Rajoy ha advertido a sus correligionarios que el tiempo de las mayorias absolutas se ha terminado y que ha llegado el momento de los los diálogos y los pactos entre partidos próximos. Consciente de que su partido no volvera a ganar las elecciones, al menos con mayoría absoluta, el presidente está pidiendo a los dirigentes del PP que abandonen la tradicional arrogancia y cultiven el diálogo y la colaboración con otras formaciones, a las que tendrán que pedir ayuda para poder gobernar en el futuro.
El bipartidismo ha sido ya dado por muerto y hay muchos expertos que creen que Podemos, si sigue creciendo al mismo ritmo, se convertirá en la primera fuerza del país, cuando se abran las urnas para las próximas elecciones generales.
El PP ha tenido tradicionalmente grandes dificultades para pactar con otros partidos, una batalla que siempre le ha ganado el PSOE, mas dialogante y dispuesto a trenzar pactos y alianzas. Pero ahora, conscientes de que los ciudadanos van a abandonarles en masa, los viejos partidos se disponen a aliarse entre ellos para seguir gobernando un país que está tan cansado de la corrupción, de la pérdida de los valores y del avance de la pobreza, que anhela castigar a los políticos expulsándoles del poder en las urnas.
El pasado mes de septiembre, en Sigüenza, Mariano Rajoy hizo saber a sus barones que tendrán que actuar con "inteligencia" buscando el consenso y acercándose a formaciones como UPyD y que en algunos casos esa estrategia no será suficiente.
Mariano Rajoy es consciente de la inmensa pérdida de votos que padece su partido, pero es tan arrogante que cree que esos votos huidos son consecuencia de la crisis económica y que volverán cuando el país recupere la prosperidad perdida. Sin embargo, los análisis sociológicos mas serios dicen otra cosa y achacan la desafección de los votantes del PP y de la sociedad en general al rechazo a la corrupción, a las mentiras del poder, a la falta de democracia, a la impunidad de los políticos, a los privilegios de la casta y al desprecio a los ciudadanos que demuestran cada día.
Aunque en la sede del PP afirman que tienen encuestas que le dan el 33% de los votos, esos datos nada tienen que ver con el último sondeo publicado por el diario El País, donde el PP solo recoge el 15,9%; es decir, el 50% de votos menos que en las elecciones generales de 2011.
La alienación del PP es enorme, casi tan grande como su incapacidad para respetar el papel del ciudadano y las reglas básicas de la democracia. Siguen pensando que el desprecio y hasta el odio de los ciudadanos es pasajero y que con la prosperidad del país retornará el apoyo masivo al bipartidismo PP-PSOE, con el que sueñan porque les resulta rentable y satisfactorio.
El bipartidismo ha sido ya dado por muerto y hay muchos expertos que creen que Podemos, si sigue creciendo al mismo ritmo, se convertirá en la primera fuerza del país, cuando se abran las urnas para las próximas elecciones generales.
El PP ha tenido tradicionalmente grandes dificultades para pactar con otros partidos, una batalla que siempre le ha ganado el PSOE, mas dialogante y dispuesto a trenzar pactos y alianzas. Pero ahora, conscientes de que los ciudadanos van a abandonarles en masa, los viejos partidos se disponen a aliarse entre ellos para seguir gobernando un país que está tan cansado de la corrupción, de la pérdida de los valores y del avance de la pobreza, que anhela castigar a los políticos expulsándoles del poder en las urnas.
El pasado mes de septiembre, en Sigüenza, Mariano Rajoy hizo saber a sus barones que tendrán que actuar con "inteligencia" buscando el consenso y acercándose a formaciones como UPyD y que en algunos casos esa estrategia no será suficiente.
Mariano Rajoy es consciente de la inmensa pérdida de votos que padece su partido, pero es tan arrogante que cree que esos votos huidos son consecuencia de la crisis económica y que volverán cuando el país recupere la prosperidad perdida. Sin embargo, los análisis sociológicos mas serios dicen otra cosa y achacan la desafección de los votantes del PP y de la sociedad en general al rechazo a la corrupción, a las mentiras del poder, a la falta de democracia, a la impunidad de los políticos, a los privilegios de la casta y al desprecio a los ciudadanos que demuestran cada día.
Aunque en la sede del PP afirman que tienen encuestas que le dan el 33% de los votos, esos datos nada tienen que ver con el último sondeo publicado por el diario El País, donde el PP solo recoge el 15,9%; es decir, el 50% de votos menos que en las elecciones generales de 2011.
La alienación del PP es enorme, casi tan grande como su incapacidad para respetar el papel del ciudadano y las reglas básicas de la democracia. Siguen pensando que el desprecio y hasta el odio de los ciudadanos es pasajero y que con la prosperidad del país retornará el apoyo masivo al bipartidismo PP-PSOE, con el que sueñan porque les resulta rentable y satisfactorio.