La reconstrucción de España es una tarea de titanes que deberán afrontar pronto los españoles que hereden los destrozos del sanchismo. Habrá que unir, limpiar, crear ilusiones y proyectos comunes, reforzar los valores y la ética, derrotar a la corrupción, construir la democracia y ponerse a trabajar duro.
España es hoy un parásito que vive porque Europa lo sostiene. Sin Europa, sin los fondos europeos y el socorro para afrontar su deuda, España ya habría estallado. El gobierno, consciente de que Europa no le dejará caer, sigue adelante con su política suicida: endeudamiento, despilfarro, saqueo fiscal, acoso a la democracia, corrupción y estímulo de la división y los enfrentamientos internos: vascos y catalanes contra el resto de los españoles, podres contra ricos, hijos contra padres, mujeres contra hombres, jóvenes contra viejos, trabajadores contra empresarios e izquierdas contra derechas.
Quedarse en España significa vivir cada día con el temor de que la economía se hunda y el país tenga que ser rescatado, que los bancos se arruinen, que las pensiones dejen de pagarse por insolvencia, vivir con miedo a que Europa nos tenga que rescatar, asistir impotentes a las mentiras, engaños y abusos de poder de los que gobiernan, permitir ser gobernados por la chusma: socialistas degradados por el sanchismo, comunistas disfrazados de demócratas, golpistas e independentistas catalanes y vascos y otros partidos cuyo denominador común es el odio a España.
Permanecer aquí equivale a soportar el descaro de los independentistas, la cobardía y pasividad de las instituciones que deberían defender la nación frente al asalto del poder corrompido, asistir al espectáculo de la Justicia politizada y manejado por la chusma gobernante, contemplar la degradación de los partidos políticos, muchos de ellos transformados en mafias y no hacer nada mientras la inflación merma tu capacidad económica y el gobierno te empobrece y roba con tasas, impuestos y otros abusos.
España carece hoy de un proyecto común, de ilusiones colectivas y de impulso ético. Ni siquiera le funciona la democracia y el Estado de Derecho. La única fuerza que la mantiene unida es la inercia del pasado. Con eje bagaje y con un gobierno sin altura y únicamente obsesionado por conservar el poder, el país es un polvorín inestable que apuesta por la ruina y que en cualquier momento puede estallar.
Francisco Rubiales
España es hoy un parásito que vive porque Europa lo sostiene. Sin Europa, sin los fondos europeos y el socorro para afrontar su deuda, España ya habría estallado. El gobierno, consciente de que Europa no le dejará caer, sigue adelante con su política suicida: endeudamiento, despilfarro, saqueo fiscal, acoso a la democracia, corrupción y estímulo de la división y los enfrentamientos internos: vascos y catalanes contra el resto de los españoles, podres contra ricos, hijos contra padres, mujeres contra hombres, jóvenes contra viejos, trabajadores contra empresarios e izquierdas contra derechas.
Quedarse en España significa vivir cada día con el temor de que la economía se hunda y el país tenga que ser rescatado, que los bancos se arruinen, que las pensiones dejen de pagarse por insolvencia, vivir con miedo a que Europa nos tenga que rescatar, asistir impotentes a las mentiras, engaños y abusos de poder de los que gobiernan, permitir ser gobernados por la chusma: socialistas degradados por el sanchismo, comunistas disfrazados de demócratas, golpistas e independentistas catalanes y vascos y otros partidos cuyo denominador común es el odio a España.
Permanecer aquí equivale a soportar el descaro de los independentistas, la cobardía y pasividad de las instituciones que deberían defender la nación frente al asalto del poder corrompido, asistir al espectáculo de la Justicia politizada y manejado por la chusma gobernante, contemplar la degradación de los partidos políticos, muchos de ellos transformados en mafias y no hacer nada mientras la inflación merma tu capacidad económica y el gobierno te empobrece y roba con tasas, impuestos y otros abusos.
España carece hoy de un proyecto común, de ilusiones colectivas y de impulso ético. Ni siquiera le funciona la democracia y el Estado de Derecho. La única fuerza que la mantiene unida es la inercia del pasado. Con eje bagaje y con un gobierno sin altura y únicamente obsesionado por conservar el poder, el país es un polvorín inestable que apuesta por la ruina y que en cualquier momento puede estallar.
Francisco Rubiales