Lo peor que han hecho nuestros políticos es convertir España en un país de mediocres. Esa obra es peor y más difícil de curar que la corrupción y el abuso de poder, los otros dos grandes pecados de la política española. Construir un país lleno de mediocres no es fácil, pero los políticos españoles lo han logrado porque han destruido al ciudadano desde las escuelas y los hogares, desde la infancia, haciendoles creer que el esfuerzo no tiene valor y que lo que realmente es importante es tener amigos poderosos y disfrutar de los privilegios.
Han conseguido una nación donde los canallas campean y dominan los territorios, donde millones se creen libres siendo esclavos, donde muchos defienden los valores, pero no los practican, donde casi todos critican a los políticos, pero casi todos los veneran y doblan el espinazo en su presencia, donde millones se autodefinen como independientes, pero son vulgares borregos sometidos, un país de empresarios que se arrastran por un contrato público y de tipos que se humillan y babean en espera de un cargo público, donde cientos de miles de militantes se someten al jefe, sin dignidad, con la esperanza puesta en alcanzar la cima y poder participar del gran festín de la política y la corrupción.
España ha sido cuidadosamente forjada por unos políticos que se llamaban demócratas pero que siempre fueron tiranos y por un régimen que se autodenomina como democracia, cuando es una vulgar dictadura de partidos políticos y de políticos profesionales eternos e impunes.
Todas las religiones y los códigos éticos condenan a los mediocres con gran dureza, pero el dios de los cristianos es el mas duro de todo: "porque no eres ni frío ni caliente, te vomitaré de mi boca". Los cristianos llaman "tibios" a los mediocres y creen que es mejor ser frio o caliente que un vulgar mediocre indeciso, indefinido, engañado, tramposo, hipócrita y alejado de los valores.
A continuación reproducimos un artículo de Forges que describe con gran realismo y certera pluma la mediocridad de esta España construida por Suárez,Calvo Sotelo, González, Aznar, Zapatero y Rajoy, acompañado por sus cortes de políticos sin grandeza ni mérito, gente incapaz de generar pasión o estímulo y capaz sólo de fabricar mediocridad y vulgaridad, gente que ha contraido con España y los españoles una deuda impagable, por haberlos convertido en un pueblo dominado por la vulgaridad, adicto al fracaso y alejado del mérito:
"El triunfo de los mediocres"
por Forges
Quizá ha llegado la hora de aceptar que nuestra crisis es más que económica, va más allá de estos o aquellos políticos, de la codicia de los banqueros o la prima de riesgo.
Asumir que nuestros problemas no se terminarán cambiando a un partido por otro, con otra batería de medidas urgentes o una huelga general.
Reconocer que el principal problema de España no es Grecia, el euro o la señora Merkel.
Admitir, para tratar de corregirlo, que nos hemos convertido en un país mediocre. Ningún país alcanza semejante condición de la noche a la mañana. Tampoco en tres o cuatro años. Es el resultado de una cadena que comienza en la escuela y termina en la clase dirigente.
Hemos creado una cultura en la que los mediocres son los alumnos más populares en el colegio, los primeros en ser ascendidos en la oficina, los que más se hacen escuchar en los medios de comunicación y a los únicos que votamos en las elecciones, sin importar lo que hagan. Porque son de los nuestros.
Estamos tan acostumbrados a nuestra mediocridad que hemos terminado por aceptarla como el estado natural de las cosas. Sus excepciones, casi siempre, reducidas al deporte, nos sirven para negar la evidencia.
- Mediocre es un país donde sus habitantes pasan una media de 134 minutos al día frente a un televisor que muestra principalmente basura.
- Mediocre es un país que en toda la democracia no ha dado un presidente que hablara inglés o tuviera unos mínimos conocimientos sobre política internacional.
- Mediocre es el único país del mundo que, en su sectarismo rancio, ha conseguido dividir incluso a las asociaciones de víctimas del terrorismo.
- Mediocre es un país que ha reformado su sistema educativo tres veces en tres décadas hasta situar a sus estudiantes a la cola del mundo desarrollado.
- Mediocre es un país que no tiene una sola universidad entre las 150 mejores del mundo y fuerza a sus mejores investigadores a exiliarse para sobrevivir.
- Mediocre es un país con una cuarta parte de su población en paro, que sin embargo, encuentra más motivos para indignarse cuando los guiñoles de un país vecino bromean sobre sus deportistas.
- Mediocre es un país donde la brillantez del otro provoca recelo, la creatividad es marginada -cuando no robada impunemente- y la independencia sancionada.
- Es Mediocre un país que ha hecho de la mediocridad la gran aspiración nacional, perseguida sin complejos por esos miles de jóvenes que buscan ocupar la próxima plaza en el concurso Gran Hermano, por políticos que insultan sin aportar una idea, por jefes que se rodean de mediocres para disimular su propia mediocridad y por estudiantes que ridiculizan al compañero que se esfuerza.
