Hoy, viernes, 13 de enero de 2006, cumpleaños de mi ahijada Paula (ergo, querida, ¡muchas felicidades!), leo en la página 21 de EL MUNDO una información que firma J. CARO ROMERO, según la cual, un alto cargo de la Junta de Andalucía, concretamente, el secretario general de Calidad y Modernización del Departamento de Salud de la susodicha Junta, José Luis Rocha Castilla, el pretérito estío mandó que le fuera instalada en su despacho una columna de hidromasaje. Así lo confirman y denuncian en un escrito las centrales sindicales que, en las últimas elecciones sindicales, obtuvieron delegados entre el personal funcionario y laboral, Ustea, CSI-CSIF, Sindicato Andaluz de Funcionarios, CC OO, UGT y también la junta de personal y el comité de empresa del susomentado Departamento.
El menda lerenda entiende en toda su extensión, de la roda al codaste, quiero decir de cabo a rabo, la orden dada por el secretario general. Para que nadie pudiera reprocharle jamás que él, Rocha, derrocha caudales públicos, y ya que él es el máximo y último responsable de comprobar cómo van la calidad y la modernización en la Consejería de Salud, decidió que le instalaran en su propio despacho la única columna del mercado de la que sólo había oído decir bendiciones, la dichosa cabina de hidromasaje, y, de esta guisa, poder testar su propio funcionamiento.
A preguntas del redactor de la nueva (no tan buena para el perjudicado), alguna voz autorizada del citado Departamento contestó que lo que se instaló fue “un pequeño aseo con ducha”, o sea, la mencionada columna, colige “Otramotro”.
Por ahora, José Luis Rocha Castilla, pensando, tal vez (y, sin duda, acierta, habiendo dado de lleno en el centro de la diana), que conviene callar (que ¡ancha es Castilla!) y ser dueño de su silencio, antes que hablar y ser esclavo de sus siempre derrochadoras palabras, ha enmudecido sus motivos. Quizá porque el producto es caro (querido), pero es caro (no barato).
Ángel Sáez García
El menda lerenda entiende en toda su extensión, de la roda al codaste, quiero decir de cabo a rabo, la orden dada por el secretario general. Para que nadie pudiera reprocharle jamás que él, Rocha, derrocha caudales públicos, y ya que él es el máximo y último responsable de comprobar cómo van la calidad y la modernización en la Consejería de Salud, decidió que le instalaran en su propio despacho la única columna del mercado de la que sólo había oído decir bendiciones, la dichosa cabina de hidromasaje, y, de esta guisa, poder testar su propio funcionamiento.
A preguntas del redactor de la nueva (no tan buena para el perjudicado), alguna voz autorizada del citado Departamento contestó que lo que se instaló fue “un pequeño aseo con ducha”, o sea, la mencionada columna, colige “Otramotro”.
Por ahora, José Luis Rocha Castilla, pensando, tal vez (y, sin duda, acierta, habiendo dado de lleno en el centro de la diana), que conviene callar (que ¡ancha es Castilla!) y ser dueño de su silencio, antes que hablar y ser esclavo de sus siempre derrochadoras palabras, ha enmudecido sus motivos. Quizá porque el producto es caro (querido), pero es caro (no barato).
Ángel Sáez García