La verdadera democracia, no la corrompida y prostituida por los políticos, exige que los que gobiernan tengan lucidez, gocen de buena salud y sean constantemente chequeados para impedir que un loco o un imbécil tengan el poder en sus manos.
Pero los políticos han impedido esos controles básicos, como han impedido también el poder y la influencia del pueblo y de la sociedad civil en la democracia, el debate de las leyes, el referéndum popular sobre decisiones trascendentes, la rendición de cuentas y los numerosos controles a los que mandan que establecía el sistema en sus orígenes, antes de que la democracia fuera prostituida y castrada por las élites.
Los políticos se han blindado y se niegan a ser fiscalizados y controlados, lo que constituye el asesinato real de la democracia, y el pueblo, imbécil y suicida, lo ha tolerado, lo que permite que alcancen el poder incapaces, ineptos y malos gobernantes, como los que ha padecido España desde que Franco murió y se instauró una democracia falsa y trucada.
La prostitución de la democracia y el envilecimiento de los políticos se han producido a pesar de que Lord Acton ya lo advirtió en 1887, cuando dijo: "Power tends to corrupt, and absolute power corrupts absolutely", lo que significa que "El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente". Otra famosa frase que demuestra el deterioro de los políticos es la que dice que "los políticos y los pañales deben cambiarse con frecuencia, ambos por la misma razón".
Hay quien dice que el poder corrompe, pero que, por encima de todo, demuestra quien eres y hace aflorar la maldad que se esconde en el alma humana. Si un político se envilece ejerciendo el poder, es porque antes ya era un vil corrupto.
Pedro Sánchez es la imagen más elocuente y escandalosa de lo que es la prostitución del sistema democrático. Ha suprimido el debate en muchas leyes, gobierna a golpe de decreto, decide en contra de la voluntad popular, miente y estafa a los electores, altera cifras y datos, es opaco y oscuro, incumple sus promesas electorales, reparte los recursos públicos de manera arbitraria, premia a los desleales y castiga a los leales, indulta a los criminales y canallas, estigmatiza a los demócratas, compra voluntades y medios de comunicación con dinero público, coloca a sus amigos sometidos al frente de las grandes empresas e instituciones del país, asalta la Justicia y fabrica interminables listas negras de marginados a los que el poder acosa y desprecia.
En su última etapa, sus males se han acentuado y ya gobierna sólo para una parte de los españoles, mientras llama fascistas a todos los que piensan distinto a él.
Se comporta como un ser acorralado, confundido y presa de la ira.
Un tipo que se comporta de ese modo y que envejece y se deteriora física y moralmente a pasos agigantados es claramente un peligro para España, todo un drama con el poder absoluto en sus manos y con una escandalosa e indecente impunidad.
Francisco Rubiales
Pero los políticos han impedido esos controles básicos, como han impedido también el poder y la influencia del pueblo y de la sociedad civil en la democracia, el debate de las leyes, el referéndum popular sobre decisiones trascendentes, la rendición de cuentas y los numerosos controles a los que mandan que establecía el sistema en sus orígenes, antes de que la democracia fuera prostituida y castrada por las élites.
Los políticos se han blindado y se niegan a ser fiscalizados y controlados, lo que constituye el asesinato real de la democracia, y el pueblo, imbécil y suicida, lo ha tolerado, lo que permite que alcancen el poder incapaces, ineptos y malos gobernantes, como los que ha padecido España desde que Franco murió y se instauró una democracia falsa y trucada.
La prostitución de la democracia y el envilecimiento de los políticos se han producido a pesar de que Lord Acton ya lo advirtió en 1887, cuando dijo: "Power tends to corrupt, and absolute power corrupts absolutely", lo que significa que "El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente". Otra famosa frase que demuestra el deterioro de los políticos es la que dice que "los políticos y los pañales deben cambiarse con frecuencia, ambos por la misma razón".
Hay quien dice que el poder corrompe, pero que, por encima de todo, demuestra quien eres y hace aflorar la maldad que se esconde en el alma humana. Si un político se envilece ejerciendo el poder, es porque antes ya era un vil corrupto.
Pedro Sánchez es la imagen más elocuente y escandalosa de lo que es la prostitución del sistema democrático. Ha suprimido el debate en muchas leyes, gobierna a golpe de decreto, decide en contra de la voluntad popular, miente y estafa a los electores, altera cifras y datos, es opaco y oscuro, incumple sus promesas electorales, reparte los recursos públicos de manera arbitraria, premia a los desleales y castiga a los leales, indulta a los criminales y canallas, estigmatiza a los demócratas, compra voluntades y medios de comunicación con dinero público, coloca a sus amigos sometidos al frente de las grandes empresas e instituciones del país, asalta la Justicia y fabrica interminables listas negras de marginados a los que el poder acosa y desprecia.
En su última etapa, sus males se han acentuado y ya gobierna sólo para una parte de los españoles, mientras llama fascistas a todos los que piensan distinto a él.
Se comporta como un ser acorralado, confundido y presa de la ira.
Un tipo que se comporta de ese modo y que envejece y se deteriora física y moralmente a pasos agigantados es claramente un peligro para España, todo un drama con el poder absoluto en sus manos y con una escandalosa e indecente impunidad.
Francisco Rubiales