo y sometido a tensiones totalitarias, si consiguiera fusionarse con Ciudadanos podría aspirar a revolucionar y revitalizar el agotado y desilusionante mapa político español actual, donde los dos partidos mayoritarios reflejan claros síntomas de decadencia.
Rabiosamente enfrentados entre sí, obsesionados por el poder e incapaces de pactar, ni siquiera en aras del bien común, el PSOE y el PP, los dos grandes partidos políticos de la España actual, están ofreciendo a los ciudadanos un espectáculo indecente de degradación política, consiguiendo que la democracia retroceda y que el divorcio entre ciudadanos y políticos sea cada día más irreversible.
La nueva plataforma podría convertirse así en una ilusionante "tercera vía", capaz de ganarse el favor de los ciudadanos demócratas, de introducir ilusión en la política y de regenerar la podrida democracia española.
Algunos políticos, quizás espoleados por la disidencia y el rechazo de sus respectivos partidos, donde ya no tienen sitio, empiezan a entender que la actual división en derechas e izquierdas, basada en ideologías de hace dos siglos, ya amortizadas, es obsotela. La actual división de la sociedad española en derechas que quieren parecer izquierdas y en izquierdas que gobiernan como derechas es tan irracional como ridícula y pide a gritos nuevas plataformas políticas que tengan en cuenta al ciudadano y que recuperen la honradez, la decencia y los valores democráticos que han sido frívolamente dinamitados.
La única división política que tienen sentido en esta era del conocimiento es la que separa a los demócratas de los totalitarios o a la gente de bien de los golfos y corruptos.
La intención de vincular el nuevo partido a "Ciudadanos", una plataforma surgida de la parte sana de la podrida sociedad catalana, también constituye un acierto y una esperanza, ya que Ciutadans ha sabido conectar con los deseos y sueños de buena parte de la sociedad española que permanece libre del virus de la degradación política: recuperar la democracia, devolver el protagonismo al ciudadano, que le ha sido arrebatado por los partidos políticos profesionalizados, hacer retroceder a esos partidos políticos, insaciables y borrachos de poder, eliminar la corrupción y reformar las reglas del juego democrático para que los nacionalismos, generalmente minoritarios y con escaso apoyo en votos, tengan el peso que les corresponde en la democracia, no el desproporcionado que ahora disfrutan como consecuencia de un diseño estúpido de la Ley Elecectoral.
El nuevo partido, surgido en el País Vasco, un territorio que, como Cataluña, está dominado por el nacionalismo extremo y sometido a tensiones totalitarias, si consiguiera fusionarse con Ciudadanos podría aspirar a revolucionar y revitalizar el agotado y desilusionante mapa político español actual, donde los dos partidos mayoritarios reflejan claros síntomas de decadencia.
Rabiosamente enfrentados entre sí, obsesionados por el poder e incapaces de pactar, ni siquiera en aras del bien común, el PSOE y el PP, los dos grandes partidos políticos de la España actual, están ofreciendo a los ciudadanos un espectáculo indecente de degradación política, consiguiendo que la democracia retroceda y que el divorcio entre ciudadanos y políticos sea cada día más irreversible.
La nueva plataforma podría convertirse así en una ilusionante "tercera vía", capaz de ganarse el favor de los ciudadanos demócratas, de introducir ilusión en la política y de regenerar la podrida democracia española.