A Nadal no le da vergüenza lucir la bandera española, como a muchos políticos miserables en el poder
¿Que pasaría si el rey Felipe, haciendo uso de su prerrogativa constitucional, en cargara a Rafael Nadal formar gobierno, en lugar de designar a alguno de esos despreciables políticos españoles que babean ante el poder, cargados de privilegios inmerecidos y culpables de que España esté hoy al borde del colapso?
No cabe duda de que mas de media España aplaudiría al monarca y arroparía a Nadal para que aplicara su nobleza de principios y valores al gobierno de la nación, aunque también cabe esperar que toda la manada de los indeseables, nacionalistas, fanáticos, adictos a los subsidios y militantes del odio se opusieran e interpretaran esa decisión del monarca, perfectamente constitucional, como un Golpe de Estado, a pesar de que el peor golpe de Estado que está sufriendo España, día tras día, es la baja calidad democrática y humana de sus clase política gobernante.
Rafael Nadal es el español más admirable y admirado. Ha decidido voluntariamente pagar aquí sus cuantiosos impuestos y él dice que "fuera de España sería más rico, pero aquí soy más feliz". Sus virtudes como deportista y como ciudadano nos conmueven ante la inmensa miseria que nos envuelve y sus valores nos dan esperanza e ilusión. Es el número uno del tenis mundial, pero también es el múmero uno y el símbolo más preclaro entre los españoles de bien y de la decencia visible en la sociedad, que contrasta con la bajeza imperante en la política.
Nadal nunca podría aliarse con la chusma que sostiene a Pedro Sánchez porque el bien y el mal siempre se repelen. Sánchez puede pactar con los totalitarios, proetarras y golpistas hijos del odio catalán porque son muy parecidos.
Por fortuna, la elección no tiene que ser tan drástica y extrema. No es imprescindible recurrir a Rafael Nadal para confiarle el timón de España, ese que habitualmente llevan sin dignidad ni acierto nuestros políticos. Hay miles de Rafael Nadal en España, pero la dinámica que los políticos han creado en las altas esferas les impide alcanzar el poder o altas responsabilidades en la conducción del destino común. En la actualidad, con los políticos desprestigiados y los partidos convertidos en las asociaciones de malhechores con mas sospechosos, condenados y delincuentes en espera de juicio, después de la banda terrorista ETA, es casi imposible que las personas decentes e inteligentes se acerquen al poder, que se ha convertido en un coto para ambiciosos sin control y sin demasiada ética o principios.
Francisco Rubiales
(Este artículo no pretende convencer al rey para que designe a Rafael Nadal para formar gobierno, sino demostrar que existe otra España mil veces mejor y más decente que la que nos ofrecen nuestros políticos, que han demostrado hasta la saciedad ser una jauría de escaso valor humano y político, una de las clases dirigentes peores del planeta, autora de la actual decadencia y putrefacción de nuestra nación.)
No cabe duda de que mas de media España aplaudiría al monarca y arroparía a Nadal para que aplicara su nobleza de principios y valores al gobierno de la nación, aunque también cabe esperar que toda la manada de los indeseables, nacionalistas, fanáticos, adictos a los subsidios y militantes del odio se opusieran e interpretaran esa decisión del monarca, perfectamente constitucional, como un Golpe de Estado, a pesar de que el peor golpe de Estado que está sufriendo España, día tras día, es la baja calidad democrática y humana de sus clase política gobernante.
Rafael Nadal es el español más admirable y admirado. Ha decidido voluntariamente pagar aquí sus cuantiosos impuestos y él dice que "fuera de España sería más rico, pero aquí soy más feliz". Sus virtudes como deportista y como ciudadano nos conmueven ante la inmensa miseria que nos envuelve y sus valores nos dan esperanza e ilusión. Es el número uno del tenis mundial, pero también es el múmero uno y el símbolo más preclaro entre los españoles de bien y de la decencia visible en la sociedad, que contrasta con la bajeza imperante en la política.
Nadal nunca podría aliarse con la chusma que sostiene a Pedro Sánchez porque el bien y el mal siempre se repelen. Sánchez puede pactar con los totalitarios, proetarras y golpistas hijos del odio catalán porque son muy parecidos.
Por fortuna, la elección no tiene que ser tan drástica y extrema. No es imprescindible recurrir a Rafael Nadal para confiarle el timón de España, ese que habitualmente llevan sin dignidad ni acierto nuestros políticos. Hay miles de Rafael Nadal en España, pero la dinámica que los políticos han creado en las altas esferas les impide alcanzar el poder o altas responsabilidades en la conducción del destino común. En la actualidad, con los políticos desprestigiados y los partidos convertidos en las asociaciones de malhechores con mas sospechosos, condenados y delincuentes en espera de juicio, después de la banda terrorista ETA, es casi imposible que las personas decentes e inteligentes se acerquen al poder, que se ha convertido en un coto para ambiciosos sin control y sin demasiada ética o principios.
Francisco Rubiales
(Este artículo no pretende convencer al rey para que designe a Rafael Nadal para formar gobierno, sino demostrar que existe otra España mil veces mejor y más decente que la que nos ofrecen nuestros políticos, que han demostrado hasta la saciedad ser una jauría de escaso valor humano y político, una de las clases dirigentes peores del planeta, autora de la actual decadencia y putrefacción de nuestra nación.)