Como siempre ocurre en España, todos dicen que han ganado y nadie reconoce que ha perdido. A los políticos les falta honradez y dignidad para reconocer la verdad. El PP dice que ha obtenido más votos y el PSOE afirma que ha obtenido más poder. Ambas afirmaciones son ciertas, pero lo que ninguno dice es que quien ha ganado estas elecciones es la abstención y el voto en blanco y que quien ha resultado derrotada es la democracia, que continúa perdiendo apoyo popular y capacidad para atraer a los ciudadanos a las urnas.
La abstención ha sido superior a la registrada en los comicios de 2003 y el voto en blanco, símbolo del descontento y de la censura ciudadana a los malos políticos y gobernantes, aunque no existen todavía datos definitivos disponibles, es seguro que ha multiplicado su número.
En buena lid, quien ha ganado es el que ha obtenido más votos. La mayoría, que es el elemento decisivo en democracia, ha dado la victoria al PP. Sin embargo, el PSOE, gracias a su "facilidad" para pactar con cualquier tipo de fuerza, ganará más poder y extenderá sus dominios territoriales.
Si en España se valorara el concepto de lista más votada, como ocurre en otras democracias, la victoria del PP habría sido abrumadora, pero en nuestra democracia se prima la componenda, el pacto y el reparto, más que la voluntad de los ciudadanos, expresada en términos de mayoría.
Si los votos en blanco y las abstenciones se tradujeran en escaños, habrían ganado las elecciones por mayoría absoluta. Ese es el dato importante, aunque ninguno de nuestros políticos profesionales lo reconozca, porque no les interesa admitir que cada día son menos queridos, cada día menos respetados y cada día más despreciados por los verdaderos demócratas y por la gente de bien. Comparados con el partido de la abstención, tanto el PP como el PSOE son partidos minúsculos.
En la noche electoral he visto con estupor hasta donde ha llegado la degradación de la democracia española cuando el portavoz parlamentario del PSOE, Diego López Garrido, no se atrevía a negar que su partido iba a sellar en Navarra un pacto "contra natura" que pulverizaría la Constitución Española, o cuando el alcalde de Sevilla, que ha perdido las elecciones frente al PP, gritaba "hemos ganado" y lloraba de felicidad porque, gracias a su pacto con Izquierda Unida, seguirá cuatro años más en su cargo. En España, ser la llave de la gobernabilidad es más importante que obtener más votos. Ese es el ejemplo más palpable de que nuestra democracia es un bodrio.
La mayor victoria en este 27 de mayo de 2007 fue para ETA, que estaba derrotada y escondida y que hoy, gracias al apoyo socialista, vuelve a los ayuntamientos y a repartirse el dinero de nuestros impuestos. Otros ganadores de hoy han sido la abstención y el voto en blanco, al que han recurrido muchos miles de ciudadanos para demostrar su rechazo a las castas políticas profesionales que malgobiernan este país, cuya corrupción, ineficacia y capacidad de crispar han sido evidentes en la historia reciente de España.
Los grandes perdedores: la democracia y la esperanza.
La abstención ha sido superior a la registrada en los comicios de 2003 y el voto en blanco, símbolo del descontento y de la censura ciudadana a los malos políticos y gobernantes, aunque no existen todavía datos definitivos disponibles, es seguro que ha multiplicado su número.
En buena lid, quien ha ganado es el que ha obtenido más votos. La mayoría, que es el elemento decisivo en democracia, ha dado la victoria al PP. Sin embargo, el PSOE, gracias a su "facilidad" para pactar con cualquier tipo de fuerza, ganará más poder y extenderá sus dominios territoriales.
Si en España se valorara el concepto de lista más votada, como ocurre en otras democracias, la victoria del PP habría sido abrumadora, pero en nuestra democracia se prima la componenda, el pacto y el reparto, más que la voluntad de los ciudadanos, expresada en términos de mayoría.
Si los votos en blanco y las abstenciones se tradujeran en escaños, habrían ganado las elecciones por mayoría absoluta. Ese es el dato importante, aunque ninguno de nuestros políticos profesionales lo reconozca, porque no les interesa admitir que cada día son menos queridos, cada día menos respetados y cada día más despreciados por los verdaderos demócratas y por la gente de bien. Comparados con el partido de la abstención, tanto el PP como el PSOE son partidos minúsculos.
En la noche electoral he visto con estupor hasta donde ha llegado la degradación de la democracia española cuando el portavoz parlamentario del PSOE, Diego López Garrido, no se atrevía a negar que su partido iba a sellar en Navarra un pacto "contra natura" que pulverizaría la Constitución Española, o cuando el alcalde de Sevilla, que ha perdido las elecciones frente al PP, gritaba "hemos ganado" y lloraba de felicidad porque, gracias a su pacto con Izquierda Unida, seguirá cuatro años más en su cargo. En España, ser la llave de la gobernabilidad es más importante que obtener más votos. Ese es el ejemplo más palpable de que nuestra democracia es un bodrio.
La mayor victoria en este 27 de mayo de 2007 fue para ETA, que estaba derrotada y escondida y que hoy, gracias al apoyo socialista, vuelve a los ayuntamientos y a repartirse el dinero de nuestros impuestos. Otros ganadores de hoy han sido la abstención y el voto en blanco, al que han recurrido muchos miles de ciudadanos para demostrar su rechazo a las castas políticas profesionales que malgobiernan este país, cuya corrupción, ineficacia y capacidad de crispar han sido evidentes en la historia reciente de España.
Los grandes perdedores: la democracia y la esperanza.