Los políticos europeos tienen miedo a que Irlanda diga hoy "No" al Tratado de Lisboa y se niegan a entender el por qué del rechazo reiterado de los ciudadanos europeos al futuro de la Unión. Holanda y Francia ya rechazaron la Constitución del arrogante Valery Giscard e Irlanda puede decir ahora "No" al Tratado de Lisboa, sustituto de aquella constitución fracasada, porque los políticos son ya vistos por los ciudadanos como los enemigos del progreso y del pueblo, interesados en construir Europa de espaldas a la ciudadanía.
Aquel hermoso y esperanzador poryecto de la "Europa de los Ciudadanos", nacido a finales del siglo XX, fue asesinado por los partidos políticos y por los gobiernos, que decidieron relegar a los ciudadanos del proceso de construcción y monopolizarlo desde los partidos políticos, los gobiernos y el sucio concepto de la "política profesional".
Desde entonces, como reacción libre y democrática al indigno intento de los políticos de monopolizar la construcción de Europa. los ciudadanos europeos parecen haber decidido votar siempre "No", cada vez que son consultados.
El problema es que los políticos conocen los deseos de los ciudadanos, pero son tan descarados y arrogantes que preferirán suprimir las consultas a la ciudadanía antes que renunciar a su bastardo y antidemocrático proyecto de construir una Europa en la que sólo ellos, los políticos profesionales, tengan voz y voto.
Por fortuna, los ciudadanos de Europa, injusta e ilícitamente marginados, ya están en rebeldía.
Aquel hermoso y esperanzador poryecto de la "Europa de los Ciudadanos", nacido a finales del siglo XX, fue asesinado por los partidos políticos y por los gobiernos, que decidieron relegar a los ciudadanos del proceso de construcción y monopolizarlo desde los partidos políticos, los gobiernos y el sucio concepto de la "política profesional".
Desde entonces, como reacción libre y democrática al indigno intento de los políticos de monopolizar la construcción de Europa. los ciudadanos europeos parecen haber decidido votar siempre "No", cada vez que son consultados.
El problema es que los políticos conocen los deseos de los ciudadanos, pero son tan descarados y arrogantes que preferirán suprimir las consultas a la ciudadanía antes que renunciar a su bastardo y antidemocrático proyecto de construir una Europa en la que sólo ellos, los políticos profesionales, tengan voz y voto.
Por fortuna, los ciudadanos de Europa, injusta e ilícitamente marginados, ya están en rebeldía.