El rey premia al pte. de la CCM, Hdez. Moltó
Las últimas encuestas le señalan ya como probable ganador de las próximas elecciones generales en España, pero él sigue sin entusiasmar al electorado, sin atraer ni convencer. Mariano Rajoy, líder de la derecha española, llegará a la Moncloa impulsado por el fracaso de Zapatero y se perfila ya como el primer presidente del gobierno español que llegue al cargo como mal menor, sin despertar esperanza o ilusión, sólo porque el mal gobierno de su rival, Zapatero, provoca rechazo, nauseas y desconfianza extrema.
Quizás Rajoy esté contento porque se le abren las puertas del poder, pero su llegada a la Moncloa, consecuencia de los fallos de su adversario y no de sus propios méritos, será motivo de luto para los demócratas españoles, que tienen que asumir a un presidente cuyo único mérito es ser el "relevo" natural de un Zapatero que ha demostrado ser el peor líder político de España desde el siglo XIX, cuando el sinvergüenza de Fernando VII engañó, subyugó y arruinó a la nación española.
Por culpa del nefasto Zapatero, es más que probable que Rajoy llegue al poder sin convencer a nadie, sin entusiasmar, sin haber desplegado antes con éxito un programa convincente contra los grandes males de España: pobreza, fracaso económico, desempleo, inseguridad, desconfianza, miedo y, sobre todo, una corrupción que infecta también al Partido Popular.
La intervención de la Caja de Castilla la Mancha (CCM) por el Banco de España, cuyo coste, superior al billón y medio de las antiguas pesetas, tendrá que ser pagado por los sufridos contribuyentes españoles, no ha sido tanto un síntoma de la grave crisis financiera que asola al mundo sino una consecuencia de la corrupción galopante que corroe la política española.
Muchos españoles empiezan a sospechar que la corrupción es mucho mayor de lo que se percibe y que los políticos están ocultando el drama para evitar que el país se lance a la calle para exigir limpieza y justicia.
En Voto en Blanco hemos indagado y las conclusiones provisionales son descorazonadoras y enervantes:
En los estados mayores de los grandes partidos políticos afirman que la "prudencia" es obligada en estos momentos para no desatar una guerra a muerte en la que ambos partidos se arrojen al rostro los centenares de casos de corrupción que cada uno tiene guardados en la recámara.
Los partidos políticos están atrapados en el foso de la corrupción. Los abusos e irregularidades son demasiados y afectan al urbanismo, a concesiones, a préstamos de cajas de ahorros, a contratos, a subvenciones, a información confidencial y a muchas irregularidades de todo tipo. Cada partido tiene su propia alforja repleta y también una nutrida batería de "dossiers" sobre irregularidades del contrario, transformados en munición demoledora dispuesta para ser filtrada a la prensa.
Esos "dossiers" actúan como fuerza disuasora que impone la convivencia pacífica y el silencio. Con los dossiers ocurre lo mismo que ocurría con los misiles rusos y americanos durante la etapa dura de la "Guerra Fría", que al apuntarse mutuamente garantizaban la paz. La capacidad de destrucción mutua de los partidos políticos españoles es tan grande que nadie denuncia por miedo a ser denunciado.
La falta de brío del PP, su escasa capacidad de exigencia política al PSOE y hasta su silencio ante los abusos, dramas y hasta posibles tramas corruptas y delictivas, como la reciente de Caja de Castilla la Mancha (CCM), es incomprensible y sospechoso, pero se explica por el fenómeno de la fuerza disuasoria del adversario. Nadie entiende por qué razón un Rajoy blando y cobarde no se atreve a denunciar la corrupción que emana a borbotones de la vida política española, salvo que se acepte que no denuncia porque teme ser denunciado.
Sin embargo, el escándalo de la CCM es de tales proporciones que merece una investigación de la Justicia, al margen de los políticos. Las sospechas de que el agujero es mucho mayor de lo que el gobierno ha admitido y que las irregularidades de los políticos gestores de esa caja podrían haber sobrepasado cualquier nivel de corrupción imaginable toman cuerpo y corroen como el ácido la confianza de los españoles en el sistema financiero y en sus dirigentes.
Ante el drama e la CCM, el PP debería exigir comisiones de investigación, no sólo en Castilla la Mancha sino también en las Cortes Generales, además de interponer denuncias ante los tribunales por malversación y otros delitos societarios y relacionados con la corrupción.