- Mediocre es un país que ha permitido, fomentado y celebrado el triunfo de los mediocres, arrinconando la excelencia hasta dejarle dos opciones: marcharse o dejarse engullir por la imparable marea gris de la mediocridad.
- Y mediocre es un país que (estamos en olimpiadas), valora más una medalla olímpica, que un título universitario.
Han conseguido una nación donde los canallas campean y dominan los territorios, donde millones se creen libres siendo esclavos, donde muchos defienden los valores, pero no los practican, donde casi todos critican a los políticos, pero casi todos los veneran y doblan el espinazo en su presencia, donde millones se autodefinen como independientes, pero son vulgares borregos sometidos, un país de empresarios que se arrastran por un contrato público y de tipos que se humillan y babean en espera de un cargo público, donde cientos de miles de militantes se someten al jefe, sin dignidad, con la esperanza puesta en alcanzar la cima y poder participar del gran festín de la política y la corrupción.
España ha sido cuidadosamente forjada por unos políticos que se llamaban demócratas pero que siempre fueron tiranos y por un régimen que se autodenomina como democracia, cuando es una vulgar dictadura de partidos políticos y de políticos profesionales eternos e impunes.
Todas las religiones y los códigos éticos condenan a los mediocres con gran dureza, pero el dios de los cristianos es el mas duro de todo: "porque no eres ni frío ni caliente, te vomitaré de mi boca". Los cristianos llaman "tibios" a los mediocres y creen que es mejor ser frio o caliente que un vulgar mediocre indeciso, indefinido, engañado, tramposo, hipócrita y alejado de los valores.
A continuación reproducimos un artículo de Forges que describe con gran realismo y certera pluma la mediocridad de esta España construida por Suárez,Calvo Sotelo, González, Aznar, Zapatero y Rajoy, acompañado por sus cortes de políticos sin grandeza ni mérito, gente incapaz de generar pasión o estímulo y capaz sólo de fabricar mediocridad y vulgaridad, gente que ha contraido con España y los españoles una deuda impagable, por haberlos convertido en un pueblo dominado por la vulgaridad, adicto al fracaso y alejado del mérito:
"El triunfo de los mediocres"
por Forges
Quizá ha llegado la hora de aceptar que nuestra crisis es más que económica, va más allá de estos o aquellos políticos, de la codicia de los banqueros o la prima de riesgo.
Asumir que nuestros problemas no se terminarán cambiando a un partido por otro, con otra batería de medidas urgentes o una huelga general.
Reconocer que el principal problema de España no es Grecia, el euro o la señora Merkel.
Admitir, para tratar de corregirlo, que nos hemos convertido en un país mediocre. Ningún país alcanza semejante condición de la noche a la mañana. Tampoco en tres o cuatro años. Es el resultado de una cadena que comienza en la escuela y termina en la clase dirigente.
Hemos creado una cultura en la que los mediocres son los alumnos más populares en el colegio, los primeros en ser ascendidos en la oficina, los que más se hacen escuchar en los medios de comunicación y a los únicos que votamos en las elecciones, sin importar lo que hagan. Porque son de los nuestros.
Estamos tan acostumbrados a nuestra mediocridad que hemos terminado por aceptarla como el estado natural de las cosas. Sus excepciones, casi siempre, reducidas al deporte, nos sirven para negar la evidencia.
- Mediocre es un país donde sus habitantes pasan una media de 134 minutos al día frente a un televisor que muestra principalmente basura.
- Mediocre es un país que en toda la democracia no ha dado un presidente que hablara inglés o tuviera unos mínimos conocimientos sobre política internacional.
- Mediocre es el único país del mundo que, en su sectarismo rancio, ha conseguido dividir incluso a las asociaciones de víctimas del terrorismo.
- Mediocre es un país que ha reformado su sistema educativo tres veces en tres décadas hasta situar a sus estudiantes a la cola del mundo desarrollado.
- Mediocre es un país que no tiene una sola universidad entre las 150 mejores del mundo y fuerza a sus mejores investigadores a exiliarse para sobrevivir.
- Mediocre es un país con una cuarta parte de su población en paro, que sin embargo, encuentra más motivos para indignarse cuando los guiñoles de un país vecino bromean sobre sus deportistas.
- Mediocre es un país donde la brillantez del otro provoca recelo, la creatividad es marginada -cuando no robada impunemente- y la independencia sancionada.
- Es Mediocre un país que ha hecho de la mediocridad la gran aspiración nacional, perseguida sin complejos por esos miles de jóvenes que buscan ocupar la próxima plaza en el concurso Gran Hermano, por políticos que insultan sin aportar una idea, por jefes que se rodean de mediocres para disimular su propia mediocridad y por estudiantes que ridiculizan al compañero que se esfuerza.
- Mediocre es un país que ha permitido, fomentado y celebrado el triunfo de los mediocres, arrinconando la excelencia hasta dejarle dos opciones: marcharse o dejarse engullir por la imparable marea gris de la mediocridad.
- Y mediocre es un país que (estamos en olimpiadas), valora más una medalla olímpica, que un título universitario.