Rajoy debería viajar con urgencia a Cuba para aprender. Allí, Raul Castro está poniendo en la calle a 500.000 trabajadores (el plan es que el Estado cubano se libre de más de 1 millón del total de 4,2 millones de haraganes que tiene en sus nóminas), a los que les ofrece convertirse en cuentapropistas y, como medio de subsistencia, trabajar de cuidadores de baños públicos, cuidadores de parques, limpiabotas, masajistas y vendedores ambulantes, entre otras ocupaciones (la lista aprobada ofrece la posibilidad de escoger entre 178 "pequeños negocios").
En España, la cifra de amigos del partido colocados en las distintas administraciones públicas socialistas es, curiosamente, muy parecido. Los expertos calculan en unos 500.000 los enchufados innecesarios colocados en el sector público español por el PSOE, sólo porque son amigos del partido o de alguno de sus dirigentes. Ese personal, completamente prescindible, no aporta en realidad nada al bien común y sólo convierte al Estado en más monstruoso, insostenible e imposible de financiar.
El ejército superfluo de enchufados está integrado por asesores, secretarios, adjuntos, contratados temporales, sustitutos y personal contratado por empresas públicas, fundaciones, organismos y ONGs que viven de las sunvenciones públicas. Ese ya enorme tropa innecesaria y muchas veces ociosa es como un inmensa "sobredosis" para el aparato del Estado, que ya ha sido atiborrado por los socialistas, durante los últimos años, por los cientos de miles que han conseguido puestos fijos en la administración gracias al enchufe del partido o a la ayuda de jefes políticos o sindicales, gracias a concursos trucados, información privilegiada o, simplemente, por trucos que alteran las prioridades y la igualdad de oportunidades.
La Cuba de los Castro no era, como se ha afirmado hasta ahora, el único país del mundo donde se cobraba sin trabajar. La España de Zapatero, con legiones de enchufados del partido en el poder colocados en el Estado, muchos de ellos sin acudir al puesto de trabajo y otros muchos sin trabajo real que desempeñar en las instituciones y empresas públicas donde acuden, no le va a la zaga.
En Andalucía, donde las encuestas vaticinan ya una derrota del POE y la entrada en la Junta de la derecha, después de tres décadas de dominio socialista, los jerifaltes del PSOE quieren hacer fijos a 20.000 contratados por la Junta, muchos de ellos inútiles y recomendados del partido, sugún denuncias del PP.
Tengo en mi poder un estudio que, según me aseguran, fue elaborado por orden de la Confederación de Empresarios de Andalucía, aunque no puedo demostrarlo porque los papeles carecen de membrete, según el cual si Arenas ganase las próximas elecciones andaluzas y se produjera un relevo en el poder, el costo de ese cambio oscilaría entre los 10.000 y los 12.000 millones de euros (casi dos billones de las antiguas pesetas), una cantidad fabulosa, suficiente para arruinar por si sola al ya postrado y deficitario Estado español. El grueso de ese dinero sería necesario para echar a los superfluos miles de enchufados del PSOE, colocados en el sector público, para indemnizar a los que tengan derecho a ello y para "colocar" a los miles de militantes del PP que llevan tres décadas esperando su oportunidad para poder vivir del erario público.
Pensándolo bien, Arenas debería viajar a la habana, acompañando a Rajoy, para estudiar la forma como Raul Castro va a reconvertir a los haraganes mantenidos por el Estado en trabajadores por cuenta propia ("cuentapropistas" le llaman allí). Como no hay dinero en las arcas públicas, quizás tenga que convertir en cuentapropistas no sólo a los superfluos del PSOE, sino también a los miles de los suyos que esperan una colocación pública.
Por si sirve, le brindo a Arenas una idea gratis: como Andalucía no tiene otra riqueza que las subvenciones públicas, que ya no funcionan, y el turismo, quizás fuera conveniente hacer un travase y convertir a los subvencionados en trabajadores del turismo. Para ello habría que convertir las ciudadades y pueblos andaluces en un gigantesco parque temático para turistas extranjeros, donde los hoy enchufados del partido animaran las calles y plazas, cada mañana, vestidos de toreros, picadores, bandoleros, garrochistas y folclóricos, todo un ejército atractivo y cargado de tipismo que haría las delicias del turismo mundial.
