La democracia es un conjunto de leyes, normas, frenos, cautelas y contrapesos ideados para controlar al poder, del que se desconfía plenamente porque se conocen sus tendencias a crecer desmesuradamente, evadir los controles, abusar y perpetuarse. Podría decirse que la verdadera democracia es un combate continuo entre el ciudadano y el gobierno, en el que el ciudadano debe prevalecer siempre.
Cuando la democracia brilla realmente y exhibe todo su valor es cuando los ciudadanos se alzan contra una injusticia y logran que el gobierno cambie su rumbo. Es lo que está ocurriendo ahora en Andalucía, una región que llevaba casi cuatro décadas alejada de la auténtica democracia y dominada por un gobierno implacable e insensible. Los andaluces se han abierto a la democracia al rebelarse ahora contra el injusto impuesto de Sucesiones, están acorralando al gobierno y obligándole a eliminar ese brutal e injusto tributo.
Es la "desconfianza" la que inspira las normas y medidas claves de la democracia: separación de los poderes básicos del Estado, una ley igual para todos, libertad de expresión y de información, libre competencia de los partidos, participación destacada e influencia de los ciudadanos en el sistema, una sociedad civil fuerte e independiente, que sirva de contrapeso al poder, libertad de prensa y el deber de los medios de fiscalizar a los grandes poderes con la verdad, transparencia en las gestión pública, etc.
La mejor manera de saber si un político es demócrata o no es estudiar como reacciona ante la crítica. Si la acepta como una garantía para el sistema y para él mismo, entonces es demócrata, pero si la rechaza y se enfurece, es porque es un tirano.
Tengo un amigo que fue socio mio en los años 90 y que ahora es parte de la cúspide del PP. Cuando empecé a ser crítico con el sistema político español y con su partido, dejó de saludarme y cada vez que se cruza conmigo pone cara de "ajo frito" amargado, lo que revela que es tan demócrata como uno de los tanques rusos que entraron nen Budapest para aplasta la revolución popular de 1956.
El deber de todo ciudadano en democracia es vigilar el poder y ser intensamente "critico" con los que mandan, sobre todo con los que gobiernan. Ese espíritu crítico debería ser recibido por los políticos con gratitud, pero para eso tendrían que ser demócratas y eso, por desgracia, es casi imposible.
Si la democracia no tuviera como base la "desconfianza" en el poder no tendría por que exigir la separación de los poderes básicos del Estado, la limitación de los mandatos, la actitud vigilante y crítica de los ciudadanos, la libertad de prensa y otras medidas, todas ellas ideadas para "controlar" a un poder que, por su naturaleza, tiende a convertirse siempre en tirano.
Muchos políticos me dicen "Eres demasiado crítico con nosotros". Yo siempre les explico que la crítica debería ser recibida por ellos como una garantía y una ayuda, pero no lo entienden. Por desgracia, más del 99 por ciento de nuestros políticos son más tiranos que demócratas.
Si por lo menos se limitaran a rechazar tu sentido crítico, pero llegan más lejos y te marginan, desacreditan, te borran de las listas de protocolo y te desprecian, sólo por cumplir con tu deber de ciudadano demócrata. En lugar de agradecer tu sentido crítico, esencial en democracia, se comportan como tiranos resentidos, un comportamiento deleznable y realmente bajo.
Una última aclaración: la crítica, en democracia, debe ejercerse con todos los partidos, sin distinción alguna, y más con el que gobierna porque su responsabilidad y poder son mayores. Criticar sólo al adversario no es practicar la "democracia", sino la "militancia", que es distinto.
Así que sean ustedes críticos implacables, al mismo tiempo que ejemplares y cumplidores. Es, sin duda, la mejor manera de ser demócratas y la más responsable. Si los políticos no fueran tan inseguros, mediocres y aprendices de tiranos, agradecerían nuestra crítica, hecha siempre en bien de la comunidad y del bien común.
Os sonará raro y para los mediocres resultará incomprensible, pero os aseguro que esto que os digo es la pura y severa verdad democrática.
Francisco Rubiales
Cuando la democracia brilla realmente y exhibe todo su valor es cuando los ciudadanos se alzan contra una injusticia y logran que el gobierno cambie su rumbo. Es lo que está ocurriendo ahora en Andalucía, una región que llevaba casi cuatro décadas alejada de la auténtica democracia y dominada por un gobierno implacable e insensible. Los andaluces se han abierto a la democracia al rebelarse ahora contra el injusto impuesto de Sucesiones, están acorralando al gobierno y obligándole a eliminar ese brutal e injusto tributo.
Es la "desconfianza" la que inspira las normas y medidas claves de la democracia: separación de los poderes básicos del Estado, una ley igual para todos, libertad de expresión y de información, libre competencia de los partidos, participación destacada e influencia de los ciudadanos en el sistema, una sociedad civil fuerte e independiente, que sirva de contrapeso al poder, libertad de prensa y el deber de los medios de fiscalizar a los grandes poderes con la verdad, transparencia en las gestión pública, etc.
La mejor manera de saber si un político es demócrata o no es estudiar como reacciona ante la crítica. Si la acepta como una garantía para el sistema y para él mismo, entonces es demócrata, pero si la rechaza y se enfurece, es porque es un tirano.
Tengo un amigo que fue socio mio en los años 90 y que ahora es parte de la cúspide del PP. Cuando empecé a ser crítico con el sistema político español y con su partido, dejó de saludarme y cada vez que se cruza conmigo pone cara de "ajo frito" amargado, lo que revela que es tan demócrata como uno de los tanques rusos que entraron nen Budapest para aplasta la revolución popular de 1956.
El deber de todo ciudadano en democracia es vigilar el poder y ser intensamente "critico" con los que mandan, sobre todo con los que gobiernan. Ese espíritu crítico debería ser recibido por los políticos con gratitud, pero para eso tendrían que ser demócratas y eso, por desgracia, es casi imposible.
Si la democracia no tuviera como base la "desconfianza" en el poder no tendría por que exigir la separación de los poderes básicos del Estado, la limitación de los mandatos, la actitud vigilante y crítica de los ciudadanos, la libertad de prensa y otras medidas, todas ellas ideadas para "controlar" a un poder que, por su naturaleza, tiende a convertirse siempre en tirano.
Muchos políticos me dicen "Eres demasiado crítico con nosotros". Yo siempre les explico que la crítica debería ser recibida por ellos como una garantía y una ayuda, pero no lo entienden. Por desgracia, más del 99 por ciento de nuestros políticos son más tiranos que demócratas.
Si por lo menos se limitaran a rechazar tu sentido crítico, pero llegan más lejos y te marginan, desacreditan, te borran de las listas de protocolo y te desprecian, sólo por cumplir con tu deber de ciudadano demócrata. En lugar de agradecer tu sentido crítico, esencial en democracia, se comportan como tiranos resentidos, un comportamiento deleznable y realmente bajo.
Una última aclaración: la crítica, en democracia, debe ejercerse con todos los partidos, sin distinción alguna, y más con el que gobierna porque su responsabilidad y poder son mayores. Criticar sólo al adversario no es practicar la "democracia", sino la "militancia", que es distinto.
Así que sean ustedes críticos implacables, al mismo tiempo que ejemplares y cumplidores. Es, sin duda, la mejor manera de ser demócratas y la más responsable. Si los políticos no fueran tan inseguros, mediocres y aprendices de tiranos, agradecerían nuestra crítica, hecha siempre en bien de la comunidad y del bien común.
Os sonará raro y para los mediocres resultará incomprensible, pero os aseguro que esto que os digo es la pura y severa verdad democrática.
Francisco Rubiales