Desde siempre he pensado que el concepto de izquierdas o derechas es algo que pertenece al pasado. En mí día a día he podido observar como hay buenas personas de “derechas” y buenas personas de “izquierdas”, pero curiosamente, las mejores de esas personas huyen de los radicalismos habituales de esas doctrinas, estableciéndose más en una zona “intermedia” o centrada. Desde siempre ha existido la manipulación de las masas por parte de los partidos políticos que ostentan el poder, desde partidos de izquierda a partidos de derechas. Desde el nacional socialismo alemán hasta el comunismo soviético, doctrinas alejadas teóricamente años luz la una de la otra, si se observan bien, tienen muchos puntos en común. Por ello, cuando en conversaciones políticas aparecen las “ideologías” izquierda o derecha, uno se pregunta qué sentido tiene eso en pleno siglo XXI. Ni la mayor parte de los empresarios son crueles y buscan exclusivamente su lucro a costa del obrero ni todos los obreros son víctimas de una sociedad creada para explotarle y enriquecer a unos pocos. Profundizando un poco más, me doy cuenta de que la verdadera solución del problema pasa por cuestiones que no tienen nada que ver con la ideología que una persona tenga. Es decir, si un político es honrado, responsable, trabajador, honesto, o lo que es lo mismo, si un político vive entregado a su trabajo desde un punto de vista de mejora de su país, si se centra en los verdaderos problemas que tiene su sociedad, sus ciudadanos, posiblemente realizará una buena gestión, independientemente de que su ideología se acerque a la “derecha” o a la “izquierda”. Ahora bien, ¿eso existe? Me gustaría pensar que sí, pero desgraciadamente los ciudadanos empezamos a tener el concepto de que un político es sinónimo de corrupción, igual que un funcionario es sinónimo de “gorronería”. Conozco a muchos funcionarios que no son “gorrones” ni vagos sino todo lo contario, aunque desgraciadamente también conozco a otros muchos que sí lo son. Pero no conozco a ningún político que en toda su trayectoria se haya mantenido fiel a un ideario concreto. Yo vivo en Catalunya o Cataluña, a mí no me importa usar la “ñ”, incluso me agrada usarla. En nuestra región, comunidad autónoma o como nos dé la gana llamarla (nación no lo comparto, lo siento) se viven crispaciones y cuestiones absurdas todos los días. Somos noticia, sin quererlo la mayor parte de los habitantes de esta tierra, por culpa de muchos políticos cuya meta es desviar la atención a los verdaderos problemas que tenemos, aquí y en toda España, camuflándolos bajo una bandera nacionalista. Sin embargo, observamos como partidos políticos en las antípodas de la independencia y destrucción de la unidad de España como nación, pactan a diario con partidos como CIU o IU, que buscan, y ahora ya de forma oficial, el separarse de España. Y nos preguntamos: Pactar está bien, pero ¿puede pactar un lobo con un cordero? Vivimos en una política de compra – venta de votos y favores, dejando a un lado las ideas o premisas de cada grupo político. Eso crea un nivel de corrupción enorme, con decisiones basadas en el interés de cada partido, dejando a un lado lo correcto o lo incorrecto, lo necesario de lo inútil y lo importante de lo intrascendente. Hasta que la gente no sea capaz de forma ordenada, sin movimientos anti-sistema, sin violencia, de decirles a estos señores: “Oiga, no me interesa su discurso que cambia según la dirección del viento, me interesa solucionar los problemas de mi familia y de mi sociedad a largo plazo. No utilice mis impuestos para sus fines, utilícelos para mejorar nuestro entorno económico, social, familiar. O olvídese Ud. de mi voto” no conseguiremos nada. Hay mucha demagogia y mucha mentira instalada en nuestra clase política y que difícil será solucionarlo. Yo propongo lo siguiente e intento explicar el por qué: a) Cambio de la ley electoral. a. Es necesario que cada voto sirva igual en todas partes. No es justo que partidos nacionalistas cuyos intereses no se basan en el estado, si no en su comunidad autónoma e incluso algunos prediquen sus tesis soberanistas (que están en su derecho) rijan el destino de toda una nación. El voto de un sevillano o un leonés, el voto de un gerundense o el de un vasco debe tener el mismo valor a nivel nacional, vaya al partido que vaya. b) Independencia judicial plena. a. Solo con una justicia independiente se obtiene justicia. Lo que pasa con el tribunal Constitucional es algo sin precedentes. Los jueces deben ser elegidos por jueces, nunca por políticos y deben demostrar su plena independencia política y su sentido de estado todos los días. Y las leyes deben cumplirse sin interpretaciones políticas, de forma objetiva y real. c) Control del gasto público. a. Es utópico decir “vamos a quitar los coches oficiales e ir en metro”. La solución no es quitar todos los coches oficiales (aunque si algunos), pero ¿Por qué deben ser Audi A8, Audi A6 o Mercedes Benz? ¿No pueden ser Seat XXX o Citroen XXX? ¿No pueden nuestras señorías cumplir sus cometidos sin necesidad de ostentación? Ayer, sin ir más lejos, vi a un representante del pueblo español en un BMW oficial de última generación (Serie 5 para más detalles). ¿No puede ir este señor en un C5 o un Laguna? b. Por otra parte, deben existir los funcionarios que se necesitan, pero no más. ¿Alguien se ha molestado en saber el porcentaje de trabajadores que son funcionarios públicos? Háganlo, y se darán cuenta que la situación es insostenible. d) Gobierno de la lista más votada. a. Esto es algo contra- natura. Si la mayoría elige un alcalde, ¿Cómo se puede permitir que cuatro negocien y se turnen el alcalde durante cuatro años? Sinceramente, no lo entiendo y pasa en muchos ayuntamientos. Podría seguir, tengo más argumentos, pero no quiero agobiar a nadie en este primer artículo. Son simplemente unos principios, unas ideas para reflexionar un poco sobre el mundo que nos rodea. Sí me lo permitís, me gustaría seguir aportando un poco mis opiniones en estos temas. Un saludo a todo aquel que me lea, opine o no lo mismo que yo. Me gustará leer vuestras opiniones. Jose @Arcturus_40