Hay en España muchos políticos nefastos, creadores de injusticia y malos administradores rechazados por el pueblo, al que han causado daños terribles, pero hay tres que destacan por su fracaso y carga negativa: Rajoy, Artur Mas y Zapatero. Son, con toda probabilidad, los tres peores políticos de la Historia moderna de España, comparables a Fernando VII, el rey felón que juró en falso la Constitución y que aplastó todo atisbo de modernidad y decencia en España. Nuestros tres políticos contemporáneos, como aquel Borbón de infausta memoria, han basado su poder en el engaño, han traicionado sus promesas, han generado división, han sembrado el país de injusticia y corrupción y han degradado un oficio como la política, que debe ser noble y ellos lo han hecho sucio y miserable.
No es fácil discernir cual de los tres es el peor, el mas nocivo, el causante de mas daño a España. Sin embargo, existe una vía para concluir con certeza que Zapatero es el peor porque él es el padre de los otros dos, el predecesor, el que preparó a España para que pudiera recibir y aceptar a gente sin valores en el poder, a tipos que anteponen impunemente sus intereses propios y los de sus tribus a los intereses generales y al bien común. Sin la menor duda, España era mucho mejor país antes de que llegara Zapatero y la España que dejó Zapatero en herencia, además de arruinada, estaba lo bastante degradada y herida como para acoger en el liderazgo a dirigentes con tan poca grandeza y decencia como Artur el catalán y Mariano el gallego.
Lo único positivo que nos ha legado ese miserable "trio de ases" ha sido un profundo deseo de regeneración y limpieza que nace de la contemplación de la España que ellos han construido: injusta, arbitraria, sojuzgada por tipejos abusadores con carné de partido y empobrecida hasta la humillación, todos ellos nadando a gusto en una sociedad desprovista de ideales, desarmada de valores, contaminada por la corrupción y atenazada por el desempleo y el avance de la pobreza.
El deseo ciudadano de lucha es el único tesoro que nos han legado Zapatero, Mas y Rajoy. Es un profundo deseo de cambiar las cosas, de construir en serio una democracia verdadera, donde el respeto y la justicia sustituyan al abuso arbitrario de las castas poderosas, que han puesto la Justicia y la mentira a su servicio. Ese deseo de regeneración, creciente e imparable, será el gran protagonista del futuro y hará sentir a los políticos, culpables de los grandes males de España, el aliento del desprecio y el rechazo cívico en sus cogotes y les hará también sertir miedo y vergüenza por lo que han hecho con España, un país al que han golpeado hasta convertirlo en un guiñapo.
Zapatero es el padre de Mas, como lo es también de Rajoy y de la inmensa tribu de corruptos y miserables que han encontrado asilo en un Estado español que Zapatero convirtió en una pocilga. Artur Mas, el adalid de la envidia, la división y la mentira en una Cataluña manejada por el egoísmo nacionalista, ni siquiera habría podido existir sin el precedente de un Zapatero inepto que, para mantenerse en el poder, estimuló el independentismo catalán. El mediocre, indolente y mentiroso Rajoy nunca habría obtenido mayoría absoluta si no hubiera existido antes un Zapatero que convirtió su derrota en las urnas en una cruzada de los españoles decentes. El incumplimiento, por parte de Rajoy, de sus promesas electorales y los muchos abusos de poder perpetrados por su gobierno que ha atribulado con impuestos injustos a los ciudadanos, mientras recorta derechos y servicios vitales, negándose al mismo tiempo a adelgazar un Estado monstruoso y plagado de enchufados y de instituciones superfluas y prescindibles, son abusos y miserias que jamás habría consentido un pueblo libre y orgulloso, que previamente había sido desmoralizado y éticamente desarmado por los que ocuparon la Moncloa tras la muerte de Franco, con Zapatero como campeón de la miseria y la bajeza.
No es fácil discernir cual de los tres es el peor, el mas nocivo, el causante de mas daño a España. Sin embargo, existe una vía para concluir con certeza que Zapatero es el peor porque él es el padre de los otros dos, el predecesor, el que preparó a España para que pudiera recibir y aceptar a gente sin valores en el poder, a tipos que anteponen impunemente sus intereses propios y los de sus tribus a los intereses generales y al bien común. Sin la menor duda, España era mucho mejor país antes de que llegara Zapatero y la España que dejó Zapatero en herencia, además de arruinada, estaba lo bastante degradada y herida como para acoger en el liderazgo a dirigentes con tan poca grandeza y decencia como Artur el catalán y Mariano el gallego.
Lo único positivo que nos ha legado ese miserable "trio de ases" ha sido un profundo deseo de regeneración y limpieza que nace de la contemplación de la España que ellos han construido: injusta, arbitraria, sojuzgada por tipejos abusadores con carné de partido y empobrecida hasta la humillación, todos ellos nadando a gusto en una sociedad desprovista de ideales, desarmada de valores, contaminada por la corrupción y atenazada por el desempleo y el avance de la pobreza.
El deseo ciudadano de lucha es el único tesoro que nos han legado Zapatero, Mas y Rajoy. Es un profundo deseo de cambiar las cosas, de construir en serio una democracia verdadera, donde el respeto y la justicia sustituyan al abuso arbitrario de las castas poderosas, que han puesto la Justicia y la mentira a su servicio. Ese deseo de regeneración, creciente e imparable, será el gran protagonista del futuro y hará sentir a los políticos, culpables de los grandes males de España, el aliento del desprecio y el rechazo cívico en sus cogotes y les hará también sertir miedo y vergüenza por lo que han hecho con España, un país al que han golpeado hasta convertirlo en un guiñapo.
Zapatero es el padre de Mas, como lo es también de Rajoy y de la inmensa tribu de corruptos y miserables que han encontrado asilo en un Estado español que Zapatero convirtió en una pocilga. Artur Mas, el adalid de la envidia, la división y la mentira en una Cataluña manejada por el egoísmo nacionalista, ni siquiera habría podido existir sin el precedente de un Zapatero inepto que, para mantenerse en el poder, estimuló el independentismo catalán. El mediocre, indolente y mentiroso Rajoy nunca habría obtenido mayoría absoluta si no hubiera existido antes un Zapatero que convirtió su derrota en las urnas en una cruzada de los españoles decentes. El incumplimiento, por parte de Rajoy, de sus promesas electorales y los muchos abusos de poder perpetrados por su gobierno que ha atribulado con impuestos injustos a los ciudadanos, mientras recorta derechos y servicios vitales, negándose al mismo tiempo a adelgazar un Estado monstruoso y plagado de enchufados y de instituciones superfluas y prescindibles, son abusos y miserias que jamás habría consentido un pueblo libre y orgulloso, que previamente había sido desmoralizado y éticamente desarmado por los que ocuparon la Moncloa tras la muerte de Franco, con Zapatero como campeón de la miseria y la bajeza.