Los 45.000 militantes andaluces del PSOE decidirán el 13 de junio la suerte del partido en Andalucía, donde se enfrentan socialistas contra sanchistas, dos conceptos del socialismo cada día más diferentes. El socialismo andaluz es el más numeroso e influyente en toda España. Ganar en Andalucía significa controlar los resortes del partido.
Conozco a un socialista que tuvo responsabilidades en el gobierno andaluz, que me dice: "Pedro Sánchez tiene que ser derrotado en las primarias andaluzas, donde por vez primera es más importante quien pierda que quien gane. Si el sanchismo no pierde, el socialismo dejará de existir porque el sanchismo es una especie invasora que nada tiene que ver con la socialdemocracia".
Por vez primera en la historia reciente del PSOE, el socialismo español llega a unas primarias seriamente dividido en dos bloques que ya son irreconciliables: el de los depredadores sanchistas, infectados de comunismo, arrogancia, sadismo y soberbia, y el que respeta las ideas de la vieja guardia socialista, que, a pesar de su pasado corrupto y abusivo, añora los tiempos de la socialdemocracia. Numerosos militantes y ex cuadros socialistas, entre ellos Joaquín Leguina y Nicolás Redondo Terreros, reconocen que sanchismo no es lo mismo que el socialismo.
En el seno del partido luchan malos contra peores, ciegos contra tullidos. Susana contra Sánchez. En estos momentos Sánchez no tiene ningún aval ético, ni político, en todo el territorio español, que se dice pronto. Sánchez, después de su abultada derrota en Madrid, de su rastrero intento de culpar al candidato Gabilondo y tras amenazar con la expulsión a dos prestigiosos miembros de la vieja guardia socialista, Joaquín Leguina y Nicolás Redondo Terreros, está a punto de consumar el divorcio total de la vieja guardia socialista, lo que representa para el PSOE la pérdida de 20.000 militantes y un millón de votos.
La experiencia de Sánchez demuestra que un pueblo no puede ser gobernado a latigazos, ni siquiera cuando el verdugo ha sido elegido en las urnas. La voluntad popular no puede ser pisoteada y haber sido elegido en democracia no significa un cheque en blanco, sino sólo un encargo vigilado. Pedro Sánchez ha ignorado todo eso y ha gobernado como un tirano golfo, incumpliendo sus promesas, gobernando con quienes dijo que nunca pactaría, beneficiando a sus amigos y castigando a sus adversarios, ignorando los deseos ciudadanos, actuando como dictador en una democracia, generando rabia y odio en la sociedad, dividiendo, enfrentando, gestionando tan mal la pandemia que ha llenado el país de muertos y de nuevos desempleados y pobres. Según el pervertido "sanchismo", todo eso es legal y lícito porque Pedro Sánchez ha surgido de las urnas, pero según la verdadera democracia eso es un intolerable abuso de poder y una traición a la democracia que merece el castigo de la expulsión. Todas las teorías jurídicas sobre la necesidad de combatir la tiranía son aplicables en la España de Sánchez.
Juan Espadas prevé un «fuerte viento de cambio» en el PSOE de Andalucía, en las primarias, pero no ha dicho si a favor o en contra del sanchismo. El rechazo al sanchismo es por lo menos tan fuerte como el que padece Susana Díaz. A favor de Sánchez juega que es quien tiene el poder y eso es muy importante en un partido que vive de repartirse el botín del Estado. En contra tiene que huele a cadáver, sobre todo después de la seria derrota en Madrid, donde el pueblo, hastiado y asqueado de ser maltratado, ha ejercido su venganza.
Francisco Rubiales
Conozco a un socialista que tuvo responsabilidades en el gobierno andaluz, que me dice: "Pedro Sánchez tiene que ser derrotado en las primarias andaluzas, donde por vez primera es más importante quien pierda que quien gane. Si el sanchismo no pierde, el socialismo dejará de existir porque el sanchismo es una especie invasora que nada tiene que ver con la socialdemocracia".
Por vez primera en la historia reciente del PSOE, el socialismo español llega a unas primarias seriamente dividido en dos bloques que ya son irreconciliables: el de los depredadores sanchistas, infectados de comunismo, arrogancia, sadismo y soberbia, y el que respeta las ideas de la vieja guardia socialista, que, a pesar de su pasado corrupto y abusivo, añora los tiempos de la socialdemocracia. Numerosos militantes y ex cuadros socialistas, entre ellos Joaquín Leguina y Nicolás Redondo Terreros, reconocen que sanchismo no es lo mismo que el socialismo.
En el seno del partido luchan malos contra peores, ciegos contra tullidos. Susana contra Sánchez. En estos momentos Sánchez no tiene ningún aval ético, ni político, en todo el territorio español, que se dice pronto. Sánchez, después de su abultada derrota en Madrid, de su rastrero intento de culpar al candidato Gabilondo y tras amenazar con la expulsión a dos prestigiosos miembros de la vieja guardia socialista, Joaquín Leguina y Nicolás Redondo Terreros, está a punto de consumar el divorcio total de la vieja guardia socialista, lo que representa para el PSOE la pérdida de 20.000 militantes y un millón de votos.
La experiencia de Sánchez demuestra que un pueblo no puede ser gobernado a latigazos, ni siquiera cuando el verdugo ha sido elegido en las urnas. La voluntad popular no puede ser pisoteada y haber sido elegido en democracia no significa un cheque en blanco, sino sólo un encargo vigilado. Pedro Sánchez ha ignorado todo eso y ha gobernado como un tirano golfo, incumpliendo sus promesas, gobernando con quienes dijo que nunca pactaría, beneficiando a sus amigos y castigando a sus adversarios, ignorando los deseos ciudadanos, actuando como dictador en una democracia, generando rabia y odio en la sociedad, dividiendo, enfrentando, gestionando tan mal la pandemia que ha llenado el país de muertos y de nuevos desempleados y pobres. Según el pervertido "sanchismo", todo eso es legal y lícito porque Pedro Sánchez ha surgido de las urnas, pero según la verdadera democracia eso es un intolerable abuso de poder y una traición a la democracia que merece el castigo de la expulsión. Todas las teorías jurídicas sobre la necesidad de combatir la tiranía son aplicables en la España de Sánchez.
Juan Espadas prevé un «fuerte viento de cambio» en el PSOE de Andalucía, en las primarias, pero no ha dicho si a favor o en contra del sanchismo. El rechazo al sanchismo es por lo menos tan fuerte como el que padece Susana Díaz. A favor de Sánchez juega que es quien tiene el poder y eso es muy importante en un partido que vive de repartirse el botín del Estado. En contra tiene que huele a cadáver, sobre todo después de la seria derrota en Madrid, donde el pueblo, hastiado y asqueado de ser maltratado, ha ejercido su venganza.
Francisco Rubiales