Colaboraciones

RENOVACIÓN O RUINA





El partido del talante, siempre avizor, preparado y dispuesto a atribuir las calamidades y achacar sus fracasos a su adversario, tiene instalados sus dos arietes, De la Vega y J. Blanco, cargados de veneno que inyectan por doquier. La vicepresidenta tocada de simulados tules de neutralidad y revestida de cierta displicencia, toma el fonendo de la oportunidad y se aplica a diagnosticar que el PP “está pasando horas muy bajas y se encamina a la radicalización”. Estos hablan de radicalidad, y como siempre ocultan su evidente radicalización insulsa y nociva, sustentada sobre el vacío de contenidos y su tremenda carga de inquina. Como santones encasullados de augures salmodian las crisis, desastes y derrotas, que le desean a los populares.

En efecto, tras la fuga de J. Matas y el último episodio con Piqué en Cataluña, el PP huele mal. La ciudadanía, que viene hastiada de manejos, no traga las ruedas de componendas e intereses internos de unos elementos, puestos a dedo del bigotillo, que hacen y deshacen a su gusto y luego muy circunspectos, salen de sus despachos a pedirle el voto. Rajoy, con una cautela rayana en la indolencia, no entusiasma ni alza el vuelo de los posibles votantes; y sus adláteres, con su cantilena incisiva y repetitiva, ahuyentan y repelen, especialmente, por sus amargas formas que no dejan de suscitar resonancias del 11-M.

En estos tiempos vacíos de dejadez y pamplina, su discurso no interesa y hasta despega, sobretodo al sector juvenil, que le proporcionaría el porcentaje necesario para ganar sin minorías dudosas y retardantes. Ese lastre de sabor a pasado tiene al partido en el inmovilismo y con cara de pereza falta de ideas. Añádese a ello, el asedio continuo del socialismo a través de la gama mansa y domesticada de voces en prensa, radio y televisión que tienen fáciles modos de afirmar y defender lo indefendible; blindaje mediático que, en sus ocho años de poder, no supieron montar y construir los populares. La COPE, con su Federico, no le hace ningún favor; no se sabe si crispa más Pepiño que De los Santos.

Determinando con certeza su rumbo, el PP ha de salir del letargo sesteante y embestir con una afilada definición ideológica. Necesita su renovación mediante un imprescindible y urgente Congreso y la votación libre de los militantes y simpatizantes, que lo vigorice y reanime; necesita un atrayente programa y buscar los apoyos de ciertos medios. No debe permitir que R. Rato, Esperanza Aguirre, Mayor Oreja y otros sigan deambulando en la espera de la retaguardia. Parece que el carro no marcha. El grupo parlamentario anda sumido en el descalabro, muchos presidentes autonómicos y provinciales desencantados bullen entre quejas que no pueden expresar seriamente al secretario general y muchos pasmados ven en la ruina el funcionamiento de la Secretaría de Organización. Pululan las adherencias y los apoyos ideológicos importantes que obligan al silencio o al látigo y se destapan los desencuentros y discusiones entre personajes y sectores. El PP se renueva o se arruina.



Camilo Valverde Mudarra


   
Jueves, 26 de Julio 2007
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