Información y Opinión

Por favor, entierren de una vez a Rajoy



Rajoy es un cadaver político que hasta huele mal, pero muchos, por intereses bastardos y porque su estado de coma profundo beneficia al PSOE, lo mantienen vivo. Enterrarlo de una vez sería una acto humanitario de misericordia y respeto al Partido Popular y a una España que no se merece el daño que los políticos profesionales atrincherados le están causando.
---



Si no es capaz de gestionar la crisis de su partido, ¿cómo va a liderar España? Inexplicable que Rajoy no haya dimitido ya, que no haya dado el paso atrás elegante que todos le agradecerían para que el Partido Popular pueda regenerarse. Los que le están apoyando, sobre todo los medios de comunicación sometidos al PSOE y el siniestro binomio Arenas-Camps, están causando a la sociedad española un daño enorme.

Cuando su partido debería estar debatiendo ideología, si se democratiza o no, si abraza al rearme ético o si apoya con plenitud la regeneración de la podrida democracia española, todos pierden el tiempo en un estúpido "Mariano sí, Mariano no" ¡Maldita sea! ¿Es que ya no quedan tipos decentes y lúcidos en este país?

La lenta agonía de Mariano es un espectáculo lamentable. Cada día una herida nueva, cada minuto una nueva deserción. La última, la de Elorriaga, especialemnte significativa. ¿A qué espera Rajoy para dimitir? ¿Es que quiere llevar a su partido hasta la ruina? Inexplicable su actitud, inconcebible tanta insensatez en un político que ha sido vicepresidente del gobierno y que parecía lúcido.

Para entender el problema hay que remontarse a las raices. Todo empezó cuando Rajoy, sorprendiendo a propios y extraños, decidió continuar al frentre de su partido tras las últimas elecciones, a pesar de que Zapatero le había derrotado por segunda vez.

En cualquier democracia normal del planeta, un perdedor como él suele poner su cargo a disposición del partido. pero en España todo es diferente. Aquí nadie dimite. Muchos pensábamos que esos males eran genuinos del "zapaterismo", pero ahora resulta que el "marianismo" lo supera.

Rajoy es un auténtico perdedor. Aunque él lo niegue, su derrota fue clamorosa, casi inexplicable, por haberse producido frente a un Zapatero obtuso, autor de cientos de errores y desatinos, probablemente el peor gobernante que ha tenido España desde Fernando VII. Si no pudo ganarle a un Zapatero que pasaba por su peor momento, con su propio partido avergonzado por haber roto la igualdad y la solidaridad con el nefasto Estatuto de Cataluña, derrotado en su política de "paz" con ETA, desprestigiado en el conciento internacional, con su "Alianza de civilizaciones" en estado de ridículo, con la economía en retroceso, camino de la bancarrota, con la Iglesia Católica en contra, con media España cabreada, con los damnificados de AFINSA y Forum Filatélico en contra y con los millones de "cabreados" por el canom de la SGAE clamando venganza, ¿Cuando podrá derrotarlo?.

Zapatero es un drama para España, pero Rajoy ni siquiera tiene clase para ser su acólito. Rajoy dice que él no es el culpable de la derrota de su partido y que ha logrado incrementar el numero de votos, pero olvida decir que nunca en la historia volverá a tener una ocasión como la que ha perdido y que es casi imposible que vuelva a enfrentarse en unas eleccioens generales a un tipo como Zapatero, entonces torpe, noqueado, fracasado y asustado, pero ahora aprendiendo de sus errores y corrigiendo su rumbo errático..

Y, sin embargo, perdió, lo que le convierte en un gran perdedor, en el peor candidato de la derecha desde la muerte de Franco.

Ahora, realizando una pirueta intelectualmente macabra, afirma que quiere cambiar de vía para que su partido sea capaz de ganar trece o catorce millones de votos, cuando todos los españoles ven con claridad que lo que Mariano construye es un partido con cinco millones de votos menos.

Nadie parece querer descubrir la verdad en esta España confusa y de mente abotargada. La derrota de Mariano Rajoy, junto a la que sufrió su principal soporte actual, el andaluz Javier Arenas, también acostumbrado a ser vencido por los socialistas una y otra vez, son derrotas humillantes, aunque ellos lo nieguen, y dignas de ser coronadas en democracia con sendas retiradas que dejen paso al debate libre y a la renovación de las personas y las ideas.

Como suele ocurrir siempre en esta España de Buenafuentes, Chikilicuatres y políticos endiosados, todos hablan, todos confunden y nadie dimite, ni siquiera los perdededores reincidentes.

¡Que Dios salve a esta España secuestrada por sus políticos ineptos!

   
Lunes, 26 de Mayo 2008
Artículo leído 2115 veces

También en esta sección: