La prensa revela hoy que el gobierno conocía desde septiembre los movimientos de Rusia para apropiarse de parte del sector energético español, pero, como suele hacer, los ha silenciado para poder soltarlos, ya cocinados y en el momento más propicio. Ese momento parece haber llegado ahora, cuando la ruina se adueña de España y, bajo el inepto y dañino liderazgo de Zapatero, se volatiza a velocidad de vértigo la riqueza que España acumuló en las pasadas décadas.
Abriendo el debate sobre la compra de Repsol, el gobierno consigue evitar el desgaste que merece por su ineficiente liderazgo y por su falta de imaginación y solvencia ante la crisis. Apelando al nacionalismo y esgrimiendo el fantasma de que una empresa estratégica española caiga en poder de los rusos, evita que la gente tome conciencia del drama que está atravesando nuestra sociedad, donde miles de ciudadanos pierden su puesto de trabajo cada día y cientos de empresas cierran ante la culposa pasividad del gobierno.
Mientras esgrimen el grito de "¡Que vienen los rusos!, los ciudadanos tampoco piensan en el desastre al que nos está llevando el gobierno de Zapatero, endeudando a las tres próximas generaciones de españoles e hipotecando la riqueza futura de la nación de manera frívola e ineficiente.
Esas son las verdaderas claves del asunto Repsol, cuya compra por parte de los rusos podría hasta ser una cortina de humo que esconda otra compra francesa, fruto de la absurda y pueril promesa de "haré lo que me pidas", que hizo el acomplejado Zapatero al astuto líder francés cuando este le cedió un asiento de segunda cflase en la reciente cumbre de Washington.
Para un demócrata, las enseñanzas de todo este turbio asunto son claras:
Zapatero es un líder de pésima calidad sal que hay que sacar pronto del poder por razones profilácticas.
La manipulación de la información en España es inmoral y antidemocrática.
El gobierno es capaz de engañar y de manipularlo todo con tal de evitar pagar la factura que merece por su pésimo papel frente a la crisis.
Zapatero está dispuesto a evitar por todos los medios que España tome conciencia de la cruel realidad a la que nos ha conducido su inepto liderazgo: cierre masivo de empresas, perdida de empleos al sobrecogedor ritmo de más de 6.000 diarios, endeudamiento de las tres próximas generaciones de españoles, liquidación de la riqueza que acumulamos en las dos últimas décadas, corrupción, irrespeto de las reglas democráticas, desprestigio de la política y de la gestión pública y un triste y nocivo decaimiento moral y político de la sociedad, mal dirigida y gobernada.
Abriendo el debate sobre la compra de Repsol, el gobierno consigue evitar el desgaste que merece por su ineficiente liderazgo y por su falta de imaginación y solvencia ante la crisis. Apelando al nacionalismo y esgrimiendo el fantasma de que una empresa estratégica española caiga en poder de los rusos, evita que la gente tome conciencia del drama que está atravesando nuestra sociedad, donde miles de ciudadanos pierden su puesto de trabajo cada día y cientos de empresas cierran ante la culposa pasividad del gobierno.
Mientras esgrimen el grito de "¡Que vienen los rusos!, los ciudadanos tampoco piensan en el desastre al que nos está llevando el gobierno de Zapatero, endeudando a las tres próximas generaciones de españoles e hipotecando la riqueza futura de la nación de manera frívola e ineficiente.
Esas son las verdaderas claves del asunto Repsol, cuya compra por parte de los rusos podría hasta ser una cortina de humo que esconda otra compra francesa, fruto de la absurda y pueril promesa de "haré lo que me pidas", que hizo el acomplejado Zapatero al astuto líder francés cuando este le cedió un asiento de segunda cflase en la reciente cumbre de Washington.
Para un demócrata, las enseñanzas de todo este turbio asunto son claras:
Zapatero es un líder de pésima calidad sal que hay que sacar pronto del poder por razones profilácticas.
La manipulación de la información en España es inmoral y antidemocrática.
El gobierno es capaz de engañar y de manipularlo todo con tal de evitar pagar la factura que merece por su pésimo papel frente a la crisis.
Zapatero está dispuesto a evitar por todos los medios que España tome conciencia de la cruel realidad a la que nos ha conducido su inepto liderazgo: cierre masivo de empresas, perdida de empleos al sobrecogedor ritmo de más de 6.000 diarios, endeudamiento de las tres próximas generaciones de españoles, liquidación de la riqueza que acumulamos en las dos últimas décadas, corrupción, irrespeto de las reglas democráticas, desprestigio de la política y de la gestión pública y un triste y nocivo decaimiento moral y político de la sociedad, mal dirigida y gobernada.