El PSOE bajo Pedro Sánchez ha empezado a mostrar su cinismo tan a las claras que ya puede considerarse obscenidad.
Lleva largo tiempo riéndose del pueblo, faltando a la palabra dada y cambiando de estrategias en función de la necesidad de apoyo por parte de los grupúsculos en que se basa su permanencia en el poder.
Y, de vez en cuando, usando el esfuerzo de todos y la hacienda pública, reparte dádivas en sus caladeros para mantener los votos que lo sustentan.
Pero reírse del Parlamento en su cara, al que tanto invocan como "sede de la soberanía popular", como lleva ocurriendo hace tiempo, es rizar el rizo del menosprecio al pueblo.
Los miércoles, en un hipócrita ritual con grandilocuente título, "Sesión de control al gobierno por el Parlamento de la nación", se viene produciendo un hecho de obscena tomadura de pelo a ese Parlamento por parte del gobierno.
El presidente, habitualmente, nunca contesta a lo que se le pregunta. Siempre replica por donde le apetece y aprovecha una teórica sesión de control para propagandear lo que supuestamente afirma haber hecho, sin responder en ningún caso a crítica o censura alguna.
La sesión del miércoles 15 de febrero alcanzó cotas estratosféricas, no ya de ninguneo, sino de prístino cachondeo de la soberanía popular.
En la supradicha sesión de "control", Félix Bolaños, ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática de España, nada menos, fue preguntado por un partido coaligado con su gobierno, Esquerra Republicana de Cataluña, sobre un tema de memoria democrática. En vez de contestar, como era su obligación, y con la tolerancia de la Presidenta del Parlamento, tan frecuentemente tiquismiquis cuando le cuadra, el señor Bolaños ignoró olímpicamente la pregunta y se erigió en control de la oposición dirigiendo él una pregunta al Partido Popular sobre la cuestión del aborto.
Hay que tener en cuenta que en esta guerra entre candidatos al poder en las próximas elecciones, el PSOE usa los misiles del aborto contra los drones del "Sí es sí" del PP.
El Parlamento, "sede de la soberanía popular", y no me resisto a hacer mofa del abuso del concepto, pues "sede" está semánticamente emparentado con "asiento", y por ende con "posaderas" y "trasero", una vez más ha sido objeto de burla por quienes dicen estar al servicio del pueblo que los ha elegido.
Francisco Garrudo
Lleva largo tiempo riéndose del pueblo, faltando a la palabra dada y cambiando de estrategias en función de la necesidad de apoyo por parte de los grupúsculos en que se basa su permanencia en el poder.
Y, de vez en cuando, usando el esfuerzo de todos y la hacienda pública, reparte dádivas en sus caladeros para mantener los votos que lo sustentan.
Pero reírse del Parlamento en su cara, al que tanto invocan como "sede de la soberanía popular", como lleva ocurriendo hace tiempo, es rizar el rizo del menosprecio al pueblo.
Los miércoles, en un hipócrita ritual con grandilocuente título, "Sesión de control al gobierno por el Parlamento de la nación", se viene produciendo un hecho de obscena tomadura de pelo a ese Parlamento por parte del gobierno.
El presidente, habitualmente, nunca contesta a lo que se le pregunta. Siempre replica por donde le apetece y aprovecha una teórica sesión de control para propagandear lo que supuestamente afirma haber hecho, sin responder en ningún caso a crítica o censura alguna.
La sesión del miércoles 15 de febrero alcanzó cotas estratosféricas, no ya de ninguneo, sino de prístino cachondeo de la soberanía popular.
En la supradicha sesión de "control", Félix Bolaños, ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática de España, nada menos, fue preguntado por un partido coaligado con su gobierno, Esquerra Republicana de Cataluña, sobre un tema de memoria democrática. En vez de contestar, como era su obligación, y con la tolerancia de la Presidenta del Parlamento, tan frecuentemente tiquismiquis cuando le cuadra, el señor Bolaños ignoró olímpicamente la pregunta y se erigió en control de la oposición dirigiendo él una pregunta al Partido Popular sobre la cuestión del aborto.
Hay que tener en cuenta que en esta guerra entre candidatos al poder en las próximas elecciones, el PSOE usa los misiles del aborto contra los drones del "Sí es sí" del PP.
El Parlamento, "sede de la soberanía popular", y no me resisto a hacer mofa del abuso del concepto, pues "sede" está semánticamente emparentado con "asiento", y por ende con "posaderas" y "trasero", una vez más ha sido objeto de burla por quienes dicen estar al servicio del pueblo que los ha elegido.
Francisco Garrudo