En España, la cifra de amigos del partido colocados en las distintas administraciones públicas socialistas es, curiosamente, muy parecido. Los expertos calculan en unos 500.000 los enchufados innecesarios colocados en el sector público español por el PSOE, sólo porque son amigos del partido o de alguno de sus dirigentes. Ese personal, completamente prescindible, no aporta en realidad nada al bien común y sólo convierte al Estado en más monstruoso, insostenible e imposible de financiar.
El ejército superfluo de enchufados está integrado por asesores, secretarios, adjuntos, contratados temporales, sustitutos y personal contratado por empresas públicas, fundaciones, organismos y ONGs que viven de las sunvenciones públicas. Ese ya enorme tropa innecesaria y muchas veces ociosa es como un inmensa "sobredosis" para el aparato del Estado, que ya ha sido atiborrado por los socialistas, durante los últimos años, por los cientos de miles que han conseguido puestos fijos en la administración gracias al enchufe del partido o a la ayuda de jefes políticos o sindicales, gracias a concursos trucados, información privilegiada o, simplemente, por trucos que alteran las prioridades y la igualdad de oportunidades.
La Cuba de los Castro no era, como se ha afirmado hasta ahora, el único país del mundo donde se cobraba sin trabajar. La España de Zapatero, con legiones de enchufados del partido en el poder colocados en el Estado, muchos de ellos sin acudir al puesto de trabajo y otros muchos sin trabajo real que desempeñar en las instituciones y empresas públicas donde acuden, no le va a la zaga.
En Andalucía, donde las encuestas vaticinan ya una derrota del POE y la entrada en la Junta de la derecha, después de tres décadas de dominio socialista, los jerifaltes del PSOE quieren hacer fijos a 20.000 contratados por la Junta, muchos de ellos inútiles y recomendados del partido, sugún denuncias del PP.
Tengo en mi poder un estudio que, según me aseguran, fue elaborado por orden de la Confederación de Empresarios de Andalucía, aunque no puedo demostrarlo porque los papeles carecen de membrete, según el cual si Arenas ganase las próximas elecciones andaluzas y se produjera un relevo en el poder, el costo de ese cambio oscilaría entre los 10.000 y los 12.000 millones de euros (casi dos billones de las antiguas pesetas), una cantidad fabulosa, suficiente para arruinar por si sola al ya postrado y deficitario Estado español. El grueso de ese dinero sería necesario para echar a los superfluos miles de enchufados del PSOE, colocados en el sector público, para indemnizar a los que tengan derecho a ello y para "colocar" a los miles de militantes del PP que llevan tres décadas esperando su oportunidad para poder vivir del erario público.
Pensándolo bien, Arenas debería viajar a la habana, acompañando a Rajoy, para estudiar la forma como Raul Castro va a reconvertir a los haraganes mantenidos por el Estado en trabajadores por cuenta propia ("cuentapropistas" le llaman allí). Como no hay dinero en las arcas públicas, quizás tenga que convertir en cuentapropistas no sólo a los superfluos del PSOE, sino también a los miles de los suyos que esperan una colocación pública.
Por si sirve, le brindo a Arenas una idea gratis: como Andalucía no tiene otra riqueza que las subvenciones públicas, que ya no funcionan, y el turismo, quizás fuera conveniente hacer un travase y convertir a los subvencionados en trabajadores del turismo. Para ello habría que convertir las ciudadades y pueblos andaluces en un gigantesco parque temático para turistas extranjeros, donde los hoy enchufados del partido animaran las calles y plazas, cada mañana, vestidos de toreros, picadores, bandoleros, garrochistas y folclóricos, todo un ejército atractivo y cargado de tipismo que haría las delicias del turismo mundial.