Hay en España casos sangrantes de políticos que disfrutan de privilegios obscenos. Cuando se los estudia y analiza, uno no se explica como el pueblo los soporta sin rebelarse y expulsar del poder a la indecente chusma que ha construido un país tan desigual, injusto y corrompido.
Rodríguez Ibarra, que dejó de ser presidente extremeño en 2007, tiene hoy asignadas para que le sirvan tres personas, que cobran en total 126.425 euros brutos anuales. A su servicio están un técnico asesor, con un salario asignado de 37.475 euros, mientras que su jefe de oficina percibe otros 56.283 euros al año. Ibarra también tiene asignado un conductor, con un salario de 32.667 euros brutos al año. Todos ellos nombrados a dedo.
Además, en junio de 2011 se aportan los primeros datos oficiales por parte de la cámara regional y se reconoce que la Mesa de la Asamblea había autorizado el gasto de dos millones de euros en la oficina del expresidente de la Junta desde su puesta en funcionamiento, cuatro años antes. Se especifica también que hay adjudicados cuatro vehículos a la oficina del expresidente.
Todo ello en Extremadura, la región con más pobreza del país.
Pero el socialista Rodríguez Ibarra es sólo uno de los miles de sátrapas españoles que viven en el paraíso sin merecerlo. Algunos de ellos, por sus actos corruptos y por los estragos causados a la nación, son merecedores más de estar entre rejas que rodeados de vasallos y dinero público.
Al saber que un tipo como Zapatero, hoy millonarios sin que sepa explicar de donde proviene su patrimonio, cobra del Estado más de 150.000 euros anuales después de haber situado a España al borde de la ruina y de haber causado océanos de dolor y miseria por su pésimo gobierno, uno siente asco y vergüenza de ser parte de esta España indecente y rastrera.
España es el país con más aforados de Europa, el que tiene más políticos cobrando del Estado, más que Francia, Alemania y Gran Bretaña juntos, el que posee una mayor flota de coches oficiales y el que más gasta en sueldos y privilegios de ex altos cargos.
La corrupción en España trasciende los límites del robo de dinero público y penetra en espacios peores: contratos públicos, subvenciones, reparto de fondos COVI, impuestos abusivos, mentiras institucionalizadas, despilfarro, endeudamiento suicida, arbitrariedades, injusticias, destrozo de la democracia y otros miles de detalles de corrupción capilar.
Si alguien es capaz de llamar "democracia" a este sistema, es que está loco o forma parte de la gran conspiración de la España sucia.
Lo fondos reservados son incontrolados y nadie sabe en que se utilizan. El portal de la transparencia está cerrado porque los gobernantes actuales no quieren que se sepa en que gastan el dinero público. El gobierno de Sánchez se niega a informar de lo que no le gusta que se sepa. Los fondos europeos COVI se reparten con arbitrariedad e injusticia. Hasta los resultados electorales están bajo sospecha en un país que no publica las actas de las mesas y que permite serias dudas sobre la manipulación de los resultados en los procesos informáticos.
España es una basura que el pueblo, inexplicablemente, soporta sin alzarse.
La basura española, cuyo hedor llega ya hasta Laponia, está provocando una acumulación de ira y odio en el pueblo, aparentemente pacífico, pero cada día más asqueado e indignado ante la basura que le obligan a tragar sus políticos, día tras día.
Esa basura, ese odio y esa ira contenida es la que alimenta el voto de VOX, un partido inédito y sin experiencia de gobierno, pero que crece y logra apoyo popular masivo porque promete cambiar las cosas y limpiar los océanos de basura que impregnan las calles, plazas y campos de España.
Si yo fuera el rey o un político con poderes elevados en el Estado empezaría a temblar y emprendería rápido, antes de que la olla estalle, la reforma y limpieza drástica que necesita la pocilga española.
Francisco Rubiales
Rodríguez Ibarra, que dejó de ser presidente extremeño en 2007, tiene hoy asignadas para que le sirvan tres personas, que cobran en total 126.425 euros brutos anuales. A su servicio están un técnico asesor, con un salario asignado de 37.475 euros, mientras que su jefe de oficina percibe otros 56.283 euros al año. Ibarra también tiene asignado un conductor, con un salario de 32.667 euros brutos al año. Todos ellos nombrados a dedo.
Además, en junio de 2011 se aportan los primeros datos oficiales por parte de la cámara regional y se reconoce que la Mesa de la Asamblea había autorizado el gasto de dos millones de euros en la oficina del expresidente de la Junta desde su puesta en funcionamiento, cuatro años antes. Se especifica también que hay adjudicados cuatro vehículos a la oficina del expresidente.
Todo ello en Extremadura, la región con más pobreza del país.
Pero el socialista Rodríguez Ibarra es sólo uno de los miles de sátrapas españoles que viven en el paraíso sin merecerlo. Algunos de ellos, por sus actos corruptos y por los estragos causados a la nación, son merecedores más de estar entre rejas que rodeados de vasallos y dinero público.
Al saber que un tipo como Zapatero, hoy millonarios sin que sepa explicar de donde proviene su patrimonio, cobra del Estado más de 150.000 euros anuales después de haber situado a España al borde de la ruina y de haber causado océanos de dolor y miseria por su pésimo gobierno, uno siente asco y vergüenza de ser parte de esta España indecente y rastrera.
España es el país con más aforados de Europa, el que tiene más políticos cobrando del Estado, más que Francia, Alemania y Gran Bretaña juntos, el que posee una mayor flota de coches oficiales y el que más gasta en sueldos y privilegios de ex altos cargos.
La corrupción en España trasciende los límites del robo de dinero público y penetra en espacios peores: contratos públicos, subvenciones, reparto de fondos COVI, impuestos abusivos, mentiras institucionalizadas, despilfarro, endeudamiento suicida, arbitrariedades, injusticias, destrozo de la democracia y otros miles de detalles de corrupción capilar.
Si alguien es capaz de llamar "democracia" a este sistema, es que está loco o forma parte de la gran conspiración de la España sucia.
Lo fondos reservados son incontrolados y nadie sabe en que se utilizan. El portal de la transparencia está cerrado porque los gobernantes actuales no quieren que se sepa en que gastan el dinero público. El gobierno de Sánchez se niega a informar de lo que no le gusta que se sepa. Los fondos europeos COVI se reparten con arbitrariedad e injusticia. Hasta los resultados electorales están bajo sospecha en un país que no publica las actas de las mesas y que permite serias dudas sobre la manipulación de los resultados en los procesos informáticos.
España es una basura que el pueblo, inexplicablemente, soporta sin alzarse.
La basura española, cuyo hedor llega ya hasta Laponia, está provocando una acumulación de ira y odio en el pueblo, aparentemente pacífico, pero cada día más asqueado e indignado ante la basura que le obligan a tragar sus políticos, día tras día.
Esa basura, ese odio y esa ira contenida es la que alimenta el voto de VOX, un partido inédito y sin experiencia de gobierno, pero que crece y logra apoyo popular masivo porque promete cambiar las cosas y limpiar los océanos de basura que impregnan las calles, plazas y campos de España.
Si yo fuera el rey o un político con poderes elevados en el Estado empezaría a temblar y emprendería rápido, antes de que la olla estalle, la reforma y limpieza drástica que necesita la pocilga española.
Francisco Rubiales