Pero, ante la sospecha fundada de que nuestros políticos sean ya impotentes para luchar contra una corrupción que puede arrojar a España al basurero, quizás ha llegado la hora del ciudadano, que debe tomar el relevo y asumir el protagonismo, aplicando el sabio axioma de que "la política es demasiado importante para dejarla en manos de los políticos".
Quizás Rajoy esté contento porque se le abren las puertas del poder, pero su llegada a la Moncloa, consecuencia de los fallos de su adversario y no de sus propios méritos, será motivo de luto para los demócratas españoles, que tienen que asumir a un presidente cuyo único mérito es ser el "relevo" natural de un Zapatero que ha demostrado ser el peor líder político de España desde el siglo XIX, cuando el sinvergüenza de Fernando VII engañó, subyugó y arruinó a la nación española.
Por culpa del nefasto Zapatero, es más que probable que Rajoy llegue al poder sin convencer a nadie, sin entusiasmar, sin haber desplegado antes con éxito un programa convincente contra los grandes males de España: pobreza, fracaso económico, desempleo, inseguridad, desconfianza, miedo y, sobre todo, una corrupción que infecta también al Partido Popular.
La intervención de la Caja de Castilla la Mancha (CCM) por el Banco de España, cuyo coste, superior al billón y medio de las antiguas pesetas, tendrá que ser pagado por los sufridos contribuyentes españoles, no ha sido tanto un síntoma de la grave crisis financiera que asola al mundo sino una consecuencia de la corrupción galopante que corroe la política española.
Muchos españoles empiezan a sospechar que la corrupción es mucho mayor de lo que se percibe y que los políticos están ocultando el drama para evitar que el país se lance a la calle para exigir limpieza y justicia.
En Voto en Blanco hemos indagado y las conclusiones provisionales son descorazonadoras y enervantes:
En los estados mayores de los grandes partidos políticos afirman que la "prudencia" es obligada en estos momentos para no desatar una guerra a muerte en la que ambos partidos se arrojen al rostro los centenares de casos de corrupción que cada uno tiene guardados en la recámara.
Los partidos políticos están atrapados en el foso de la corrupción. Los abusos e irregularidades son demasiados y afectan al urbanismo, a concesiones, a préstamos de cajas de ahorros, a contratos, a subvenciones, a información confidencial y a muchas irregularidades de todo tipo. Cada partido tiene su propia alforja repleta y también una nutrida batería de "dossiers" sobre irregularidades del contrario, transformados en munición demoledora dispuesta para ser filtrada a la prensa.
Esos "dossiers" actúan como fuerza disuasora que impone la convivencia pacífica y el silencio. Con los dossiers ocurre lo mismo que ocurría con los misiles rusos y americanos durante la etapa dura de la "Guerra Fría", que al apuntarse mutuamente garantizaban la paz. La capacidad de destrucción mutua de los partidos políticos españoles es tan grande que nadie denuncia por miedo a ser denunciado.
La falta de brío del PP, su escasa capacidad de exigencia política al PSOE y hasta su silencio ante los abusos, dramas y hasta posibles tramas corruptas y delictivas, como la reciente de Caja de Castilla la Mancha (CCM), es incomprensible y sospechoso, pero se explica por el fenómeno de la fuerza disuasoria del adversario. Nadie entiende por qué razón un Rajoy blando y cobarde no se atreve a denunciar la corrupción que emana a borbotones de la vida política española, salvo que se acepte que no denuncia porque teme ser denunciado.
Sin embargo, el escándalo de la CCM es de tales proporciones que merece una investigación de la Justicia, al margen de los políticos. Las sospechas de que el agujero es mucho mayor de lo que el gobierno ha admitido y que las irregularidades de los políticos gestores de esa caja podrían haber sobrepasado cualquier nivel de corrupción imaginable toman cuerpo y corroen como el ácido la confianza de los españoles en el sistema financiero y en sus dirigentes.
Ante el drama e la CCM, el PP debería exigir comisiones de investigación, no sólo en Castilla la Mancha sino también en las Cortes Generales, además de interponer denuncias ante los tribunales por malversación y otros delitos societarios y relacionados con la corrupción.
Pero, ante la sospecha fundada de que nuestros políticos sean ya impotentes para luchar contra una corrupción que puede arrojar a España al basurero, quizás ha llegado la hora del ciudadano, que debe tomar el relevo y asumir el protagonismo, aplicando el sabio axioma de que "la política es demasiado importante para dejarla en manos de los políticos".