El mayor (quizás el único) activo de la burguesía catalana es haber tenido la habilidad o la indignidad de vender hasta a su abuela, para congraciarse, extorsionar o comprar ventajas de mercado que les ha evitado el difícil y oneroso deber de competir por él.
Cataluña ha vendido en España productos mediocres a precios de alta calidad, mientras que Franco vetaba su producción en otras tierras de España o su importación para no perjudicar la boyante economía catalana, a costa de disminuir el paupérrimo poder adquisitivo del salario medio español.
Desde la muerte de Franco se ha desenvuelto a la desesperada, obstaculizando la implantación democrática, apoyados por sus colegas de privilegios, los vascos, usando el victimismo típico y la velada amenaza de la independencia.
Pues bien, esta claro que lo ideal, en todos los sentidos, es mantener la unidad de la Nación de ciudadanos. Pero no a cualquier costo. Entre tragarnos este estatuto y la independencia, claramente la independencia. La quieran o no.
En una Cataluña integrada en España, a nadie le importa que esta sea el motor de la economía con sus correspondientes ventajas de nivel y estabilidad.
Una Cataluña independiente con derecho a mangoneo político y al expolio de España es inadmisible. Cataluña es un Surmercado. Pero con un problema y es que la mayoría de productos son importados y distribuidos al resto de España. Un centro de compraventa que se puede localizar en unos pocos meses en Soria, Cuenca o Almería. O en las tres, o más, dejando a Cataluña con su exclusivo consumo interno, vendiendo en Europa sus excedentes a base de competir, pagar aranceles, tasas e impuestos. Eso que se niega a pagar en España.
La decisión está en manos del pueblo catalán. La burguesía, como siempre, se ha congraciado muy bien con los forasteros (charnegos) atrayéndolos e incluso convirtiéndolos, a muchos, en mas catalanes que nadie.
Me temo que tras el referendo, las aguas volverán a sus cauces y los charnegos volverán a serlo, con sus discriminadas labores, sueldos y tratamientos, independientemente del resultado.
Clandestino
Cataluña ha vendido en España productos mediocres a precios de alta calidad, mientras que Franco vetaba su producción en otras tierras de España o su importación para no perjudicar la boyante economía catalana, a costa de disminuir el paupérrimo poder adquisitivo del salario medio español.
Desde la muerte de Franco se ha desenvuelto a la desesperada, obstaculizando la implantación democrática, apoyados por sus colegas de privilegios, los vascos, usando el victimismo típico y la velada amenaza de la independencia.
Pues bien, esta claro que lo ideal, en todos los sentidos, es mantener la unidad de la Nación de ciudadanos. Pero no a cualquier costo. Entre tragarnos este estatuto y la independencia, claramente la independencia. La quieran o no.
En una Cataluña integrada en España, a nadie le importa que esta sea el motor de la economía con sus correspondientes ventajas de nivel y estabilidad.
Una Cataluña independiente con derecho a mangoneo político y al expolio de España es inadmisible. Cataluña es un Surmercado. Pero con un problema y es que la mayoría de productos son importados y distribuidos al resto de España. Un centro de compraventa que se puede localizar en unos pocos meses en Soria, Cuenca o Almería. O en las tres, o más, dejando a Cataluña con su exclusivo consumo interno, vendiendo en Europa sus excedentes a base de competir, pagar aranceles, tasas e impuestos. Eso que se niega a pagar en España.
La decisión está en manos del pueblo catalán. La burguesía, como siempre, se ha congraciado muy bien con los forasteros (charnegos) atrayéndolos e incluso convirtiéndolos, a muchos, en mas catalanes que nadie.
Me temo que tras el referendo, las aguas volverán a sus cauces y los charnegos volverán a serlo, con sus discriminadas labores, sueldos y tratamientos, independientemente del resultado.
Clandestino