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(Por su importancia y amplia acogida de lectores, dejamos un día más este artículo en portada) Pedro Sánchez necesita un chequeo médico urgente y profundo



El poder causa estragos entre los que lo detentan sin honor y sin sintonizar con el pueblo y sus deseos.

Además de corromper, desgasta, envejece y en algunos casos, como en España, también envilece y enferma.

Hay comportamientos de Pedro Sánchez que reflejan claramente alteraciones de salud mental e imágenes que muestran un político tan deteriorado y envejecido, que revelan que necesita un urgente chequeo médico y psiquiátrico.

Sánchez necesita que le sometan al Test de Rorschach, que le hagan un encefalograma, que le analice un psicólogo y un psiquiatra, que le hagan un escáner cerebral y que lo sometan a pruebas para detectar alcohol y droga. Si se lo hacen a deportistas, empleados cualificados y directivos, ¿Por qué no a él? ¿Acaso no es más peligroso un político con poder drogado que un ciclista o un deportista que de positivo?

La salud de un presidente de gobierno es un asunto que no le compete sólo a él sino a todos los ciudadanos, a la nación entera, que está bajo su poder, padeciendo sus errores.

No sé por qué razón a los políticos no se les exigen requisitos básicos para asumir el poder. A los futbolistas y deportistas en general se les practican test para detectar la drogadicción, pero a los políticos no. A los directivos y altos cargos de la empresa privada se le piden idiomas, títulos y antecedentes penales, pero a los políticos no. En las empresas son obligatorios los chequeos médicos periódicos, pero a los políticos no se les practican, a pesar de que está archidemostrado que el poder corrompe y desgasta y que el poder absoluto puede llegar a matar a quien lo ejerce.
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La verdadera democracia, no la corrompida y prostituida por los políticos, exige que los que gobiernan tengan lucidez, gocen de buena salud y sean constantemente chequeados para impedir que un loco o un imbécil tengan el poder en sus manos.

Pero los políticos han impedido esos controles básicos, como han impedido también el poder y la influencia del pueblo y de la sociedad civil en la democracia, el debate de las leyes, el referéndum popular sobre decisiones trascendentes, la rendición de cuentas y los numerosos controles a los que mandan que establecía el sistema en sus orígenes, antes de que la democracia fuera prostituida y castrada por las élites.

Los políticos se han blindado y se niegan a ser fiscalizados y controlados, lo que constituye el asesinato real de la democracia, y el pueblo, imbécil y suicida, lo ha tolerado, lo que permite que alcancen el poder incapaces, ineptos y malos gobernantes, como los que ha padecido España desde que Franco murió y se instauró una democracia falsa y trucada.

La prostitución de la democracia y el envilecimiento de los políticos se han producido a pesar de que Lord Acton ya lo advirtió en 1887, cuando dijo: "Power tends to corrupt, and absolute power corrupts absolutely", lo que significa que "El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente". Otra famosa frase que demuestra el deterioro de los políticos es la que dice que "los políticos y los pañales deben cambiarse con frecuencia, ambos por la misma razón".

Hay quien dice que el poder corrompe, pero que, por encima de todo, demuestra quien eres y hace aflorar la maldad que se esconde en el alma humana. Si un político se envilece ejerciendo el poder, es porque antes ya era un vil corrupto.

Pedro Sánchez es la imagen más elocuente y escandalosa de lo que es la prostitución del sistema democrático. Ha suprimido el debate en muchas leyes, gobierna a golpe de decreto, decide en contra de la voluntad popular, miente y estafa a los electores, altera cifras y datos, es opaco y oscuro, incumple sus promesas electorales, reparte los recursos públicos de manera arbitraria, premia a los desleales y castiga a los leales, indulta a los criminales y canallas, estigmatiza a los demócratas, compra voluntades y medios de comunicación con dinero público, coloca a sus amigos sometidos al frente de las grandes empresas e instituciones del país, asalta la Justicia y fabrica interminables listas negras de marginados a los que el poder acosa y desprecia.

En su última etapa, sus males se han acentuado y ya gobierna sólo para una parte de los españoles, mientras llama fascistas a todos los que piensan distinto a él.

Se comporta como un ser acorralado, confundido y presa de la ira.

Un tipo que se comporta de ese modo y que envejece y se deteriora física y moralmente a pasos agigantados es claramente un peligro para España, todo un drama con el poder absoluto en sus manos y con una escandalosa e indecente impunidad.

Francisco Rubiales

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Sábado, 10 de Febrero 2024
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