Información y Opinión

Prototipos de la España sucia





José Bono, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy son tres prototipos que reflejan magistralmente la degradación de la política española, tres hijos de esa España sucia que, de la mano de sus políticos, camina hacia el desastre. Según las denuncias de la prensa, el primero ha sucumbido a la tentación del dinero; el segundo es símbolo de la degradación del liderazgo y de la prostitución del sistema democrático y el tercero es el abanderado de la cobardía y el líder de una oposición frustrante, incapaz de ilusionar, que no merece alcanzar el poder.

José Bono, nada menos que el presidente del Congreso de los Diputados y la tercera autoridad del Estado, aparece ante los ojos del ciudadano como prototipo de la adicción de los políticos al dinero, todo un símbolo del deterioro de la democracia, de la caída de los valores y de esa vulgar "casta" que está llevando a España hacia la ruina. Su patrimonio ha crecido como la espuma con la ayuda de empresarios que se han beneficiado de sus decisiones como dirigente político. Es probable que se haya mantenido dentro de la legalidad, pero también es más que probable que se haya aprovechado de su cargo para enriquecerse y eso, en democracia, aunque sea legal, es sucio y miserable.

Hay miles, decenas de miles de políticos españoles como Bono. Algunos, demasiado ambiciosos o torpes, se "descuidan", sobrepasan la frontera de lo legal y terminan públicamente denigrados o en la cárcel, pero la mayoría se mantiene impune, dentro de los inmensos espacios donde la casta política puede practicar la corrupción sin riesgos, gracias a la escasa democracia que existe en España, a la deficiente legislación y la cobarde permisividad de la sociedad con los chorizos y sátrapas.

El presidente Zapatero simboliza la degradación del liderazgo y las peores prácticas que se estilan en una política de cloaca. Su gobierno no sólo está llevando a España hacia la ruina como pueblo, sino que, además, degrada la democracia hasta límites insoportables y causa dolor e infelicidad a los millones de españoles que, por su culpa, están ingresando en las filas del desempleo, la pobreza, la desconfianza y la desesperación.

Zapatero ha mentido y engañado desde la cúpula del poder, ha negado la evidencia y es capaz de comprar votos en el Congreso con dinero público, para aprobar las leyes que le convienen, que no son siempre las que desea la mayoría. Pero su peor pecado contra la democracia quizás haya sido el de pactar con partidos políticos situados en las antípodas ideológicas, pagando esos pactos con el dinero de todos, alterando así la igualdad entre los españoles y demostrando que sus prioridades son el poder y sus intereses.

El resultado de esa política, digna del desprecio ciudadano, es la ruina moral y económica de España, que es el país más dañado por la crisis en todo el Occidente desarrollado y una nación que ocupa lamentables puestos de liderazgo mundial en casi todo lo detestable: desempleo, avance de la pobreza, desigualdad, prostitución, tráfico y consumo de drogas, fracaso escolar, baja calidad de la enseñanza, crecimiento desordenado del Estado, desprestigio de la política, incremento de la distancia que separa a ricos y a pobres, intervención y castración de la sociedad civil y un largo etcétera.

Mariano Rajoy es el prototipo de la cobardía, el símbolo de una oposición que, incapaz de arriesgar, de ilusionar y de embarcar al ciudadano en la atractiva tarea de regeneración, ha preferido esperar a que el edificio socialista, lleno de grietas, se derrumbe, víctima de sus errores y excesos, para entrar sin esfuerzo en la Moncloa. La oposición política que comanda Mariano no es digna de alcanzar el poder porque está impregnada de cobardía y de falsa prudencia, porque se parece demasiado al socialismo adversario, porque convive fácilmente con la corrupción y porque ni siquiera entiende que lo importante para España no es la alternancia sino la regeneración, escapar del foso podrido en el que la han arrojado sus malos políticos y gobernantes.

Bono, Zapatero y Rajoy no son los únicos prototipos de la triste fauna política de la España que se hunde, aunque sí los hoy más destacados y emblemáticos. Pero hay otros muchos, desde sindicalistas atiborrados de poder y privilegios, comprados por el gobierno, que ya no representan a los obreros y empleados sino a sus propios intereses, hasta periodistas sometidos a partidos políticos y a intereses de poder, sin olvidar a intelectuales silenciados a cambio de privilegios, captadores de subvenciones, empresarios "conchabados" con el poder político, totalitarios disfrazados de demócratas, corruptos, enchufados, paniaguados y una deshonrosa legión de millones de votantes fanáticos, gracia a los cuales los sátrapas pueden mantenerse en el poder y culpables, en gran medida, de que la democracia española sea hoy una floreciente pocilga.


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Sábado, 8 de Mayo 2010
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