La ausencia del PSOE en la manifestación de condena a la represión y abusos de poder, durante sus largos 50 años de vida, de la sanguinaria dictadura de los hermanos Castro en Cuba, que se celebra hoy en Madrid y Barcelona, resulta incomprensible para los demócratas españoles y para los ya escasos restos supervivientes de aquella izquierda honrada, que sigue creyendo que la libertad, junto con los grandes valores y principios, son la esencia de la política.
¿Que le ha acurrido al PSOE para que sea incapaz de unirse a los demócratas en la condena de una dictadura tan sanguinaria como la cubana, con las manos y el alma manchadas de sangre? ¿Qué ha empujado a ese partido a preferir asociarse en el gobierno con nacionalistas extremos y antiespañoles en autonomías como Cataluña, el País Vasco y otras, antes que restablecer los derechos humanos y la Constitución en esos territorios, mediante una alianza de gobierno con los populares? ¿Por qué el PSOE prefiere apuntalar en el poder a un partido como el PNV, que ha instaurado en el País Vasco un gobierno donde la Constitución está ausente y los derechos humanos están en el olvido, a instaurar, en alianza con el PP, un gobierno constitucional y defensor de los derechos humanos en la tierra Vasca?
La colaboración reiterada del PSOE con el totalitarismo y su ausencia en la manifestación de hoy, convocada en apoyo a las víctimas del castrismo, no tiene otra explicación que el envilecimiento del liderazgo en ese partido, que, de la mano de unos dirigentes que prefieren el poder y el privilegio a los valores tradicionales de la libertad y la democracia, se aleja tristemente de la parte decente de la Humanidad, la que lucha por la democracia y los derechos fundamentales del individuo.
Algo muy grave ha debido ocurrir en el socialismo español del presente para que prefiera aliarse con nacionalistas excluyentes antiespañoles, con dictadores sátrapas como los hermanos Castro o con grupos terroristas cargados de odio, como Hamás, antes que cooperar con países como Estados Unidos, que a pesar de sus muchos errores y suciedades, defiende las libertades y derechos ciudadanos frente a las tiranías, o con partidos políticos como el PP, que, aunque fieles a ideologías liberales y de derecha, comparten, al menos en teoría, el respeto a las libertades y a la democracia.
¿Que le ha acurrido al PSOE para que sea incapaz de unirse a los demócratas en la condena de una dictadura tan sanguinaria como la cubana, con las manos y el alma manchadas de sangre? ¿Qué ha empujado a ese partido a preferir asociarse en el gobierno con nacionalistas extremos y antiespañoles en autonomías como Cataluña, el País Vasco y otras, antes que restablecer los derechos humanos y la Constitución en esos territorios, mediante una alianza de gobierno con los populares? ¿Por qué el PSOE prefiere apuntalar en el poder a un partido como el PNV, que ha instaurado en el País Vasco un gobierno donde la Constitución está ausente y los derechos humanos están en el olvido, a instaurar, en alianza con el PP, un gobierno constitucional y defensor de los derechos humanos en la tierra Vasca?
La colaboración reiterada del PSOE con el totalitarismo y su ausencia en la manifestación de hoy, convocada en apoyo a las víctimas del castrismo, no tiene otra explicación que el envilecimiento del liderazgo en ese partido, que, de la mano de unos dirigentes que prefieren el poder y el privilegio a los valores tradicionales de la libertad y la democracia, se aleja tristemente de la parte decente de la Humanidad, la que lucha por la democracia y los derechos fundamentales del individuo.
Algo muy grave ha debido ocurrir en el socialismo español del presente para que prefiera aliarse con nacionalistas excluyentes antiespañoles, con dictadores sátrapas como los hermanos Castro o con grupos terroristas cargados de odio, como Hamás, antes que cooperar con países como Estados Unidos, que a pesar de sus muchos errores y suciedades, defiende las libertades y derechos ciudadanos frente a las tiranías, o con partidos políticos como el PP, que, aunque fieles a ideologías liberales y de derecha, comparten, al menos en teoría, el respeto a las libertades y a la democracia.